La semana pasada, y bajo la observación de Estados Unidos, Zelaya firmó con el Gobierno de facto que lo separó del poder a finales de junio un acuerdo con el que se buscaba poner fin a la peor crisis política en varias décadas del pobre país cafetero.
En sus puntos cruciales, la iniciativa pone en manos del Congreso el estudio del retorno de Zelaya al poder, fijaba una fecha para la conformación de un Gobierno de unidad nacional y allanaba el camino para que las elecciones presidenciales del 29 de noviembre sean reconocidas por la comunidad internacional.
Sin embargo Zelaya, en una carta abierta a la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, acusó a Washington de no respetar los acuerdos al 'reconocer las elecciones sin revertir el golpe de estado ni resolver la profunda crisis que afronta nuestro país'.
En la misiva, leída por su asesor Rasel Tomé en las afueras de la sede diplomática de Brasil donde está refugiado Zelaya, se pide además a Clinton 'que aclare al pueblo hondureño si la posición de su país ha sido modificada o ha cambiado sobre la condena al golpe de estado en Honduras'.
Zelaya fue derrocado el 28 de junio, cuando fue obligado a abandonar Honduras a punta de pistola por militares. Tras recoger el apoyo internacional durante su exilio forzado, volvió clandestinamente al país en octubre y se refugió en la embajada de Brasil en Tegucigalpa y presiona para su restitución.
Horas antes de difundir la carta, Zelaya aceptó la decisión de la Junta Directiva del Congreso y sostuvo una disputa con el Gobierno de facto por la formación del Gobierno de unidad nacional.
Zelaya ha advertido de que en caso de no ser restituido esta semana la comunidad internacional desconocería las elecciones, que ya estaban convocadas desde antes de que fuera derrocado y que han sido tomadas como punta de lanza del Gobierno de facto como vía para poner fin a la crisis.
Fuente: www.20minutos.es
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