A los mártires de la Resistencia
Sí, sin duda somos los
más dichosos
-los afortunados.
Reinaldo Arenas
Nosotros todavía usamos
gafas en los días soleados
para soportar el resplandor
de la vida
Nosotros todavía
maldecimos bajito en
nuestro pequeño auto de tercera o cuarta
durante el
congestionamiento de las siete de la mañana
o entre dientes en el
micro (por aquello
de no ofender los amanecidos
restos rancios
del dios que todavía
cargamos en el alma)
Nosotros todavía
buscamos un trabajo
entre los escombros del
día o de la noche
para llevar la maravilla
del pan a nuestros hijos
Nosotros aún somos
capaces de correr
–sentir la sangre a
borbotones, sudar como caballos solares,
jadear como una reluciente
máquina, sentir el rojo corazón -
cuando nos siguen los
soldados
y luego, en el refugio, reír,
asegurar que ya
nos hacía falta un poco
de lacrimógena vencida
del Perú
Nosotros todavía
buscamos los paraguas cuando
la tetona de CNN anuncia
la vaguada
Nosotros todavía soñamos
elevar cometas
en el aire de octubre
cuando todo haya pasado
Nosotros todavía
planificamos llevar
nuestra bandera, el bote con vinagre,
pañoleta, gorra con
estrella y ardientes consignas en el pecho
el día de la marcha
Nosotros aún
leemos, escribimos, hacemos
la pancarta,
conspiramos,
queremos ver la era del
poder en nuestras manos
Nosotros –se los digo,
hermanos,
hermanas,
compañeros-
somos los afortunados
Los demás se han ido sin
dejarnos,
duermen
(desorganizados,
desmovilizados
por la
muerte y su peso reprimidos)
bajo siete cuartas
en la eternidad del
polvo y las estrellas
deseando
silenciosamente deseando
estar a nuestro lado
en la rugiente luz
de la vida y la batalla.
Samuel Trigueros
Escritor en Resistencia
(Honduras)
No hay comentarios:
Publicar un comentario