jueves, 30 de septiembre de 2010

Crisis sobre crisis


Los pueblos caminan con la barriga, dice el viejo refrán, pero no por viejo menos cierto. En Honduras los granos básicos –maíz, frijol y arroz—son factor principal de la estabilidad social, y su falta tiene un impacto demoledor en la política y en la gobernabilidad.

La sociedad hondureña viene siendo víctima, desde hace aproximadamente tres años, de crisis sucesivas. Una cadena de desgracia que no parece tener fin. Primero fue la crisis del petróleo o energética, luego la crisis económica global, enseguida la crisis política, la crisis pluvial y en el horizonte la crisis alimentaria.

De esta seguidilla de crisis, la única superada en su momento más crítico fue la del petróleo o energética, gracias al acuerdo con Petrocaribe y la adhesión a la ALBA, que pronto fue denunciada por el régimen de facto para devolverle a las transnacionales el pingüe negocio de los carburantes.

Sin embargo, el espectro de una nueva crisis energética no desaparece del todo, y eso lo empieza a experimentar la masa consumidora de energía y la empresa privada con el impuesto indirecto del ajuste por combustible en la factura de la ENEE. La contratación de energía renovable, tal como se presenta, no ofrece alternativa en este sentido.

Las demás crisis –económica, política, pluvial, alimentaria—tienen condiciones acumulativas cada una de ellas, cuya suma tiende a ser naturalmente explosiva. No solamente por su efecto dramático en la ampliación de la pobreza y de la indigencia, sino por la mezcla de desesperación, de rencor, de indignación y de  violencia que genera el hambre cuando es popular y sin esperanza.

Podrá decirse que la crisis económica y la crisis política irán resolviéndose poco a poco, si contamos con un liderazgo que ofrezca soluciones a mediano y largo plazo, lo cual entra en el inmenso mar de las especulaciones. Sobre la crisis pluvial, esto queda, en nuestra manera simplista de ver las cosas, en manos del buen Dios.

Sin embargo, para la crisis alimentaria no hay margen del mediano y largo plazo porque el hambre es la madre de las rebeliones, y, en situaciones extremas, es génesis de revoluciones. Por eso la escasez y la carestía de los alimentos no es apta  para la demagogia gubernamental ni soporta la incapacidad administrativa.

A este respecto es necesario apuntar que las siembras de granos básicos y de la papa, que también es alimento esencial, prácticamente han sido diezmadas por el exceso de lluvia y además por las enfermedades en el caso de la papa. Las estimaciones oficiales sobre este inmenso daño hasta ahora han sido irreales, optimistas hasta la simpleza.

La famosa reserva estratégica de granos básicos, a cargo del Instituto Hondureño de Mercadeo Agrícola (IHMA), prácticamente no existe aun cuando la Secretaría de Agricultura y Ganadería ha dicho que es suficiente para enfrentar la demanda alimentaria.

El Banasupro, como mecanismo de nivelación de la oferta-demanda de los alimentos básicos, se declara impotente para atender la demanda, pues apenas tiene, por ejemplo, 300 quintales de frijol rojo para venderlo al precio regular de mercado. El precio especulativo para el consumidor del frijol rojo ha sufrido, en menos de una semana, un alza estratosférica de 35% --de 55 a 80 lempiras la medida—y apunta a más del 100% en pocos días más.

Como siempre, la escasez es la felicidad de los “coyotes”. De cara a esta situación no hay margen para la espera de la siembra de postrera de granos básicos, principalmente del frijol, que sería tardía en todo sentido. Porque no podrá efectuarse el próximo mes, con la tierra saturada de agua, y con expectativas inciertas para noviembre.

Vemos, entonces, que nos llueve sobre mojado en tiempos de crisis sobre crisis.

Fuente: tiempo.hn

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