Otra vez quedó en evidencia que los valores de la cúpula castrense saltan en pedazos ante el mínimo coqueteo del dinero, igual que en la década de 1980, ahora frente a un golpe de Estado, han corrido contra todo pronóstico inteligente a defender una dictadura financiada por la geopolítica inmoral de Estados Unidos y por la voraz oligarquía que ha capturado a Honduras. La imagen militar ha rodado de nuevo por la pendiente de la depravación, sólo que esta vez la Junta de Comandantes ha puesto en riesgo la vida de las Fuerzas Armadas, porque han apoyado con fusil y garrote un golpe de Estado en el lugar correcto, pero en el tiempo incorrecto. El mundo ha avanzado, y habrá oficiales aventureros que terminarán escuchando su sentencia por delitos de lesa humanidad en el estrado del Tribunal Penal Internacional de la Haya.
Jhonny Lagos / EL LIBERTADOR
Las Fuerzas Armadas han agregado una página más a la historia de desprestigio militar en Honduras. La condecoración por ejecutar el primer golpe de Estado en el siglo XXI pertenece a los apátridas que desde el seno de la institución maquinan cómo amasar fortunas, aunque el contrato establezca las vidas del pueblo que cegarán, la sumisión del lacayo y conspiración contra la patria que yace en la mujer y el hombre que aspira a vivir satisfecho en su tierra. No importa el auto desprecio a la fatiga cuando cumplen esas horrorosas misiones por paga y mandato de las castas amorales desbordantes de codicia.
La cúpula castrense que dirige el general golpista Romeo Vásquez careció del valor para negarse a los grupos fácticos. Y no extraña, varias veces los militares se han degradado al rango de viles forajidos, y ayer como hoy la dirigencia militar expone de manera peligrosa el futuro del resto de promociones y sus familias, en esta ocasión el ejército ha derramado sangre del pueblo hondureño que, con sus hijos, forma las tropas y, con el sudor del trabajo diario, las alimenta, arma y viste.
A la cúpula de las Fuerzas Armadas sólo le importó el “Espíritu del Cuerpo” entre la Junta de Comandantes, pero traicionaron al resto de oficiales, de promociones, sobre todo, la Décimo Octava, que ha sido dañada desde tiempos del temido general Álvarez Martínez, y quizá la mayoría de esos oficiales no lleguen a culminar sus aspiraciones profesionales, porque con el golpe de Estado político militar fueron vendidos. Ahora el repudio nacional e internacional es contra la institución, no sólo contra los comandantes, debido a la represión salvaje y el sicariato contra la resistencia popular que en las calles defiende el retorno del orden constitucional. A pesar de eso, el general Vásquez ha defendido a pie juntilla a los usurpadores y convertido en usurpadora a las Fuerzas Armadas.
MILITARES OPORTUNISTAS
El Honor, la Lealtad y el Sacrificio de las Fuerzas Armadas comparten el fango, desde que el 28 de junio de 2009 la Junta de Comandantes aprobó lo que la lógica llamaría “Operación Torpeza”. ¿Qué honor puede tener un ejército que agrede, secuestra y mata a su propio pueblo porque defiende el derecho a la libertad? ¿Qué lealtad y qué honor puede tener un ejército que sirve de sostén a la hegemonía de Estados Unidos y se levanta violento contra su propia gente, porque no acepta golpistas y tampoco quiere prestar el territorio para centros regionales de inteligencia y espionaje de Estados Unidos como la base militar estadounidense Palmerola? Esa base, debería generar vergüenza en un militar genuino, pero con estas Fuerzas Armadas sucede todo lo contrario, se sienten felices y llenos de cariño que los gringos los consideren en la repartición de prebendas para sus amiguetes. Antes del golpe de Estado, el pueblo admiraba la solidaridad de las Fuerzas Armadas en esos instantes que la naturaleza se agita, pero en el amanecer del 28 de junio de 2009, día del golpe, los militares crearon hacia ellos una desconfianza social más profunda, que de manera gradual, en las últimas tres décadas, iba quedando en el olvido de las nuevas generaciones.
Y qué decir del lema sacrificio del “brazo armado”, pues bien, hoy sólo pronunciar la palabra suena a sátira ¿puede llamarse sacrificio que los tropas obedezcan a una Junta de Comandantes que sólo piensa en ella, egocéntrica, cuyos actos denotan sin duda que lo menos que le importa es la existencia de la institución?
VIENEN SANCIONES PÉNALES
Se equivocan los que piensan que quedarán impunes los nueve asesinatos perpetrados por efectivos del ejército durante los más de 40 días de gobierno tiránico. La cifra será mayor cuando bajen las aguas de la represión y se instale en el país un Poder Judicial valiente y con moral. Los delitos de lesa humanidad no prescriben y no será extraño que en unos meses o años miremos a los cabecillas del golpe de Estado en el estrado del Tribunal Penal Internacional de la Haya. No mencionamos la Corte Suprema de Justicia de Honduras, porque al enterarse del rompimiento del orden constitucional, algunos de sus magistrados, en lugar de oponerse y denunciar el golpe en ciernes, huyeron como cobardes y enemigos de la ley, Un magistrado se fue a mirar la mujer a España, otro se fue con la familia a visitar Disney. Ya los magistrados hondureños están mal vistos en el mundo por golpistas, incluso, a todos se les debería quitar la visa de Estados Unidos y de Europa. No son confiables, como tampoco son ahora las Fuerzas Armadas, que han demostrado que es más fuerte la embriaguez mental y doctrina de servidumbre inculcada por la Escuela de las Américas y la CIA, que el patriotismo, los magistrados y los militares han confirmado que no pueden vivir en un ambiente de libertad e igualdad, donde la soberanía está en el pueblo. Por mucho que digan, haber participado los ubican en 1940, para ellos es inconcebible la mente moderna de un jurisconsulto o un héroe de 2009.
LA PAGA DE LOS COMANDANTES
Los grupos que han venido controlando los hilos políticos y económicos saben cómo despertar los apetitos de los altos rangos de las Fuerzas Armadas. De esa forma cayeron ayer y hoy los comandantes, ahí tampoco hay Espíritu de Cuerpo porque el dinero del golpe se lo repartió la Junta de Comandantes. Se estima que les fueron entregados unos 11 millones de dólares, eso logró recolectar la Cámara de Comercio e Industrias de Tegucigalpa y otras instituciones que en el marco del golpe actuaron como tesoreras del crimen constitucional.
Si a esa cantidad que supera los 200 millones de lempiras, se suman los 60 millones de lempiras que el Presidente Zelaya entregó a Romeo Vásquez para los gastos de la Cuarta Urna y se quedó con ellos; además los fondos que debió recaudar el Comando Sur de Estados Unidos para la operación. Es claro comprender el porqué a Romeo traicionó a su amigo Zelaya y en los últimos días no ha parado de gritar que las Fuerzas Armadas respaldan al gobierno de facto. Aunque cambien de parecer, los militares íntegros deben pedir cuentas a la Junta de Comandantes que lidera Romeo por la muerte anunciada que se cierne sobre las Fuerzas Armadas. El pueblo no perdonará la traición de los militares y los oficiales valientes no pueden perdonar a la Junta de Comandantes: el daño está hecho y tendrá consecuencias imprevistas para todos los sectores de hondureños.
Fuente: ellibertador.hn
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