viernes, 11 de septiembre de 2009

La Honduras de Manuel Zelaya Rosales y la Honduras de los otros

Por Juan Moreno

Si una virtud tiene el funesto golpe de Estado del 28 de junio, es que deja en claro, más transparente que nunca, la existencia de dos Honduras: la Honduras del presidente José Manuel Zelaya Rosales: democrática, solidaria e inmensamente mayoritaria, y la Honduras de los otros: la de los golpistas, digo.

Me explico: La primera Honduras es la de la resistencia, la del presidente José Manuel Zelaya Rosales y Carlos H. Reyes, que se ha levantado en abierta desobediencia civil e insurrección pacífica (PACÍFICA, léase bien) contra la dictadura. Esa Honduras del Frente Nacional de Resistencia, la de las marchas diarias por las calles de los barrios de las ciudades y los caminos rurales; la Honduras de Radio Globo, Cholusatsur, Radio Progreso, “El Libertador”, “RDS-HN”, “Libertad de Expresión”, “Fian –Honduras en Resistencia”, Diario Tiempo. La Honduras digna, socialmente responsable y pacíficamente bravía de Carlos H. Reyes, Rafael Alegría, Juan Barahona, César Ham, Marvin Ponce, Xiomara Castro, Patricia Rodas, Andrés Pavón, Juan Almendares, Julio Escoto, Candelario Reyes, Eduardo Bahr, Diana Canales, Helen Umaña, Rigoberto Paredes, Pompello del Valle, Galel Cárdenas, Bertha Oliva, sólo para mencionar algunos, entre muchos nombres destacados en esta lucha. La Honduras pequeña y mediana empresaria que sufre los embates de la crisis agudizada por el golpe de Estado. La Honduras de los poetas y los intelectuales patriotas, la de los periodistas insurrectos que no aceptan yugos fascistas, la de los maestros, sindicalistas, estudiantes, campesinos y trabajadores de la ciudad; esa Honduras de las amas de casa y de los celebradores de la Palabra, la de los hermanos indígenas y garífunas, la de los protectores del ambiente, la de los padres Milla y Tamayo, la que denuncia a voz en cuello los asesinatos y la persecución política; bueno, ese pueblo muy pueblo de vocación democrática que grita ¡basta ya! a la afrenta perpetrada el 28 de junio, y demanda indignada la inmediata restitución del legítimo presidente de los hondureños José Manuel Zelaya Rosales. Esa es la misma Honduras que clama por la instalación de una Asamblea Nacional Constituyente, el imperio de la justicia social en nuestro país y el castigo de los autores de tantos crímenes. Es la Honduras que reconoce y tolera la diversidad en la unidad, que lucha por una democracia auténtica y busca el mayor bienestar posible para el mayor número de hondureños posible. La Honduras del futuro y de la utopía sin despegar los pies de la tierra.

Y está la otra Honduras: la del puñado de 10 señores feudales y sus servidores que se han adueñado de los tres poderes del Estado, en un intento insensato y torpe (y por ello inútil) por detener el ímpetu de la avanzada histórica que se inauguró en Honduras con la democracia participativa hace cuatro años. Esa Honduras de las diez familias feudales que usan tecnología de punta, no para identificarse con las causas justas sino para dar golpes de Estado con el fin único de proteger sus monopolios y aferrarse de forma egoísta y excluyente a los contratos del Estado. La Honduras estática, involucionada. La Honduras paria de Micheletti y secuaces; la Honduras apestosa de las tristemente célebres Fuerzas Armadas de Honduras; la Honduras de esos dos dinosaurios de la prehistoria política llamados Partido Liberal y Partido Nacional y sus candidatos cínicos y mentirosos; la Honduras de esas conchas vacías y sepulcros blanqueados, conocidos como partido demócrata cristiano y PINU; la Honduras de esa piara de depredadores y corruptos en que se ha convertido la mayoría de los diputados al actual Congreso Nacional; la Honduras de la actual Corte Suprema de Justicia, que ya no halla qué malabares hacer para justificar lo injustificable con leguleyadas de tinterillos carentes de toda ética profesional. La Honduras que reza Padrenuestros para pedir la bendición de actos claramente ilegítimos, ilegales, anticonstitucionales. En fin, la Honduras de vocación golpista y visión cavernaria, la que no puede imaginarse a un país diferente al que ha mantenido bajo su bota feudal desde tiempos coloniales. Esa Honduras que dice que también ayuda a los pobres pero que con su estilo de caridad medieval no educa ni redime, más bien refuerza sus estructuras y relaciones económicas y sociales de naturaleza feudal. Esta es la otra Honduras que ha quedado en evidencia desde el golpe de Estado del 28 de junio: la que en su agonía se resiste a morir con los pataleos del condenado. Esta Honduras feudal del Estado clientelar y clientelista. Esta Honduras del bipartidismo que practica una democracia hipócrita está en agonía. Se acerca el momento de darle la estocada final a esta visión feudal de país. Y que no se preocupen los señores feudales, que en el nuevo orden democrático habrá oportunidades para todos (y todas) sin excepción, incluso ellos. Claro, si es que ellos llegan a estar conscientes del significado de eso que se llama responsabilidad social y compromiso solidario.

Estas son las dos visiones de país enfrentadas hoy en día en Honduras. No me cabe la menor duda del resultado final. El entierro del régimen feudal tomará su tiempo pues cambiar mentalidades feudales no es fácil. La nueva Honduras de la Resistencia nos ofrece a los hondureños la gran oportunidad de dar el salto hacia arriba y hacia adelante. Ha sonado la hora de los políticos responsables y de los estadistas de altura. El golpismo sabe que no puede mantenerse en situación de aislamiento e ingobernabilidad total. La reinstalación de la institucionalidad democrática es la única alternativa.

¡A la reinstalación del legítimo presidente de Honduras, José Manuel Zelaya Rosales, para que termine su período constitucional! ¡Hacia Una Asamblea Nacional Constituyente! ¡No a las elecciones golpistas! ¡Viva el Frente Nacional de la Resistencia! ¡Todos y todas hacia la construcción de la nueva democracia hondureña!

Fuente: porhonduraslibre.blogspot.com
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