martes, 17 de noviembre de 2009

Todo indica que habrá elecciones viciadas en Honduras

El golpista Roberto Micheletti, el Congreso y la Corte Suprema demoraron la restitución del presidente derrocado. Piensan “blanquearse” con las elecciones del 29 de noviembre, viciadas en su origen. Habrá boicot de la resistencia.

Por Emilio Marín

Manuel Zelaya, el mandatario derrocado, secuestrado y desterrado el 28 de junio último, no ha sido aún repuesto en la presidencia de Honduras tal como podía desprenderse del acuerdo Tegucigalpa-San José. Este fue suscripto entre los delegados de “Mel” y los del gobierno de facto.

El punto 5 de ese polémico acuerdo estipulaba que el presidente sería restituido por decisión del Congreso. Para hacer las cosas más complicadas y sobre todo lentas, ese Legislativo –que no tenía plazos para hacer efectiva esa vuelta- debía consultar previamente con la Corte Suprema.

Que ese aspecto crucial haya sido colocado en quinto lugar, sobre siete tópicos, y no en el primero, y que haya tenido una redacción tan intrincada, revela que Zelaya hizo demasiadas concesiones a la hora de firmar los papeles.

El punto 1 pautó la formación de un gobierno de unidad nacional entre partidarios de Zelaya y de Micheletti, otra concesión exagerada a quienes dieron el putsch del 28 de junio. Los golpistas debían ir a rendir cuentas ante la justicia por sus crímenes de lesa humanidad de estos cinco meses, en vez de nutrir de representantes un gobierno amplio.

Otro aspecto lamentable de la componenda fue que no se juzgaría a los responsables del golpe cívico-militar ni a los autores de crímenes de manifestantes. El general y golpista Romeo Vázquez Velázquez quedaría limpio.

La pregunta que se impone es por qué Zelaya se dejó embretar con ese documento en cuyos vericuetos se extravió su regreso al poder. Y conste que hasta el 30 de octubre, cuando aquella pieza fue firmada por ambas partes, el mandatario venía cumpliendo un extraordinario papel. Se había negado a reconocer a los golpistas, encabezó un gobierno en el exilio que transitó diversas cancillerías y países del mundo abogando por la democracia, etc.

Incluso, y esto es muy importante, puso en riesgo su pellejo con tres intentos de regreso a su patria, de los cuales dos fueron frustrados por el dispositivo militar y la tercera fue exitosa. El 21 de setiembre llegó de incógnito a Tegucigalpa y fue alojado como huésped por la embajada de Brasil, donde reside con su familia y numerosos colaboradores.

Sin embargo, al desechar una resistencia más combativa que la ya desarrollada y en vista de la tozudez de Micheletti, a Zelaya le pareció que la única vía abierta era firmar aquel papel. Quien más lo presionó en esa dirección fue Estados Unidos, en particular la secretaria de Estado, Hillary Clinton y su representante para América Latina, Thomas Shannon.

Papel mojado

Los 7 puntos del documento firmado el 30 de octubre con mediación de la OEA, ya son papel mojado. No sirven.

Entre el 2 y 3 de noviembre estuvieron en Tegucigalpa Shannon y el representante del Consejo de Seguridad Nacional, Dan Restrepo, y consiguieron apaciguar la creciente furia de Zelaya frente a los incumplimientos.

De todos modos aquél terminó desconociendo el pacto, puesto que puso como última fecha de su reposición el 5 de noviembre. Y el plazo se venció sin pena ni gloria.

Peor aún, en esos días el dictador puso en marcha, unilateral y falazmente, el punto inicial del acuerdo. Anunció la formación de un “gobierno de unidad y reconciliación nacional” que de unidad no tiene nada pues sus integrantes son todos de matriz golpista.

El Congreso de 128 diputados está en receso porque éstos recorren el país en busca de votos para las elecciones del 29 de noviembre, cuando se elegirán presidente y vice, diputados, autoridades provinciales y corregidores. Supuestamente el titular del Legislativo haría el llamado a sesión especial para considerar la posibilidad de reponer a Zelaya, pero aún no hay fecha. Ese Congreso pidió la opinión de la Corte Suprema, y ésta dijo que la emitiría recién el 18 de noviembre, lo que significa que aún en el supuesto caso que fuera favorable a la restitución, y que los legisladores luego la convalidaran, Zelaya sería presidente por tres o cuatro días.

Es de esperar que “Mel” rechace ese convite, porque de lo contrario quedaría como un pelele que simplemente volvió para ponerle la banda presidencial a Porfirio Lobo (Partido Nacional) o Edwin Santos (Partido Liberal), del bipartidismo tradicional, tal cual querían Micheletti, los mandos Shannon.

Lo importante es que después de cometer aquél error, Zelaya se repuso dando por finiquitado el compromiso. En un comunicado a su país y el mundo, planteó: “desconocer bajo estas circunstancias el proceso electoral y sus resultados, y suspender todo apoyo técnico y financiero a dicho proceso, mediante el cual el régimen de facto pretende legitimar el golpe de Estado, la violación masiva de los Derechos Humanos del pueblo hondureño”.

La confrontación entre la democracia y el fascismo está planteado ahora en estos términos: los partidarios de la primera, en vista de que Zelaya no fue repuesto, plantean el boicot a las elecciones; los segundos, quieren que vote la mayor cantidad de gente para legitimar el comicio y culminar su obra.

Mayor confrontación

Hasta el 29 de noviembre, fecha del comicio convocado por las autoridades de facto, se librará una dura confrontación entre los que defienden uno y otro modelo de sociedad.

A instancias de Zelaya, el Mercosur, el Grupo de Río y Unasur, del que es presidente pro-témpore el ecuatoriano Rafael Correa, han exigido el respeto a los derechos humanos en Honduras, el cese del hostigamiento de la embajada de Brasil donde habita el presidente derrocado, etc. Varios de los países miembros de estos bloques ya tenían posición asumida de no reconocer los resultados de los comicios hondureños si no se reponía antes a Zelaya y si no era éste quien los organizara. El Mercosur tomó tal determinación en su última cumbre de Asunción ante una propuesta de Cristina Fernández, y Brasil está ahora más jugado que antes para aplicar esos criterios, luego de las embestidas represivas contra su embajada en Honduras.

Por otro lado el Frente Nacional contra el Golpe, en Tegucigalpa fijó el 9 de noviembre su posición. Advierte que boicoteará las elecciones aún cuando a último momento fuera repuesto Zelaya. Además plantea que después de enero de 2010, cuando se supone que asumirá el nuevo jefe de Estado, retomará la campaña a favor de una Asamblea Constituyente que fije nuevos valores de democracia participativa en la vetusta constitución oligárquica del país.

Uno de los candidatos presidenciales de ese Frente, Carlos Reyes, ya renunció formal y fehacientemente ante el Tribunal Supremo Electoral. Y lo propio están por hacer los candidatos de Unificación Democrática y el PINU, dos partidos menores pero que de todos modos, si concretan su alejamiento, prácticamente dejarían en carrera sólo al Partido Nacional y el Partido Liberal.

Quienes están más indignados con Micheletti y la perspectiva de unas elecciones organizadas por su dictadura, recuerdan la lista de mártires de la resistencia en estos meses. Ellos son Isis Obed Valladares, Pedro Magdiel Muñoz, Roger Abrahán Vallejo, Pedro Pablo Hernández, Juan Gabriel Barahona, José Miguel Osorio, José Milton Rodríguez, Ismael padilla, Félix murillo López. Elvis Jacobo Euceda, Francisco Alvarado, Wendy Elizabeth Ávila, Marco Antonio Villatoro, Mario Contreras, Mateo Antonio Leiva, Olga Osiris Uclés, Ramón García, Roger Bados, Vicky Castillo, Javier Acevedo, Sony Emerson y Jairo Sánchez.

Por otro lado el Frente Nacional contra el golpe habla de 126 muertos por bala policial y militar, donde están incluidos aquellos 22 manifestantes y muchos otros hondureños asesinados de noche, al amparo del toque de queda y el Estado de Sitio.

Ese derramamiento de sangre quedaría en el olvido y la obscena impunidad si Micheletti y los suyos consiguen salir indemnes. En principio cuentan con el visto bueno de Hillary Clinton y el Departamento de Estado, que votarían por el reconocimiento del nuevo gobierno surgido de esas urnas sospechosas. Washington habría dado ya esa seguridad a las autoridades de facto, aún cuando la mayoría de la OEA no lo secunde.

Pero que tengan ese aval de una parte importante del imperio y la obsecuente Colombia de Uribe no significa que aquellas autoridades puedan estabilizar la situación política hondureña ni que los golpistas queden a salvo para siempre. ¿O no se enteraron que en América Latina soplan vientos de cambio? ¿No saben que Jorge R. Videla, Alberto Fujimori y Juan M. Bordaberry están presos?

Fuente: www.tribunahispanausa.com

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