lunes, 15 de febrero de 2010

Reconciliación

Nuestra Palabra, Radio Progreso, 12 de febrero de 2010

Mucho se habla en estos días sobre la necesidad de una reconciliación nacional luego de un período de aguda conflictividad y de polarización política. La reconciliación se invoca con frecuencia unida al perdón y a dejar que todo se quede en el pasado. Borrón y cuenta nueva, dicen muy seguido los voceros del oficialismo a través de los medios masivos de comunicación.


¿Qué es entonces la reconciliación? Es muy difícil encontrar un concepto en el que todo undo se sienta identificado. Es un término muy equívoco, y ofrece demasiadas interpretaciones. Están desde aquellos que conciben la reconciliación como resignación, o aceptación pasiva de lo que ha ocurrido, hasta los que valoran que la reconciliación es un prolongado y casi inacabado proceso de reconstrucción de los tejidos sociales, humanos y políticos de las sociedades.

De lo que hemos de tener claro es que la reconciliación no puede ser jamás olvido de la violencia ejercida por determinadas personas y grupos amparados en el poder del Estado, ni puede ser jamás un decreto de borrón y cuenta nueva en donde los verdugos se quedan tranquilos y las víctimas humilladas y en el olvido.

Hay personas que irresponsablemente están diciendo que debemos reconciliarnos bajo esa perversa idea de los verdugos de dejar las cosas intactas y como si en Honduras no hubiese pasado nada.


Para que un proceso de reconciliación resulte exitoso, el mismo jamás deberá ser impulsado por quienes tuvieron una participación directa e indirecta en la puesta en marcha de los dispositivos de violencia que ocasionaron graves daños a las víctimas. Un proceso que se llame de reconciliación, pero que es liderado por los propios verdugos o muy vinculados a los verdugos directos, puede ser cualquier cosa, pero nunca se puede llamar reconciliación.

Para decirlo de manera sencilla, la reconciliación en asuntos políticos y sociales es un proceso que nos debía llevar a un retorno a las amistades perdidas y a un aprender a vivir juntos en medio de las diferencias y de los disensos. Y para que eso suceda, ese proceso supone un saber la verdad y que cada actor dela sociedad admita su propia responsabilidad en el conflicto; supone rendir cuentas conforme a un estricto sistema judicial; y supone lareparación de la dignidad de las víctimas.


Al final de cuentas, un verdadero proceso de reconciliación, supone el compromiso por establecer unas mínimas bases institucionales democráticas para que todos los actores sociales participen activamente en la toma de decisiones sobre el futuro de la sociedad, y que lo hagan a pesar de tener visiones distintas o contrapuestas. Ese proceso de reconciliación es lo que justamente llamamos un nuevo pacto social, de cuyo concepto está muy, pero muy lejos la práctica que actualmente está impulsando el régimen que preside Porfirio Lobo Sosa, con ese adefesio que cínicamente llama gobierno de unidad y de reconciliación nacional.

Fuente: www.eric-sj.org - www.radioprogresohn.com - www.voselsoberano.com

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