El Evangelio no es una leyenda. Tampoco es solamente una historia del pasado. Es una profecía: ¡Nos predice lo que está pasando actualmente, lo que pasará siempre en el mundo! Es una revelación viva, actual, que nos manifiesta el verdadero sentido de lo que está pasando ante nuestros ojos. Nos explica cómo estamos tratando hoy a Jesús. Porque Jesús vive siempre entre nosotros. Jesús está con nosotros todos los días hasta la consumación de los siglos. Jesús es contemporáneo nuestro y el Evangelio nos habla de lo que hoy está pasando entre Él y nosotros, nos explica cómo nos trata y cómo lo tratamos nosotros a Él. Todos nostros estamos descritos en el Evangelio, estamos previstos en él, no hay más que abrirlo y leerlo para que nos podamos reconocer en él. Tomemos hoy el Evangelio de la Pasión de Jesús. Veámoslo como quien se mira en un espejo. Hagámoslo desde Honduras de estos tiempos recientes. Comienza la Pasión: este año se movilizan, desde el 28 de junio, también los mismos papeles, los mismos actores que el año 33 después de Cristo.
Van en primer lugar personas indiferentes, que dejan hacer, que se lavan las manos, que no les gusta meterse en cuestiones disputadas, que dejan hacer a los demás, pero sin los cuales no se harían nunca esas cosas, sin cuya indiferencia no se sentiría segura la maldad de los demás. ¿Ante cuántas injusticias y crímenes de lesa humanidad han demostrado esa indiferencia criminal? Después van los cobardes, personas que en los momentos dramáticos bajo dictadura, como Pedro, dicen que “no conocen a ese hombre”. A esa mujer y hombre hondureño. Católicos que van a Misa y a otras reuniones pastorales, pero que ahora, cuando las cosas se convierten feas, en violaciones a los derechos humanos, cuando hay cruz y se derrama sangre, dicen que no tienen nada ver con Jesús que está en hondureño, hermano suyo. Esto se puede convertir no sólo en una persona individual oprimida que carga la cruz, sino en un pueblo hondureño. Como en gente que ante sufrimiento del pueblo por causa de dictadura, se portan como si nunca lo hubiesen conocido, más aún, ellos mismos, por cobardía, no se reconocen parte de su pueblo.- También no faltan los verdugos, son los mismos de siempre: las pobres bestias con sus látigos, con sus cargas eléctricas, sus cámaras de torturas, funcionarios de dictadura o simpatizantes de Barrabás Golpe dictatorial. Un Congreso Judas que traiciona a los Cristos que representa en Honduras. Hay electores en dictadura que eligen a Barrabás, validando con eso, junto con Congreso el Golpe y dictadura: rompimiento de Estado de Derecho.
Y la misma víctima dolorida, infinitamente paciente, dirigiendo sobre todos: hondureños y mundo internacional su mirada de ternura e interrogación, de espera y de reproche. En Honduras hay más víctimas, justos que sufren, perseguidos, desaparecidos arrancados de sus familias, asesinados. A vuestro lado, hay un Cristo que sufre, que se siente solo y traicionado en sus más grandes ideales y anhelos, y que está cargando la pesada cruz imperialista y dictatorial de poderosos.
Pero hay que reconocer, también hay Verónicas que enjugan el rostro de Jesús, en el hoy de Honduras. Hay Simones de Cirene, que ayudan a cargar la cruz. Hay Marías y Juanes junto al calvario de su pueblo. Están los que se resisten con valentía, dando la cara, no negando como Pedro. Está un Buen Ladrón; un José de Arimatea. ¿En que personaje, papel o actor estoy yo? Pregunta importante. Hay que saber contestársela. Y habrá un amanecer en su vida.
Pero, mirando a hermano hondureño y a pueblo de Honduras que padece hoy bajo poder de Pilato de imperio, nace un grito del alma: ¿Cómo es posible, que Jesús sea “golpeado” de nuevo, abandonado, herido y crucificado? ¡Cristo de nuevo crucificado! Algunos han dicho: ¡Es falso, no ha habido Golpe ni hay dictadura! La primera vez tampoco lo creían posible, pero lo hicieron por pensamiento, palabra, obra y omisión. La primera vez y todas las veces siguientes, como en Honduras, muchos desde dentro y desde exterior: siempre han creído que se trata de otro y de otra cosa; siempre han procurado hacer las cosas tranquilizando su conciencia, dando argumentos, aduciendo asuntos de leyes, sin atreverse nunca a confesar a quién le hacían esas cosas. Sin reconocer que hubo Golpe y que hay dictadura. Aceptando negación a democracia, concurriendo a elecciones en dictadura. Negando en Congreso retorno de democracia.
Si hoy terminase sus vidas, ¿de que serían juzgados? ¿Acaso no se les acusaría de su actitud frente a Cristo? ¿No se repetiría Evangelio del Juicio final?
Se les diría, según cómo fue su comportamiento: “¡Malditos, aléjense de mí vayan al fuego eterno…! O: ¡Vengan, los bendecidos por mi Padre!. Tomen posesión del reino… Según tu comportamiento, en estos días de Honduras: ‘Lo que hiciste de bien, conmigo lo hiciste, o lo que no hiciste, conmigo no lo hiciste’ Preguntarán:’ ¿Cuándo Señor te vimos hambriento, desnudo, enfermo, encarcelado, torturado y crucificado? Lo que hiciste por Honduras: pueblo: hombres y mujeres, conmigo lo hiciste. Y lo que no hiciste, conmigo no lo hiciste’.
Muchos y muchas se han pasado toda la vida soñando con Jesús entronizado en el cielo, volando sobre las nubes en espera del día en que había de volver de nuevo como Juez y Triunfador. Pero Él estaba aquí abajo, ellos, codeándose con Él; Él ha estado a su lado humillado,despreciado en el más insignificante de los hombres, atado, clavado por estructuras opresoras, dictatoriales, tan cerca de todos, cuya mirada resbalaba siempre sobre Él cuando querían buscarlo.
Creer en todo esto, nos obligará a actuar con un compromiso real y concreto en el hoy de la realidad y de nuestra historia latinoamericana. Creer que esto sucede y que se realiza delante de nosotros, que vuelve a comenzar, significa que conoceremos una nueva vida, se despertará nuestro corazón. Nos sentiremos contentos de sufrir, de asistirle, de acompañarle; es hermoso sufrir juntamente todos lo que se aman, es hermoso sentirse en la verdad, formar parte de esa inmensa hermandad hondureña y mundial.
La Pasión de Jesús está entre nosotros. ¿Quien va a hace de Juan, de Verónica o de Mujeres que lloran ante el dolor del Cristo, hoy entre nosostros? ¿Quien quiere ser Simón de Cirene, quién María junto al calvario? O, ¿quién Pedro, Judas o Pilato? ¿Quién está dispuesto a comprometerse de verdad por lo recto y justo para Honduras?
La tarea es larga. Queda mucho por hacer. Hay que librar y elegir a Cristo y no a Barrabás.- Dios se hizo Hombre: Jesús. Desde ese momento los derechos humanos son los derechos de Dios mismo. Quien dice amar a Dios y no respeta, defiende o promueve los derechos de hombres y mujeres, es un mentiroso. No ama a Dios.
Jesús nos habla hoy: invita, llama, sugiere, exige sin dominar. Reina no a la manera del mundo. Reina sin gobernar, propaga su verdad sin “conquistar”. Su reinado no crea instituciones de poder temporal, sino que crea la fraternidad. Jesús ante Pilato, sus palabras, ‘nunca suficientemente comprendidas, son las más audaces que jamás pronunció’. ‘Ahí se enfrenta la cúpula del poder autoritario, total e ilimitado, símbolo de realeza y poderío terreno, con un condenado a muerte, solo y débil, pobre y despojado de todo poder; un profeta que había desafiado los dogmas del imperio. El opresor y el oprimido están frente a frente’. Es una escena paradógica y desconcertante. ‘La paradoja está en que Pilato no tenía poder propio, su autoridad era efímera, y el que era propiamente autoridad (rey)… era Jesús. “Tú lo dices: soy rey”. ¿Dónde descansa la autoridad de Jesús y la precariedad de la autoridad del gobernador? En el testimonio de la verdad. Pilato no decía la verdad, no caminaba en la verdad, ni estaba al servicio de la verdad. Jesús era la verdad, y en su vida había enseñado y realizado la verdad. Era testigo de la verdad: “para eso he venido al mundo, para ser testigo de la verdad”. Por eso su autoridad trasciende y perdura más allá de su muerte, sus discípulos se multiplicarán siempre, y cuando nadie recuerde a Pilato, cuando el imperio se haya desplomado, el peculiar reinado de Cristo, basado en la verdad, continuará subsistiendo’. “Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”. ‘Cristo es autoridad no a la manera del mundo, porque sus súbditos no son tales, sino discípulos que libremente escucharon su voz y lo siguen en la causa del Evangelio’. Es la verdad ‘por la que Jesús dio su vida al enfrentarse a Pilato, y sin otra ambición que anunciar el Evangelio de la fraternidad’.- ‘La Iglesia, despojada del poder temporal, pero rica en poder profético, tiene la autoridad de anunciar la justicia, la paz, la fraternidad, el amor, la verdad y la vida’.- Como sacerdote y hombre de Jesús y de su Iglesia, no he reaccionado de inmediato ante hechos hondureños del día 29 de noviembre y posterior acuerdo de Congreso. Con mi dolor de hombre latinoamericano, guardé silencio, tratando de escuchar lo que Dios quería decir. Lo hago ahora con convicción de fe, aportando a éxodo de Honduras, con paz y cariño de hermano. propagando mi credo sin ánimo de dominar ni “conquistar”.
Todo el que es de la verdad escuchará la voz de Jesús.
Con Honduras en mi corazón de pastor.
Padre Eugenio Pizarro Poblete.
Fuente: hablahonduras.com
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