lunes, 1 de febrero de 2010

Las dos Honduras

Nuestra Palabra, editorial Radio Progreso, 29 de enero de 2010

El estadio nacional de Tegucigalpa se llenó de júbilo y casi se llenó de gente que vitoreó a su nuevo Presidente, y los medios de comunicación masivos cubrieron paso a paso los gestos, los actos y las palabras que pronunciaron los mayores líderes del Estado hondureño. Los asistentes aplaudieron todo aquello que sintonizó con la continuidad de lo que ha ocurrido en los últimos siete meses, y abucheó todo aquello que significaba crítica al golpe de Estado y a quienes han hecho propuestas distintas a los golpistas.

En otro escenario de la capital, millares de personas marcharon por las calles con una ruta precisa hacia el aeropuerto con el fin de dar la despedida al Presidente depuesto Zelaya Rosales, quien saldría hacia la República Dominicana después de más de cuatro meses de estar recluido en la sede de la embajada de Brasil. Este escenario estuvo ausente de los medios de comunicación, porque todas las cámaras y micrófonos estaban cubriendo el escenario oficial.

En el estadio nacional estaban los militantes del Partido Nacional y los sectores leales al ala liberal oficialista con responsabilidad directa y precisa en el golpe de Estado. El despliegue militar y policial para proteger los actos y a los actores oficiales del estado era estremecedor, tanto que bien se puede afirmar que el acto official estaba nutrido de militantes y militares, en un acto protección mutua en el marco de un país atrapado en la extrema polarización social y política.

En el escenario de las calles capitalinas, repletas de la resistencia nacional, abundaba gente del partido liberal leal a la tendencia zelayista, gente de los sectores populares organizados así como millares de gente llegadas de diversas regiones del país que sin ser de ninguna corriente política o sector gremial, conforman la resistencia en contra de las imposiciones y a favor de una nueva institucionalidad democrática.

Esas son las dos Honduras, las grandes fuerzas que expresan la polarización nacional, sin ninguna de las cuales se puede dejar de contra para poner en marcha una ruta que resuelva la crisis que nos tiene hundidos en la inestabilidad política, la incertidumbre económica y la inseguridad ciudadana. Las dos fuerzas son tan catrachas como el estadio nacional y las calles de la capital, y ambas le han dejado bien clara la película hondureña al Presidente Pepe Lobo, como una advertencia. Ya es asunto del Señor Presidente si se queda sólo con sus militantes y militares del estadio, o se abre a un nuevo pacto social, que significa incorporar sin tapujos y sin dobleces a las fuerzas que atiborraron de brillo y consignas las calles de la capital.

Fuente: Vos el soberano - Radio Progreso

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