La añeja oligarquía hondureña, apoyada por su similar de la región centroamericana, cree que está cerca del triunfo y en esa ínfula triunfalista ha convocado a elecciones como si nada hubiese pasado.
Una afrenta, en primer lugar, contra el pueblo hondureño ante el cual esa rancia pandilla se burla porque dentro de su visión cortoplacista se jacta de que el peor momento de la tempestad ya pasó. Y, en segundo lugar, contra la comunidad internacional honrada que sigue apostando por la legitimidad de la democracia, no así aquellos que para amasar fortuna y preservar sus intereses mezquinos la utilizan a su conveniencia. Entre ellos, la derecha recalcitrante de Estados Unidos y sus lacayos. Empero, ¡cuan equivocados están!
Como enfáticamente señalamos en uno de nuestros números anteriores, la experiencia en la lucha popular que ha adquirido el pueblo hondureño es un salto cualitativo que ya lo ha formado para llevar a cabo un proceso revolucionario que se desembarace de esa camarilla de mafiosos y corruptos que han dado y apoyado el golpe y, promueva a seguir, una Asamblea Constituyente que norme nuevas leyes a la altura de los tiempos en beneficio de las grandes mayorías.
En estos lares, las aguas también andan revueltas. Los golpistas andan siempre en conspiración. Primero, algunos empresaurios y pseudoperiodistas de los medios escritos más reaccionarios del país visitaron al gobierno golpista de Micheletti para manifestarle su respaldo en claro agravio hacia el pueblo hondureño y la democracia en general de cuya tutela siempre se autonombran como sus más acérrimos defensores; luego, les siguió la actual Presidenta del Tribunal Supremo Electoral de Guatemala, Eugenia Villagrán, en un claro ultraje no solo al pueblo hondureño, sino a las máximas autoridades del Gobierno del cual ella forma parte, pues condenando éste el golpe de Estado en la nación hermana, la susodicha funcionaria en representación del máximo órgano electoral del país se arrogó, en clara desobediencia a sus jefes, una decisión que solo le competía al Estado de Guatemala. Razón por la cual las autoridades tuvieron que llamarla al orden y enderezar el barco del NO reconocimiento a los golpistas ni sus acciones, entre ellas la convocatoria a elecciones ni lo que de ello salga.
Para ligar la conspiración, ahora, en estos últimos días, la señora Marta Yolanda Díaz-Durán – nos resistimos a llamarla periodista- en su última chismocolumna publicada el lunes 31 de agosto del corriente en el matutino Siglo XXI, acusa al vicepresidente, el Dr. Rafael Espada, de haberse reunido con Rodrigo Rosenberg antes de que éste fuera asesinado, cuya acción la equipara a la de Judas, con lo cual insinúa que el vicemandatario está involucrado en su asesinato de alguna manera. Por supuesto, como suelen acostumbrar los de su casta, sin aportar ninguna prueba que la respalde más que la de su lengua montaraz.
¿Sintomático, no? Ella como parte del grupúsculo de los de “blanco”, que pidió la separación “temporal” de Álvaro Colom de la presidencia mientras se le investigaba por el “asesinato” de Rosenberg donde éste lo acusó “previamente” a él, su esposa y otros funcionarios de su asesinato y hacían un llamado al ahora señalado para que ocupara la vacante, pues era una persona en la que “confiaban”, ahora lo atacan. ¿Por qué? Por la simpleza de verse desilusionados cuando el Dr. Espada en vez de acuerpar sus designios macabros y golpistas, respaldó la institucionalidad y por ende al Presidente, dejándolos solos con su soledad. No acuerpando acusaciones que no tenían validez alguna pues no estaban respaldadas en prueba contundente alguna.
Ahora, viene uno de los pseudoperiodistas –Jorge Jacobs- que acompañó al grupo de empresarios que fueron a Honduras a presentarle sus respetos a los golpistas y trata de encauzar la metida de pata de su “compañera de chismografía” por el lado de la victimización. En una defensa pueril, con el argumento de una amistad de más de una década con ella, quiere confundir ilegalidad con “represión contra la prensa”. De ilegales y victimarios quieren convertirse en víctimas escudados bajo la sombrilla, espuriamente usada por estos sirvientes de la oligarquía, de la libertad de prensa, expresión y pensamiento.
Acostumbrada esa gran prensa anodina de este país y, por ende sus columnistas, a extorsionar a los ciudadanos, no concibe ahora que, contra las intrigas, las calumnias, las difamaciones, todas ellas tipificadas como faltas a las personas, que ha venido haciendo recurrentemente con toda impunidad lo cual la había colocado, hasta hoy, ante la ley como intocable, ahora exista una demanda contra esos delitos por parte del vicepresidente. Ante esa realidad viene de parte de esos “extorsionistas” la interrogante clásica de los de su casta chismógrafa que raya en el cinismo de los que han tenido el privilegio para destruir o enaltecer personas a su sabor y antojo: “¿Será este el inicio de la represión contra la prensa por parte de los actuales gobernantes?”
Estos privilegios son los que se han ido rompiendo, dando paso a la legalidad y a un verdadero Estado de Derecho que aquí como en Honduras debe cimentarse a pesar del enorme apoyo que estos grupúsculos potentes han tenido del Narco-Estado más poderoso de la tierra –los Estados Unidos de América-.
Por ello, a pesar de la desesperanza que los grandes medios al servicio de la oligarquía quieran entronizar en los pueblos, éstos avanzan a pasos agigantados hacia su liberación. A pesar de los retrocesos con que se quieran equiparar a la fortaleza temporal que tienen los tiranos ante la resistencia del pueblo, sabemos perfectamente que hay tres posibilidades gravitando en torno a sus luchas las cuales éstos deben tener bien claras:
1) El triunfo de las fuerzas conservadoras con su rígido régimen de castas; 2) el agotamiento de los adversarios con la ruina de ambos oponentes. Por supuesto, hacemos la acotación que ambas posibilidades nunca son definitivas. Y, por último, la que está en consonancia con el desarrollo dialéctico de todo hecho y fenómeno en el Universo que es la 3) la prevalencia de las fuerzas de expansión sobre los obstáculos y las resistencias con la insistencia en el desarrollo histórico de la civilización.
Fuerzas conservadoras siempre ha habido, imperios en menor escala pero si por varios milenios, aunque no tan poderosos como el Narco-Estados Unidos de América que hoy por todos los medios pretende frenar “el desarrollo histórico de la civilización” amenazando a quien ubica hoy como su más peligroso enemigo: la Revolución bolivariana cuyo punto de partida es Venezuela pero cuya influencia se extiende por todo el continente y su concepto allende las fronteras de nuestro hemisferio. Para ese fin, la rodea con 7 bases militares en contubernio de otro narco-estado, el mayor productor de cocaína del mundo, Colombia, para recuperar lo que ha ido perdiendo. Apoya procesos anacrónicos como golpes de Estado y sus actores, que es lo que está haciendo en Honduras; lleva a cabo guerras imperialistas y de rapiña en Irak, Afganistán y Pakistán. Bloquea a naciones que no siguen sus designios como la noble y heroica Cuba. Desestabiliza gobiernos democráticos alrededor del planeta. Y, sin embargo, a pesar de toda esa demostración de poderío, los pueblos no son los de antes. Cada uno ha ido creciendo cuantitativa y cualitativamente lo que imprime a las fuerzas revolucionarias un cariz transformador, ideando e inventando nuevas estrategias de lucha que socavan al Imperio, lo debilitan, lo que pronto se traducirá en una decadencia cada vez más visible que llevará a tomar a sus líderes la decisión de rendirse ante la fuerza de la verdad y la realidad. Enfrentar la cruda situación de que hay que adoptar un sistema de producción, distribución y consumo diametralmente diferente al capitalista.
Por eso…
¡Honduras vencerá a los golpistas!
¡Los pueblos del mundo vencerán al terrible y poderoso Imperio!
¡Socialismo o muerte! ¡Venceremos!
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