viernes, 2 de octubre de 2009

Un día con Manuel Zelaya

24 horas con un presidente recluido

TEGUCIGALPA - Cada noche, Manuel Zelaya se levanta y recorre sigilosamente la embajada de Brasil en Tegucigalpa para comprobar que todo está en orden, antes de volver a dormir en un colchón colocado en el suelo de la oficina que le sirve de dormitorio.

Como en una cárcel

Después de verificar que todo está tranquilo, el presidente constitucional de Honduras vuelve a acostarse en la oficina-dormitorio, en la que cuelga un retrato del primer mandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva.

La vida cotidiana transcurre como en una cárcel dentro de la embajada, debido a la rutina, las privaciones y a que está sitiada por militares luego de que Zelaya se refugiara en ella el 21 de septiembre, tras retornar al país en forma subrepticia en su intento por recuperar el poder.

Todos los alimentos, ropa y útiles de aseo que llegan a la sede diplomática son revisados por los militares desplegados por el gobernante de facto, Roberto Micheletti, y son olfateados por perros adiestrados.

No cualquier persona puede entrar, pues los soldados prohíben el acceso incluso al personal hondureño de la embajada brasileña.

Agendas de los huéspedes

Al amanecer, los huéspedes de la legación --Zelaya, su esposa Xiomara Castro, medio centenar de seguidores y casi una decena de periodistas-- toman un desayuno frugal y luego inician sus respectivos deberes cotidianos.

"Cada uno tiene una agenda diferente, la primera dama tiene su propia agenda y otras actividades propias", dijo a la AFP Doris García, ministra de la Mujer de Zelaya, una de las siete mujeres en la embajada.

Zelaya, de 57 años, pasa gran parte del día en su estrecha oficina-dormitorio, en el primer piso de la residencia de dos plantas, dedicado a sus esfuerzos por volver al poder, tras haber sido derrocado por un golpe de Estado el 28 de junio.

Al principio ocupaba una oficina más grande en la planta superior, pero fue cambiado por razones de seguridad.

El presidente depuesto es asistido por el abogado Rassel Tomé, el político liberal Carlos Eduardo Reina y el sacerdote Andrés Tamayo, quien además confiesa a los zelayistas y les da la comunión.^

Fuente: www.univision.com

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