domingo, 30 de mayo de 2010

La Resistencia: espontánea y ejemplar

Carlos Arita Valdivieso

El lanzamiento de otra huelga como la de 1954 era el sueño dorado del liderazgo sindical progresista, hasta que el golpe de Estado del 28 de junio de 2009 abrió de par en par los portones de un proceso de crisis política y lucha de clases, que dejó completamente atrás la experiencia del 54.

La huelga del 54, en su mejor momento, involucró unos 60 mil obreros, tuvo 70 días de duración y se desarrolló principalmente en la costa norte y en el centro del país. El proceso de lucha abierto el 28 de junio de 2009 ha movilizado a millones de hondureños, se ha escenificado en todo el territorio nacional, desde la capital hasta la última aldea y no se sabe todavía cuándo y cómo terminará.

El sueño nostálgico del 54 está superado con creces, a pesar del debilitamiento en que los acontecimientos sorprendieron al movimiento obrero tradicional.

El intenso y largo proceso sorprendió igualmente a otros actores. La oligarquía y la cúpula militar, por ejemplo, subestimaron la movilización popular y daban por hecho que una combinación de represión salvaje y manipulación mediática, la protesta terminaría en unos tres días o, máximo, una semana.

Esos cálculos se basaban en la experiencia de la protesta política y social en tiempos normales.

Pero a partir del 28 de junio de 2009, Honduras es otra. En tiempos de profunda crisis, como lo registra la historia mundial, hay días que valen por años. Y eso pasó en Honduras a raíz del último golpe de Estado. La conciencia política de los hondureños creció de forma extraordinaria. Nunca había habido una escuela de formación política tan grande y tan masiva, con resultados excelentes en un solo día.

Llenas de una gran espontaneidad y creatividad, las heroicas masas populares resolvieron sobre la marcha (¿o será mejor decir sobre las Marchas?) los problemas que por décadas preocupaban a brillantes pensadores.

Así, surgió el Frente Nacional de Resistencia contra el Golpe de Estado, con la línea de movilización masiva y pacífica en todo el país, para exigir el retorno del Presidente Manuel Zelaya y la restitución de la democracia.

Con el objeto de resolver la incorporación de la clase media a la lucha política, la gente inventó las caravanas de vehículos, para facilitar la movilización de esos sectores que se sentían más seguros protestando en sus propios medios de transporte, dada la represión inmisericorde contra las marchas a pie de la masa popular.

Ante el recrudecimiento de la represión y los asesinatos en las marchas a través de las arterias, bulevares y calles principales de la ciudad, el pueblo trasladó el centro de la movilización a las "barriadas" populares, donde la juventud de los barrios, conocedora del terreno y de los vecindarios, podría enfrentar con más ventaja las embestidas policiales y militares.

Por esas y otras razones, la Resistencia hondureña fue calificada como ejemplar y concitó la admiración universal. Fidel Castro llegó a decir sobre la situación en Honduras: "Allí se engendra una revolución".

Fuente: letralibrehn.com





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