Carlos Varela Mejía
Porfirio Lobo Sosa, presidente de los golpistas, con una interpretación reduccionista y falaz de la actual coyuntura, ha propuesto un gobierno de “integración” con fines de “conciliar” a la familia hondureña y de ahí que le está abriendo una puerta para que los candidatos de los cinco partidos participantes en la farsa electoral puedan comer del pastel del poder.
De ahí el nombramiento de Bernard Martínez, quien se hará cargo de una cartera ministerial, supuestamente el Ministerio de Cultura o el INA que fue despreciada por César Hans de la UD por miedo al sindicato cuya dirigencia son disidentes de ese partido supuestamente izquierdista.
El caso es que al señor Bernard Martínez le están dando una oportunidad única en su vida, no creo que vuelva a tener acceso al poder, porque como todo golpista encarna la traición y el cinismo que conlleva. Bernard tendrá que decidir su participación o no participación en vista, cuando los tamales ya están en el último hervor, surgió una oposición de los demás oportunistas de su partido que ayer lo usaron, a pesar de no tener oportunidad de ganar, como punta de lanza en el proceso de preparación de las condiciones subjetivas para dar el golpe y como candidato presidencial participante para darle legitimidad al golpe con la farsa electoral previamente montada. La argolla de su partido ha hecho pública su oposición a que Bernard forme parte del Consejo de Ministros del gobernante entrante ¿Por qué?
Empero qué perderá el señor Martínez si no se pliega a los dictados de los opositores; yo pienso que nada, porque sus oportunidades como político se reducen al triste papel de lacayo de la oligarquía que por el momento olvida la raíz de su origen, y más bien ésta será la oportunidad propicia para lavar sus pecados ante un pueblo que lo repudia por su participación en el golpe de Estado.
Todos los sabemos, antes y después del 28 de junio del 2009, el señor Bernard Martínez participó activamente en las trincheras retrógradas del golpismo, haciendo el papel de soldado búfalo, al seguir directrices y adoptar una posición que nada tiene que ver con su posición social y económica, es decir clasista, ni representa una posición consecuente con la sociedad hondureña cuyas expectativas, hoy por hoy, van más allá de los planteamiento de los políticos tradicionales que no superan la demagogia del oportunista que cumple los lineamientos plutocráticos establecidos desde hace más de 167 años en nuestro país.
Quizás si Bernard Martínez, acepta tal cartera ministerial, tenga una oportunidad de redimirse, arrepintiéndose de sus errores, pero no al estilo de Misael Argeñal, sino con la praxis de una administración que no excluya las aspiraciones populares ni al pueblo garífuna; porque a pesar de su traición hay algunos que creen y están convencidos que él no es megalómano como Juan Ramón Martínez que en su delirio y con una actitud racista niega a sus antepasados negros y a los “mirriñaques” con los que se crió. Entendemos que su megalomanía está ligada al complejo de inferioridad que le provoca el hecho de ser mestizo.
Pero, ya lo dijimos, aunque parezca contradictorio, la redención de éste soldado búfalo, dependerá de una decisión que en este caso se torna personal y no de partido, y que el señor Bernard Martínez acepte su participación en el actual régimen y se rodee de las personas idóneas para realizar un trabajo que resultará difícil por las condiciones de crisis y de fragilidad de un gobierno surgido en el marco de un golpe de Estado, con el agravante que tendrá que recorrer un largo camino, sorteando todo tipo de obstáculos para lograr el reconocimiento internacional.
Fuente: Vos el soberano
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