José Miguel Vielma López
Dos acontecimientos y un denominador común: terremotos catastróficos en Haití y golpe de Estado en Honduras: Uno causado por las leyes de la naturaleza, cómplices de la pobreza cultural aprendida, que desde siglos vive el pueblo haitiano. El otro, causado por el empeño del imperialismo moderno, de someter a todo un pueblo con el uso de la fuerza, para desplazar a un presidente legítimamente electo, como lo es Manuel “Mel” Zelaya.
Los terremotos por sí solos no generan desastres como el de la magnitud que ahora está sufriendo Haití. Para que ello suceda, debe existir una población sometida por la corrupción de las instituciones, por las empresas transnacionales, por el pillaje del libre mercado, por la desesperanza, la ausencia alimenticia, el entreguismo y el sometimiento de las potencias imperiales. En Haití, la desestabilización ambiental, la deforestación de la tierra, la improvisación que presentan las construcciones en las principales ciudades, adquiere carácter de catástrofe cuando los sismos se convierten en temblores y los cuerpos sin vida se consiguen debajo de sus escombros.
El apoyo a Haití, al igual que el pueblo Hondureño, debe ser efusivo. Haití necesita de agua, líquidos de larga duración, alimentos, ayuda médica, de rescatistas. Haití, al igual que Honduras, requiere reordenar sus ciudades, reconstruir sus espacios culturales y reiniciar un sistema de relaciones justo, basado en los seres humanos, En Haití y Honduras un pueblo digno se resiste a la opresión. Haití y Honduras es una misma unidad. Es un pueblo que pide el cese a la ocupación imperialista de Estados Unidos. Haití y Honduras es el comienzo del modelo socialista.
Fuente: cultural.argenpress.info
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