Denunció el juez Guillermo López Lone el pasado 6 de mayo, durante la conferencia de prensa anunciando su postura tras ser despedidos de sus cargos varios jueces, que magistrados de la Corte Suprema de Justicia acostumbran llamar personalmente a jueces y juezas con el fin de influir en sus decisiones, especialmente si conocen causas relacionadas con el golpe de Estado.
A la vez, manifestó que ellos, los jueces que se han mantenido autónomos, conocen de la actuación de la citada Corte con el asalto a la institucionalidad del país.
En Honduras se ha despedido cuatro jueces y un defensor público todos ellos con un denominador común: jamás prestarse a las intenciones de sus superiores por lavar el golpe de Estado y mantener una postura digna y proba en el ejercicio de sus funciones.
Ese es su mayor pecado agravado porque jamás callaron, más bien explicaron a viva voz que lo sucedido el fatídico 28 de junio de 2009 no fue “una sucesión constitucional” como se empeñaban en asegurar Jorge Rivera Avilez, actual titular de ese poder y Vilma Morales Montalbán, ex presidenta del mismo y a la vez ideóloga y negociadora del golpismo, hoy dirigiendo (¿será su premio?) la Comisión Nacional de Banca y Seguros.
Hechos como esta “revancha” contra la autonomía judicial, contra el sagrado derecho humano a la libertad de expresión porque no callaron ante la barbarie y eso indignó a quienes tienen secuestrada a la diosa Temis, hace ver pobrísimo el marketing emprendido con el dinero de los ciudadanos, por Mario Canahuati, canciller de este precario estado de derecho, al igual que Ricardo Álvarez, alcalde de Tegucigalpa (con un terrible techo de vidrio como funcionario) para hacer creer al mundo que en Honduras ya están dadas las condiciones para volver a la comunidad internacional.
Y buscando el borrón y cuenta nueva (limosneros, pero con un duro garrote parecido a los toletes asesinos de la policía).
Que manía demagógica tienen los cabecillas de este régimen al repetir y repetir los cuentos trillados olvidándose de la sangre derramada que cae también sobre sus conciencias y sus maquilladas caras que lucen cínicas en la televisión, pretendiendo establecer que en Honduras nadamos en ríos de leche y miel especialmente en el campo de los derechos humanos.
Cuando en realidad se vive un estado de terror estructural en el que aquí se agregan conductas como imponer los dirigentes nacionalistas a sus clientes políticos asaltando las direcciones departamentales, hasta botar a jueces decentes y premiar a los borregos que sólo bajan la cabeza ante las órdenes superiores.
Incluso los que marcharon cumpliendo la orden de sus jefes con las camisas blancas, señala Guillermo López, ahora se sienten avergonzados de sus acciones a diferencia de quienes han defendido la institucionalidad a los que el pueblo sabrá respaldar en esta dura prueba.
El acto de juzgar debe ser un acto resistente, empezando por desconocer a los que pretenden dentro y fuera del Poder Judicial presionar a los togados para manejarlos a su antojo.
Hobbes lo decía muy claro y se lo contamos a Jorge Rivera Avilez y sus nueve colegas que traicionaron la majestad del impartir justicia, las características de un buen juez:
1-Un recto entendimiento de esa principal ley de la naturaleza llamada equidad que depende no de la lectura de los escritos de otros hombres, sino de la bondad de la propia razón natural de un hombre y de su capacidad de reflexión.
2-Un desprecio por las riquezas y honores innecesarios.
3- La capacidad a la hora de juzgar de despojarse de todo miedo, indignación, odio, amor y compasión.
Hay que ver si la insistencia de los que pretenden imponernos su montaje sobre una “Sucesión Constitucional”, no los lleva a cavar su propia tumba profesional al mantener opiniones atentatorias contra la legalidad y sobre todo, porque no han respetado el derecho de opinar de los demás.
Esa soberbia y falta de autocrítica y humildad de los que avasallan desde el poder, les llevan a enterrarse ante el 80 por ciento del pueblo que lleno de asco ante tanta ignominia e irracionalidad cada día está más firme, porque siguen cayendo las máscaras.
Esos crímenes de lesa humanidad, esas violaciones a la Constitución no prescribirán nunca magistrados: cuando pongan sus cabecitas en las mullidas almohadas cada noche, la pesadilla no los dejará jamás: los hombres y mujeres torturados, asesinados, las damas ultrajadas, los niños aterrorizados, nunca morirán en la memoria popular y del mundo civilizado y ustedes tendrán ese filmado en sus cerebros hasta que dejen esta vida terrenal.
Que pena por el efímero y turbio papel que les toca jugar en la vida institucional de Honduras, porque lo que ustedes ignoran o minimizan es imprescriptible y han jugado fatalmente con la dignidad de este pueblo.
Y saben que el dolor que provocaron será permanente como las montañas deforestadas pero vivas de la patria.
Salud a los jueces despedidos por la mano de los aprendices de tiranos. Su ejemplo inspirará las nuevas generaciones de estudiantes de Derecho que aprenden rápidamente que la ley de la selva provoca las más terribles atrocidades en Honduras pero eso no fue suficiente para comprar ni vender a los jueces dignos como Ramón Enrique Barrios, Guillermo López Lone, Luis Chévez, Tirsa Flores y el defensor Osman Fajardo.
Fuente: tiempo.hn
Fuente: tiempo.hn
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