lunes, 12 de julio de 2010

A cardenal golpista no interesa sufrimiento de hondureños: “Ya habrá tiempo para hablar de eso”, afirma


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Para el máximo representante de la Iglesia Católica, vale más bendecir ladrillos, que hablar del sufrimiento del pueblo que padeció los embates de la dictadura de Roberto Micheletti, a quien el Cardenal Rodríguez lo cataloga como un “héroe nacional”.

Tegucigalpa. El cardenal golpista Rodríguez no comparte con Jesucristo que hay luchar contra el sufrimiento del pueblo. Prefiere bendecir paredes, codearse con los autores intelectuales del golpe militar, recibir salarios gratuitos a costa del pueblo que paga sus impuestos, que a denunciar los crímenes cometidos por la dictadura de Roberto Micheletti.

En un tono soberbio, el jerarca de la Iglesia Católica, le ha gritado al periodista Richard Smith del Canal 36, cuando le consultaba sobre la problemática social después del golpe de Estado diciéndole que “estamos hablando de un hospital católico...ya habrá tiempo para eso”.

Después de la respuesta que le dio al comunicador social, se metió a un carro de lujo y visiblemente molesto, tiró la puerta sin decir más. El hecho se suscitó después que el cardenal inaugurara un hospital construido por la Universidad Católica de Honduras, que funcionará en la zona sur de la capital. Televidentes que observaron la conducta poco profesional del religioso, están exigiendo a través de los medios de comunicación, que El Vaticano de inmediato expulse de la iglesia y excomulgue al tambíen arzobispo de Tegucigalpa, por haberse prestado a cometer el primer crimen constitucional del siglo XXI en Honduras y por haberse puesto a la orden de los poderosos que también son cómplices de la asonada.

Rodríguez, predijo en julio de 2009 que habría un baño de sangre en Honduras. Hasta la fecha, a partir de la profecía, se han asesinado a casi 170 hondureños que se opusieron al régimen despótico liderado por Micheletti y el clan fascista “Opus Dei”; más de cincuenta mujeres fueron violadas sexualmente por los organismos de seguridad, 3033 detenciones ilegales y un centenar de hondureños se fueron al exilio por las amenazas a muerte que recibieron de los golpistas.

Por otro lado, el obispo Darwin Andino, al igual que el Cardenal, inspiradores espirituales del golpe de Estado y la posterior dictadura, dijo que “unas cuantas muertes no eran nada”.

Fuente: ellibertador.hn

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