Ricardo Salgado
El proceso hondureño se aproxima a una etapa decisiva, durante la cual debemos esperar una acelerada embestida de carácter político proveniente del régimen golpista. Las reformas para destrabar el plebiscito y el referéndum en el artículo 5 de la constitución desarticulada con el golpe de Estado de 2009, para hacer una consulta, de cualquier tipo, que les permita dar ropaje de apoyo popular a las líneas de conducción trazadas por el imperio, trasmitidas por la oligarquía e implementadas por la dictadura, son ya un hecho inevitable.
En este punto la resistencia nacional está obligada a trabajar de manera más coherente, firme y ágil, para lo cual deberá superar muchos problemas organizativos que aun afectan el quehacer cotidiano del Frente Nacional de Resistencia Popular. La semana que iniciamos, nos encontramos con retos concretos para el Comité Ejecutivo, para el Comité Político, para los compañeros que recién terminaron su jornada de trabajo en Siguatepeque y para la membresía, que se declara confundida por los acontecimientos.
Iniciemos con todos aquellos que nos declaramos resistencia, pero que, poco a poco, hemos ido dejando huérfano de apoyo popular al movimiento resistente. Hemos acusado en demasía a la dirigencia del Frente por inoperante e intolerante; por obstaculizar nuestra participación y por ser arbitraria en su proceder; que quisiéramos que las acciones fueran más efectivas, y muchas cosas más. Todos estos argumentos comienzan a sonar como excusas, pues hemos abandonado la militancia, y dejado enormes vacíos en el proceso de estructuración de la vida orgánica del FNRP. En pocas palabras, es más fácil para otros decidir por nosotros si no estamos.
Las posibilidades de hacer se incrementan participando de la vida diaria del Frente, donde se encuentran comisiones que necesitan apoyo urgente de muchos y muchas. Un movimiento nacional victorioso requiere de gente que tenga mentalidad vencedora, que sea capaz de despojarse de prejuicios y encontrar los puntos que tiene en común con el resto de la colectividad. Realmente, por difícil que resulte, la vida del frente se hará militando. Si no militamos nos podemos quejar sin voz; levantar el trabajo dentro del frente es una manera clara de fortalecer la resistencia. No hay otra forma de ser partícipes de esta historia; la cosa en este sentido es así de simple.
El Comité Ejecutivo tiene misiones históricas ineludibles, ha dado pasos, aunque a veces parece tambalear, y ahora debe coordinar una Asamblea verdaderamente enfocada, con representación de todos los sectores, con agenda cerrada, y clara, y con participantes muy bien informados. En este sentido, sería de gran beneficio, abundar en materiales informativos para los asambleístas con suficiente anticipación, para que su papel esté acorde a las decisiones que deben tomarse.
El pueblo resistente debe tener acceso a presenciar los debates, sin que nadie utilice esto para desequilibrar, o distraer la atención. En este sentido, el Comité Ejecutivo debería estar en capacidad de poner orden, a toda costa, para mantener el rumbo de la Asamblea. Finalmente los temas que deben ventilarse en esta asamblea, con mucha seriedad, y sin límite de tiempo, deberían ser: a) El proyecto de resolución enviado por el Coordinador General, que propone la creación de una instancia política que comience a comportarse como el brazo político acordado por todas las organizaciones integrantes del frente. Esta propuesta, incluye la organización formal y estructural del fnrp; b) Las restructuración definitiva de la Asamblea General y sus funciones permanentes como órgano supremo del fnrp; c) Ratificar y enriquecer el Comité Político, el cual debería reestructurarse, y considerar otras personas para su integración, pues luce muy corto de visión, utilizar a las mismas personas en todas las comisiones, especialmente esta, en la que han quedado marginadas personas de reconocida experiencia y capacidad.
La Asamblea tiene la oportunidad histórica de cambiar el ritmo de trabajo del Frente Nacional de Resistencia Popular; para ello deberá reconocer asuntos torales como prioritarios para la lucha que se libra en la dirección de la refundación de Honduras. Debe además privar un criterio amplio y pragmático, con dosis razonables de apasionamiento, pero sin perder de vista la correlación de fuerzas existentes en la sociedad hondureña. Sería lamentable que el resultado de esta asamblea fuera más bien panfletario e impregnado de consignas. Además, la coyuntura, el mapa de actores, la correlación de fuerzas que hayan de ser utilizados como insumos para determinar los escenarios posibles a los que nos enfrentamos, deben ser formulados bajo criterios metodológicos sólidos y científicamente válidos.
No se puede escatimar esfuerzos en la provisión de conocimiento y análisis a esta asamblea tan relevante para nuestra historia. Deben olvidarse “confusiones” que pretenden mezclar la esencia estrictamente política de la lucha de la resistencia con el electorerismo tradicional. Hasta ahora es normal encontrar gente definiendo como tendencias del frente a los electoreros y los refundacionales. Este no es el asunto central de la lucha; el electorerismo tradicional no es el camino para resolver el asunto hondureño, pero la refundación no es un fenómeno imaginario, puro, ajeno a los procesos electorales.
Se habla de que no se puede pensar en elecciones antes de tener una Asamblea Nacional Constituyente. Aquí se ve un problema teórico profundo; el país en el que vivimos es un universo en el que convivimos los que resistimos y nos oponemos al golpe de Estado, y pretendemos refundar el Estado, con los que apoyan tanto el cuartelazo como sus resultados; dado que ningún sector puede anular al otro, ambos deberán ventilar sus diferencias y resolverlas en un escenario electoral. De hecho, esta discusión confusa y estéril nos aleja de otro asunto que si es de máxima importancia para provocar un ambiente propicio para una constituyente originaria: el retorno de José Manuel Zelaya Rosales.
Entender el asunto del retorno del presidente, no es de fanatismos ni caudillismos; mucha miopía ha prevalecido hasta este momento alrededor de este tema. Durante 17 meses la derecha más rancia y cobarde del continente ha apostado a anular la figura de Manuel Zelaya, nosotros no hemos hecho nada al respecto. Uno de los ejemplos más claros, se dio en el Examen Periódico Universal en Ginebra, en el que toda la argumentación presentada contra el régimen no menciono ni una sola vez a los desterrados, ni a Manuel Zelaya.
En el ambiente actual, parece que muchos apuestan a sus propias aspiraciones, y no permiten el surgimiento de liderazgos, ni se valora correctamente la importancia del que ya existe. Manuel Zelaya, no importa cuánto le cueste asimilarlo a muchos, no solo es un líder resistente; sino que el golpe de Estado ha demostrado su valor y su significado para el pueblo de Honduras, muchos deberían examinar la historia del país, para darse cuenta de que el camino que ha andado el presidente Zelaya, es único en los últimos 150 años. Le acusamos de terrateniente, líder feudal, caudillo, material histórico pasado, y otra serie de argumentos sin sustento, sin darnos cuenta que él es el único interlocutor con que contamos frente a la dictadura, frente al imperio y frente a los países amigos. Un proceso constituyente sin Zelaya será indudablemente un enorme fiasco, que nosotros debemos evitar a costa de lo que sea.
En este asunto hemos fallado todos, incluso los que se dicen incondicionales de Zelaya. Es difícil visualizar el retorno mientras guardemos silencio, o hagamos tibios llamados en este sentido; además, cometen un error de dimensiones colosales los que piensan que es conveniente que se borre a Zelaya del imaginario colectivo. Si no permiten el surgimiento de nuevos liderazgos y no luchamos sistemáticamente por el retorno, tenemos ya muchos metros de desventaja frente a la oligarquía.
En otro sentido, los compañeros que participaron en el taller convocado por el CODEH, en Siguatepeque, el fin de semana que recién terminó, deben entender exactamente los pasos que están tomando. Sin lugar a dudas su accionar está destinado a producir un importante desarrollo dentro del FNRP, siempre que su acción no llegue a extremos de división tales que la situación sea inmanejable. Sería gravísimo que pensaran que su capacidad puede rebasar abrumadoramente a la del grupo dominante en la conducción del frente; esto traería un colapso que traicionaría la aspiración del pueblo.
Tampoco sería inteligente que el grupo hegemónico en control del Frente ignorará el rechazo que ha generado a través de sus prácticas anti democráticas y discriminadoras. El dialogo interno del que tanto se ha hablado es una obligación que debe abordarse de inmediato, no se puede postergar ni un minuto más; menos aun argumentar falta de tiempo para ello. La unidad se da bajo la premisa de que el interés que prevalece es distinto al personal. Ningún individuo debería considerarse a sí mismo actor social si no es capaz de despojarse de sus personalismos que impiden el avance del proceso.
Es imperativo que esta misma semana se proceda a realizar las rondas de dialogo que el Comité Ejecutivo ya anuncio, pero que han marchado con la lentitud de la evolución, cuando debería llevar el ritmo de una revolución. Además, en este proceso de dialogo deben integrarse muchas personas valiosas que pueden actuar como componedores; este es un proceso serio y definitivo, no se puede abordar de otra manera.
Esta es una semana critica; todos, absolutamente todos tenemos la misión de cumplir; la otra opción es resignarnos con los malditos designios imperiales, que nos arrastran a perder este momento histórico.
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