jueves, 28 de enero de 2010

¡Hasta pronto, Presidente!

"El principio es la mitad del todo", Pitágoras.
Por Roberto Quesada
Rebanadas de Realidad - Nueva York, 28/01/10.- Hoy 28 el golpe de Estado militar cumpliría siete meses, pero ese aborto del mal no llegó ni a sietemesino. Por supuesto, existen contradicciones, para unos la asunción del presidente Lobo y la salida del hasta ayer presidente de Honduras, Mel, es el acabose del golpe de Estado militar, para otros, al no haberse revertido en plenitud el golpe, el gobierno de Pepe se convierte en una extensión golpista. Pero el encargado de enfrentar este reto y convencer a una gran mayoría del pueblo hondureño de que verdaderamente Honduras anda otros senderos, como el de la reconciliación nacional, es el presidente Porfirio Lobo. Así que, como dice el famoso abogado olanchitense Rassel Tomé, hay que darle el beneficio de la duda, y esperar.
Una característica de los entrevistados de este gobierno es que no desconocen ni esconden que asumen el poder en medio de una crisis política y económica sin precedentes. Y también la urgencia e importancia del reconocimiento internacional. Precisamente en esta búsqueda de credibilidad el presidente Lobo tiene mucho que hacer, ayer mientras con un grupo de periodistas de varias nacionalidades veíamos la toma de posesión, fue tremendo reparo cuando vieron al recién llegado presidente Pepe Lobo, a la par de Vásquez Velásquez recorriendo la cancha del estadio en un jeep. Esto causó enojo, estupor y dudas sobre la libertad de Lobo para gobernar.
Tuve que explicarles que al asumir el presidente, es la tradición, lo recibe para que pase revista de tropas quien esté al mando del Estado Mayor Conjunto, ya puede ser este un santo, una momia o un genocida. Ese día el presidente se convierte en Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, de allí en adelante es su responsabilidad decidir a quien desea tener en este cargo de vital importancia, a quien sólo con su presencia le dificulta las ya de por sí difíciles relaciones internacionales o que para el interior del país sea la careta que horroriza por llevar impresa en la frente: golpe de Estado militar. Y esto, indudablemente, mina ese camino que Lobo ya ha comenzado a recorrer conocido como reconciliación nacional.
No convencí del todo a los colegas periodistas, pero, al menos, quedan en acecho de las decisiones que tome el recién estrenado presidente.
Algo que sorprendió a propios y extraños fue el pueblo hondureño volcado pacíficamente en las calles para darle un “Hasta pronto, Presidente”, como se leía en muchas pancartas. No fue una despedida ni un adiós sino como si con Mel se va una gran parte del pueblo hondureño o Mel se va pero queda en el pueblo mucho de Mel. Los colegas periodistas estaban incrédulos al ver que no obstante que han pasado casi siete meses, ese pueblo, al que también se le conoce como la Resistencia, multitudinariamente estaba allí siéndole leal a su presidente.
Hemos escuchado entrevistas de dirigentes de la Resistencia, para algunos no debe haber diálogo con el gobierno de Pepe Lobo, otros creen que al menos debe escucharse las propuestas del presidente Lobo y es probable que existan algunos de acuerdo con el diálogo.
Creo que en la reconstrucción del país, opinión muy personal, actualmente en caos por gloria y gracia del golpe de Estado militar, excluirse no es la mejor estrategia, mucho menos de la Resistencia que no es otra cosa que el pueblo hondureño. Excluirse puede interpretarse como ceder todos los bienes del pueblo hondureño a una minoría, mientras incluirse con dignidad es ser partícipe de los derechos propios del pueblo. De esta forma el gobierno en el poder tendrá su salida indiscutible: invitamos pero no quisieron comer. Como el presidente Lobo ha reiterado su amplitud de pensamiento, es de suponer que está en capacidad de revisar con todas las partes el Plan de Nación y si tiene fallas reconsiderarlo, y de no ser sustancial, volverlo a redactar.
Si pensamos en función del país, tenemos que hacerlo en frío. Son otros tiempos, pues si se trata de negarse rotundamente al no diálogo sólo puede hacerse teniendo otra metodología que no es otra que la toma del poder a través de las armas. Y eso ya es obsoleto, ya sabemos por los países vecinos la estela de muertes que deja y no conduce a nada. Bueno, ni siquiera a los golpistas de ultraderecha les funcionó.
Al dialogar se puede hacer peticiones y hasta exigencias, por ejemplo no a la impunidad sobre la corrupción y ni olvido ni perdón a quienes cometieron delitos de lesa humanidad, entre estos tiene que ir, obligadamente, la violación a la libertad de expresión. Después de todo, esto ya lo anunció el presidente Lobo y siempre será más fácil obligarlo a que cumpla con la promesa del discurso de toma de posesión a través del diálogo, o teniendo la segunda opción de la toma de las calles de manera pacífica por esa gran Resistencia.
Como los ánimos están tan caldeados en Honduras, es probable que al leer esto haya quienes digan o sugieran que he hablado con el presidente Lobo. Para nada, ya tiempos no converso con Pepe, con quien si lo hago muy seguido es con nuestro querido Mel. No, se trata de pensar en el país y preguntarnos si conviene cuatro años de aislamiento, de sanciones, de hundirnos más en la pobreza. Conviene preguntarse, ¿podrá un pueblo famélico, desnutrido, entristecido, tener las fuerzas para pelear, luchar por los cambios sociales? Que nadie me acuse, es sólo una invitación a conversar. ¿Estaré nostálgico porque llegó un nuevo presidente, o porque se fue Mel de la tierra que más ama, o sencillamente porque hoy 27 de enero es nuestro aniversario de boda y en vez de una cena o fiesta Lucy me ha dedicado unas lágrimas mientras vemos a través de Cholusat Sur y Globo TV el torbellino en el que los golpistas tienen a nuestra Patria? Yo, sin perder el optimismo, al ver nuestro pueblo en las calles, creo que otra historia, ésta para bien, ha comenzado. Despertó.

Roberto Quesada es escritor y diplomático hondureño en resistencia, director de Honduras-USA Resistencia.
Fuente: Rebanadas de realidad
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