martes, 15 de septiembre de 2009

De Gaulle, Vercors y Manuel Zelaya



Podría aparecer absurdo buscar paralelos entre Manuel Zelaya y Charles de Gaulle. Pero las similaridades existen y no son menos instructivas por las grandes y evidentes diferencias entre los dos casos. En un momento en que hay tantos rumores circulando sobre lo que podría pasar en los próximos días en Honduras, vale la pena buscar precedentes.

Paralelos con la situación de Manuel Zelaya


El exilio que vivió de Gaulle después de 1940 no fue el exilio de un Presidente, pero sí fue el exilio de un dirigente nacional. Las características del estatus político en que se encontró comparten muchos aspectos con el limbo político en que ha vivido Manuel Zelaya desde el 28 de junio de este año. Uno ve la misma ambigüedad de los diversos aliados internacionales, la diferencia entre su apoyo público y sus dudas y críticas privadas.

Dentro de su país está el mismo contraste entre el apoyo incondicional al Presidente de una población civil ocupada militarmente y la enemistad hasta la muerte de la élite fascista y sus colaboradores. Está una Resistencia que ha dependido por su impulso y liderazgo principal sobre las organizaciones populares de izquierda. Está la situación político-militar completamente a favor de los militares represores con unas fuerzas de seguridad despiadadas, torturadoras y asesinas.

La actitud de los yanquis hacia el Presidente Zelaya ha sido una actitud humillante, lleno de desdeño. El mismo tratamiento recibió De Gaulle. Notoriamente, durante 1942-43, los estadounidenses miraron a Henri Giraud como su interlocutor preferido. Charles de Gaulle les cayó mal. Sin embargo, fue de Gaulle quien logró imponerse al final de 1943 porque Giraud cumplió aún menos que de Gaulle con el criterio imperante del gobierno y ejército de Estados Unidos: la sumisión.

A lo largo de la guerra en Francia, las bases más comprometidas de la Resistencia desarrollaron su propia agenda radical que fue suprimida con la liberación de la ocupación Nazi y la llegada al poder del gobierno provisional bajo Charles de Gaulle. De Gaulle compartía el anti-comunismo de Roosevelt y Churchill. Una de las prioridades del gobierno provisional dirigido por de Gaulle fue desarmar y neutralizar la Resistencia izquierdista y comunista.

Uno de los hechos más controvertidos de la Liberación de Francia, cuando los Aliados desembarcaron en Normandía, fue el llamado que de Gaulle hizo a la Resistencia a la insurrección general. El episodio más trágico fue la sublevación de 4000 guerreros resistentes en la zona de Vercors. Sin armas pesadas, los resistentes fueron aplastados por una fuerza alemana de hasta 20,000 efectivos con artillería pesada y unidades blindadas. La masacre causó un resentimiento en la Resistencia, especialmente la de izquierda. Acusaron a de Gaulle, los británicos y los Estados Unidos de no haber querido ayudar a los guerrilleros franceses.

El caso de Manuel Zelaya


Al considerar el comportamiento de Manuel Zelaya desde el golpe de Estado militar del 28 de junio se destacan varios elementos. Lo más fundamental es el esfuerzo decidido del gobierno estadounidense de rehusar formalmente designar el hecho como un golpe de Estado militar. Todavía no lo han hecho. Evidentemente, no lo han hecho porque han podido aprovechar su poder de acabar con el golpe en el momento que quieran para presionar a Manuel Zelaya a someterse a su agenda imperialista.

Durante ese período Manuel Zelaya y sus colegas, como su Canciller, Patricia Rodas, han hecho declaraciones alegando que no están negociando, que no están capitulando. Pero los hechos contradicen las declaraciones. En efecto, desde el 28 de junio los estadounidenses han dicho al Presidente Zelaya - "o haces lo que queremos o no te apoyamos y quedarás fuera". Aparentemente por ese motivo, el Presidente Zelaya ha aceptado las condiciones humillantes del Plan Arias.

Parte de ese plan es promover las elecciones en Honduras con las mismas corruptas autoridades legislativas, judiciales y electorales que promovieron el golpe. Otro punto del Plan Arias es de no promover una Asamblea Constituyente Nacional. Y otro punto es aceptar en la práctica que los golpistas retengan control sobre la policía y la seguridad.

El Presidente Zelaya tuvo su oportunidad de actuar de una manera independiente cuando intentó entrar a Honduras en Las Manos el 24 e julio. Decenas de miles de personas respondieron a su llamado de congregarse allí. La respuesta del ejército y de la policía fue masiva y brutal. Cientos de personas fueron heridas. Varios murieron. Cientos de detenidos fueron torturados. Y el Presidente Zelaya no entró. Quedó por una semana en la zona fronteriza en la ciudad de Ocotal sin hacer nada concreto allí.

Llegaron miles de simpatizantes. No se logró organizarlos. Los hondureños en Ocotal fueron fuertemente infiltrados por el régimen golpista. La derecha nicaragüense aprovechó para hacer otro intento de desestabilizar al gobierno de Daniel Ortega. Se hablaba de montar acciones político-militares, pero de una manera aventurera sin ninguna estrategia válida. Entre toda la confusión, en efecto lo que pasó en Ocotal mostró que el Presidente Zelaya iba a tener que someterse a la voluntad del gobierno estadounidense.

Las elecciones espurias


En Honduras, desde inicios de agosto hasta inicios de septiembre el apoyo popular al Frente de Resistencia Nacional y al golpe de Estado creció grandemente. Las dos demandas fundamentales han sido un retorno al orden constitucional con la restitución de Manuel Zelaya y la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente. Las dos cosas no son posibles dentro del marco del Plan Arias, que prohibe al Presidente Zelaya promover una Asamblea Nacional Cosntituyente.

Al pasar la fecha del inicio de la campaña electoral sin el regreso del Presidente Zelaya, las elecciones y todo el proceso electoral han vuelto espurias. Sin embargo, el Presidente Zelaya, hecho prisionero por el Plan Arias, no está llamando plenamente a un boicot de las elecciones. Tampoco llama a convocar a una Asamblea Nacional Constituyente. Aquí vale la pena recordar un elemento fundamental. Políticamente, Manuel Zelaya no es de ninguna forma de la izquierda.

Esto quiere decir que es muy probable, quizás inevitable, una división del Frente Nacional de Resistencia al golpe. Es el liderazgo de la izquierda y del movimiento popular en sus diversas expresiones que ha galvanizado la organización del movimiento de Resistencia. Los líderes del Frente Nacional de Resistencia insisten en la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente y un boicot de las elecciones. Pero una gran parte del Frente son gente de las bases del Partido Liberal que apoyan a Manuel Zelaya.

Eso quiere decir que, si Manuel Zelaya regresa en las próximas semanas comprometido con el Plan Arias, él va a apoyar un proceso electoral y no va a apoyar una Asamblea Constituyente Nacional. Es difícil ver, en esas circunstancias, cómo se mantendrá la unidad del Frente Nacional de Resistencia. Por encima de eso, estará la cuestión del estatus de las leyes y medidas administrativas introducidas bajo el régimen de facto, que incluye la restitución del Servicio Militar Obligatorio.

La situación a mediados de septiembre


Ahora, en el momento de las fiestas patrias del aniversario de la independencia de América Central, están circulando muchos rumores con respecto a qué va a pasar en Honduras. El régimen de facto está en desorden. Líderes populares han notado que en reuniones con el Embajador Hugo Llorens, este representante del gobierno estadounidense ha insistido que van a restituir al Presidente Manuel Zelaya antes del 15 de septiembre.

Entonces, una posibilidad es que el gobierno de Estados Unidos habría amarrado con sus sirvientes en las fuerzas armadas de Honduras un contragolpe y regresarían al Presidente Manuel Zelaya a su cargo presidencial, desprovisto de todo poder real. Así que el Presidente Zelaya probablemente intentará seguir con su proyecto de construir su propio movimiento político, mirando hacia un posible futuro que podría llevar al poder a un aliado político en las elecciones de 2013. Pero es muy posible que el gobierno de Estados Unidos decida que quiere esperar un ratito más, para un momento en que el Presidente Zelaya es todavía más desgastado que ya está.

En ese caso otra posibilidad sería que Manuel Zelaya, decepcionado y frustrado por los gringos, active un plan aventurero más ambicioso que su fracasado intento del 24 de julio. Se ha hablado de un plan de meter al Presidente Zelaya al territorio de Honduras con dos o tres mil hombres armados y llamar al pueblo a encontrarlo tal como se hizo el 24 de julio en la frontera en Las Manos. Supuestamente, esta idea se ha organizado con el apoyo de ex-militares, individuos como Pedrito el Hondureño, Mario "el Tigre" Amaya o el nicaragüense Edén Pastora. Dirigentes del Frente Nacional de Resistencia ven este plan aventurero con horror porque es una receta para una masacre.

Otra posibilidad que el Presidente Zelaya ha indicado en el pasado como una posible estrategia, pero que no ha puesto en la práctica desde el fracaso del 24 de julio, es de entrar a Honduras por cualquier punto clandestino, al margen del Plan Arias. Una variante sería aparecer brevemente para dar ánimo al pueblo y volver a salir clandestinamente de Honduras para después volver a meterse, y seguir así. Esa estrategia apuesta a que la presión internacional y la resistencia popular forzarán al régimen de facto y las fuerzas armadas a negociar términos más aceptables que los del Plan Arias. O, de otra forma con el mismo fin, el Presidente Zelaya podría entrar a Honduras y permitir a los golpistas meterlo preso para provocar niveles de presión internacional e interna mucho más fuertes.

La relevancia de Vercors


Pase lo que pase, una cosa parece estar segura. Para una gran parte del Frente Nacional de Resistencia al golpe de Estado en Honduras, el Presidente Manuel Zelaya ha vuelto ser una figura que complica su lucha por una Asamblea Nacional Constituyente, en vez de facilitarla. Hace poco sentido considerar el inicio del espurio proceso electoral aparte de la clara y categórica aceptación por el gobierno del Presidente Zelaya del Plan Arías.

Elementos del Frente Nacional, como las bases del Partido Liberal que apoyan a Manuel Zelaya y también una parte de la Unificación Democrática, quieren ir a las elecciones. Esto quiere decir que si el Presidente Zelaya regresa, irán a las elecciones aun en un proceso amañado y corrupto, dominado por los poderes legislativas, judiciales y electorales golpistas. Eso legitimará el golpe de Estado, que implicará que el pueblo habrá puesto los muertos, los heridos, los torturados, a favor de una clase política que los mire como poco más que carne de cañón en la batalla por el poder.

Por supuesto, ese acontecimiento dividirá profundamente al Frente Nacional de Resistencia al golpe militar en Honduras. Seguramente, el gobierno de Estados Unidos seguirá apretando al régimen de facto para asegurar que no pierdan su control sobre Manuel Zelaya. Preso del Plan Arias, el Presidente Zelaya no ha llamado plenamente a un boicot de las elecciones y tampoco ha llamado a una Asamblea Nacional Constituyente. Para lograr su objetivo de fundar de nuevo la República de Honduras, parece que la Resistencia al golpe militar en Honduras está cada vez más consciente que, en las condiciones impuestas por el gobierno de Estados Unidos, no pueden esperar mucho del Presidente Manuel Zelaya.

Toni Solo escribe para
www.tortillaconsal.com
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