domingo, 7 de marzo de 2010

ESPERANZA…

Oscar Amaya Armijo

A veces te asalta la desesperanza, el deseo de abandonarlo todo, irte por allí en un viaje sin retorno, cuando ves el camino cuesta arriba; que conspira hasta el aire contra tus sueños colectivos e individuales; que el anhelado cambio se diluye cada vez que te acercas a él, como en la historia de Sísifo, el griego; sientes, por Dios, que la cuesta es interminable; que cruje el planeta como un viejo galeón; entonces, tus andamiajes comienzan a ceder, sientes en tus entrañas la sensación de derrumbe, del cielo que se cae en pedazos; que se apaga la utopía que ayer nomás irradiaba luz entre tus pares y, en la cuerda floja de la incertidumbre, crees que ya nada se puede crear, construir porque todo está consumado: se disipan esos sueños como virutas de niebla; pero, eso sí, déjame decirte, que esa sensación de orfandad que sientes ahora frente a la nada, conviértela en bisonte desbocado que es el optimismo, porque la esperanza es lo que menos debe perderse cuando se tiene la certeza de que tocaremos el cielo, y lo haremos para que los niños vuelvan a los ríos cristalinos, a los bosques preñados de trinos, a los crepúsculos que antes sonrojaron a las abuelas, a aquellas cascadas que aún no dejan de beberse el roció, a los frutales que antes anidaron la concordia, en fin, no te derrumbes, pues recogeremos la fe, la haremos volar como una gaviota que alcanza el horizonte, la tomaremos de las alas y repicaremos con ellas las campanas que antes lanzaron al viento todos los anhelos posibles; entonces, todos gritaremos al unísono ¡victoria!, allí donde los umbrales de la libertad comienzan a tejer un mundo compartido.

Fuente: Vos el soberano

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