viernes, 25 de septiembre de 2009

Es la hora del pueblo hondureño

Por Pablo Monsanto - Guatemala, 25 de septiembre de 2009

Cuando casi todos creían que el presidente José Manuel Zelaya estaba languideciendo y a punto de ser olvidado, el Presidente penetró y atravesó sorpresivamente gran parte del territorio hondureño, y valientemente se atrincheró en la embajada de Brasil en la capital, Tegucigalpa, para conducir el movimiento político contra los golpistas.

Sólo ese hecho político tiene un enorme contenido que lanza a la vez un mensaje claro: Zelaya está decidido a llegar hasta las últimas consecuencias con tal de derrotar a los golpistas, y rescatar y restaurar la democracia en Honduras. Ese mensaje levanta la moral de lucha del pueblo hondureño y le da confianza en su líder, Manuel Zelaya Rosales.

La sorpresa fue tan grande que los mismos golpistas no lo creían y los lleva, de inmediato, a cometer errores que ponen en evidencia sus grandes debilidades.

Luego, después de que se dan cuenta que era cierta y real la presencia del presidente legitimo en el país, siguen con sus arrebatos prepotentes de patrón, y toman medidas que lo único que logran es empeorar la situación dramáticamente.

Esas medidas están dirigidas a impedir que el pueblo se manifieste en apoyo al presidente legítimo, Manuel Zelaya. Reprimen su libertad a manifestar y expresarse, con la intención desesperada de parar y sofocar el levantamiento pacífico y popular en apoyo a su presidente constitucional. Esas medidas desesperadas paralizan el país; tapan las carreteras y cierran los aeropuertos, sumiendo a Honduras en una crisis profunda y total.

Esa misma actitud, lleva a Micheletti a proponer un diálogo pero con la condición de que el presidente constitucional de Honduras acepte las “elecciones” incondicionalmente; y, a manifestar que está “dispuesto a escuchar pero no a negociar”.

Esa conducta es compartida por todos aquellos que están defendiendo lo que llaman el “status quo” y, de la misma forma, por los voceros de la oligarquía guatemalteca que lo hacen por los diferentes medios.

Según ellos, lo que hay que respetar es el proceso electoral en marcha independientemente de la salida que se le dé a la crisis. Algunos han caído en interpretaciones antojadizas con el propósito de suprimir los meritos y objetivos políticos de la acción valiente y heroica del presidente Zalaya, al decir que él no está en territorio hondureño porque la embajada de Brasil es territorio brasileño.

Los partidarios de los golpistas, tanto dentro como fuera de Honduras, están asustados, pues no esperaban que la situación en el país diera un vuelco tan dramático con el regreso de Zelaya, que logró metérseles hasta la “cocina” sin que se dieran cuenta.

A partir de ese momento, el escenario cambió. A partir de las nueve de la mañana, el tiempo empezó a transcurrir en contra de los golpistas y a favor de la democracia; a favor del pueblo hondureño y en contra de quienes quieren seguir manteniendo el sistema de opresión y explotación. Y es que no existe ninguna justificación valida, ni política, ni jurídica, ni legal o moral para que los que detentan el poder de forma ilegal se mantengan en él.

Los argumentos legalistas que imputan lo que sucede tanto al presidente constitucional José Manuel Zelaya como al golpista Micheletti, tratan de diluir las responsabilidades y las verdaderas causas de la crisis. Señalan una cadena de errores y delitos que atribuyen a la “mediocridad e irresponsabilidad” de los políticos en general; y con esa lectura de los hechos, le dan el beneficio a quienes a todas luces rompieron la legalidad e iniciaron con maniobras fraudulentas, el enfrentamiento violento contra el pueblo hondureño.

Todo mundo sabe cuál es el verdadero trasfondo del asunto: evitar por todos los medios los cambios democráticos, y las reformas económicas y sociales que el pueblo hondureño demanda y necesita.
Por supuesto que también hay otros razonamientos para tratar de evadir la situación real y culpar a los políticos en general sin hacer distinción alguna entre ellos; por ejemplo, la utilización del argumento que “debido a la irresponsabilidad de políticos mareados por el poder” la situación ha llegado hasta donde está.

Con esos argumentos se quejan que “la crisis en Honduras sigue complicando la actividad empresarial”; y agregan que “se trata de una situación en que los principales afectados son los exportadores guatemaltecos, quienes ven cerrados los pasos para sus productos comercializados…” O sea pues, que lo que les duele son las pérdidas de los comerciantes, y no los muertos y heridos, las violaciones a los derechos humanos, ni la represión, persecución y muerte de los hondureños.

Y así, exigen una “inmediata solución” a la crisis, pero la situación ya no da para lo que los oligarcas y sus voceros quieren. Lo que suceda de ahora en adelante será ganancia para el pueblo de Honduras y sus líderes demócratas, progresistas y revolucionarios. Ya nada será igual que antes, sea cual sea la salida, dejará una gran ventaja para quienes luchan por la paz, el desarrollo humano y el progreso económico y social de Honduras. Zelaya se ha agigantado; el zelayismo crecerá y se hará invencible. Llegó la hora para el pueblo de Honduras.

Fuente: Alternativa Nueva Nacion, ANN


Fuente: www.albedrio.org



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