Karen Bähr Caballero
Interpelado por varios periodistas durante una conferencia de prensa dedicada a las relaciones entre Estados Unidos y América Latina, el Presidente estadounidense, el Señor Barack Obama, afirmó que no posée los medios para dar una solución rápida a la crisis política hondureña. " No puedo puyar un botón y restaurar al Señor Zelaya", afirmó.
http://www.nytimes.com/reuters/2009/08/07/world/international-us-honduras-obama.html
El presidente responde así a los grupos que han criticado la política estadounidense en Honduras pero ahora piden la intervención de ese país. pero esta paradoja en realidad no es tal. Para entenderlo hay que aprehender el verdadero significado de esta demanda.
Lo que está pasando ahorita en Honduras va más allá del 28 de junio. Lo que está pasando ahorita en Honduras es la expresión de una exigencia de democracia por parte de una población que quizo creer el cuento de que las cosas han cambiado desde la época de la guerra fría. Que creyó hoy en día, todas las expresiones políticas pueden construír espacios de participación y canalizar así sus diversas reivindicaiones. Que se creyó el cuento de la democracia, pues. Un cuento que nos han venido contando sucesivas administraciones estadounidenses y las agencias de cooperación que ese país controla.
Los antecedentes más evidentes de ésta exigencia, en el mediano plazo, se encuentran en varios hechos de resonancia nacional : la consolidación de la sociedad civil, la huelga de los fiscales, las demandas de los movimientos ambientalistas comunitarios; el rechazo de las organizaciones populares a la restucturación económica. Y en el largo plazo, en las demandas históricas de justicia social y económica de los años 30, la huelga del 54 y las demandas campesinas de distribución justa de la tierra de los años 60's. Todas demandas que exigían la consolidación del estado de derecho y el ejercicio de la ciudadanía política, social y económica por parte de todas y todos los hondureños.
Lo que está pasando ahora en Honduras es que una población - que tiene bien claro lo que entiende por democracia - está pasandole la cuenta a la democracia a medias, la democracia de fachada que nos han vendido los chanfallas y los chirinos de la era de la gobernabilidad. Esta misma población, siguió con muy buenos ojos, como quién mira una buena telenovela, el proceso de la elección estadounidense y se alegró porque, creyó que en su corolario ganaron Obama y la democracia.
El Señor Obama no puede pretender, como quién puya un botón, borrar con su sola estampa, el carácter histórico de la relación entre los Estados Unidos y Honduras. Ni puede, de ninguna manera, evadir la responsabilidad histórica que tiene su país en la construcción fallida de la democracia hondureña.
No puede puyar otro botón y eludir la oportunidad que se le ofrece ahora de confirmarle a América Latina y al mundo, su verdadero compromiso con la democracia. El Señor Obama no puede puyar otro botón más y dejar de ser el presidente del país más influente del mundo (y ciertamente el más inlfuencia tiene en Honduras) y ser solamente el presidente de los estadounidenses.
Que quede claro: lo que le pedimos al Señor Obama, no es que recurra a los botones de la intervención ilegitima que otras administraciones estadounidenses puyaron con demasiada frecuencia en Honduras. Lo que le exigimos, es que asuma la responsabilidad histórica de su cargo y que aproveche la oprtunidad de correjir las acciones de sus predecesores que con tanta frecuencia obstaculizaron la democratización en Honduras. Que nos muestre que el cambio del que tanto habló en su campaña también se refleja en las relaciones de su país y el nuestro.
Lo que le pedimos al Presidente Obama, es que haga, ni más ni menos, lo que otros países del mundo ya han hecho, es decir condenar el golpe de estado en Honduras más allá del discurso : retire su embajador, congéle todas las ayudas financieras y otras de su país a Honduras, condene sin ambiguedades las violaciones de los derechos humanos que están teniendo lugar en el país de manera cotidiana; multiplique las presiones diplomáticas de su gobierno para restaurar el orden constitucional y el retorno del presidente electo, que aunque no sea el mejor para los Estados Unidos, ni es el mejor para muchos hondureños, fue el que la mayoría de los hondureños que votaron eligió.
Le pedimos también otras medidas, que pueden tener un impacto muy significativo considerando la alienación de la elite hondureña, tales como el retiro de la visa estadounidense a todos los funcionarios golpistas.
La gravedad del caso lo amerita y legitima.
Su cargo viene con muchos botones señor Presidente. Usted escoja.
Interpelado por varios periodistas durante una conferencia de prensa dedicada a las relaciones entre Estados Unidos y América Latina, el Presidente estadounidense, el Señor Barack Obama, afirmó que no posée los medios para dar una solución rápida a la crisis política hondureña. " No puedo puyar un botón y restaurar al Señor Zelaya", afirmó.
http://www.nytimes.com/reuters/2009/08/07/world/international-us-honduras-obama.html
El presidente responde así a los grupos que han criticado la política estadounidense en Honduras pero ahora piden la intervención de ese país. pero esta paradoja en realidad no es tal. Para entenderlo hay que aprehender el verdadero significado de esta demanda.
Lo que está pasando ahorita en Honduras va más allá del 28 de junio. Lo que está pasando ahorita en Honduras es la expresión de una exigencia de democracia por parte de una población que quizo creer el cuento de que las cosas han cambiado desde la época de la guerra fría. Que creyó hoy en día, todas las expresiones políticas pueden construír espacios de participación y canalizar así sus diversas reivindicaiones. Que se creyó el cuento de la democracia, pues. Un cuento que nos han venido contando sucesivas administraciones estadounidenses y las agencias de cooperación que ese país controla.
Los antecedentes más evidentes de ésta exigencia, en el mediano plazo, se encuentran en varios hechos de resonancia nacional : la consolidación de la sociedad civil, la huelga de los fiscales, las demandas de los movimientos ambientalistas comunitarios; el rechazo de las organizaciones populares a la restucturación económica. Y en el largo plazo, en las demandas históricas de justicia social y económica de los años 30, la huelga del 54 y las demandas campesinas de distribución justa de la tierra de los años 60's. Todas demandas que exigían la consolidación del estado de derecho y el ejercicio de la ciudadanía política, social y económica por parte de todas y todos los hondureños.
Lo que está pasando ahora en Honduras es que una población - que tiene bien claro lo que entiende por democracia - está pasandole la cuenta a la democracia a medias, la democracia de fachada que nos han vendido los chanfallas y los chirinos de la era de la gobernabilidad. Esta misma población, siguió con muy buenos ojos, como quién mira una buena telenovela, el proceso de la elección estadounidense y se alegró porque, creyó que en su corolario ganaron Obama y la democracia.
El Señor Obama no puede pretender, como quién puya un botón, borrar con su sola estampa, el carácter histórico de la relación entre los Estados Unidos y Honduras. Ni puede, de ninguna manera, evadir la responsabilidad histórica que tiene su país en la construcción fallida de la democracia hondureña.
No puede puyar otro botón y eludir la oportunidad que se le ofrece ahora de confirmarle a América Latina y al mundo, su verdadero compromiso con la democracia. El Señor Obama no puede puyar otro botón más y dejar de ser el presidente del país más influente del mundo (y ciertamente el más inlfuencia tiene en Honduras) y ser solamente el presidente de los estadounidenses.
Que quede claro: lo que le pedimos al Señor Obama, no es que recurra a los botones de la intervención ilegitima que otras administraciones estadounidenses puyaron con demasiada frecuencia en Honduras. Lo que le exigimos, es que asuma la responsabilidad histórica de su cargo y que aproveche la oprtunidad de correjir las acciones de sus predecesores que con tanta frecuencia obstaculizaron la democratización en Honduras. Que nos muestre que el cambio del que tanto habló en su campaña también se refleja en las relaciones de su país y el nuestro.
Lo que le pedimos al Presidente Obama, es que haga, ni más ni menos, lo que otros países del mundo ya han hecho, es decir condenar el golpe de estado en Honduras más allá del discurso : retire su embajador, congéle todas las ayudas financieras y otras de su país a Honduras, condene sin ambiguedades las violaciones de los derechos humanos que están teniendo lugar en el país de manera cotidiana; multiplique las presiones diplomáticas de su gobierno para restaurar el orden constitucional y el retorno del presidente electo, que aunque no sea el mejor para los Estados Unidos, ni es el mejor para muchos hondureños, fue el que la mayoría de los hondureños que votaron eligió.
Le pedimos también otras medidas, que pueden tener un impacto muy significativo considerando la alienación de la elite hondureña, tales como el retiro de la visa estadounidense a todos los funcionarios golpistas.
La gravedad del caso lo amerita y legitima.
Su cargo viene con muchos botones señor Presidente. Usted escoja.
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