Por el consejo editorial de La Gotera
-No. 6- Guatemala, 7 de julio de 2009 –Año 9-
Después de los acontecimientos del domingo 5 de julio, cuando las fuerzas armadas al servicio incondicional de los golpistas no permitieron el aterrizaje de la nave que llevaba al Presidente José Manuel Zelaya Rosales y al Secretario General de las Naciones, el padre Miguel D’Escoto y minutos antes, haber asesinado impunemente a Isis Obed Murillo, un joven manifestante de apenas 19 años, el pueblo ha vuelto a las calles.
Si los golpistas, entre militares y civiles, pensaron que la represión iba a amedrentar a los ciudadanos, se equivocaron de nuevo. Estos, armados únicamente de coraje tomaron las calles. Y, si alguien se sentía indeciso, los sucesos dominicales lo impulsaron a tomar partido por su país a quien los quebrantadores del orden institucional han metido en un verdadero saco de serpientes.
Pero esas libertades que se han tomado los golpistas no fueran tan desfachatadas si no tuvieran el respaldo de la poderosa nación del norte, los Estados Unidos de América. La patética actuación del vocero del Departamento de Estado, Ian Kelly, nos lo confirmó. Ante un caso tan serio como un rompimiento constitucional, el funcionario contestó todas las preguntas de la prensa con evasivas; con ambigüedades lo que nos llevó a reconocer que aquí hay gato encerrado. Que definitivamente, la nación del norte no estaba comprometida con el restablecimiento constitucional sino con sus intereses hegemónicos que han sido cuestionados en todo el mundo y especialmente en su antiguo patio trasero: América Latina.
Era de esperarse. Los gringos planificaron dicho complot y lo pusieron a andar al ver amenazados sus intereses geoestratégicos cuando Manuel Zelaya expresó que la base Soto Cano, más conocida en tiempos de la guerra fría como Palmerola, iba a ser convertida en un aeropuerto civil. Y, es que está en su derecho dado que ninguna base militar extranjera debiera de estar instalada en un país que se precie de soberano.
Esa decisión presidencial es la verdadera causa. La Cuarta Urna es solo el pretexto político que los golpistas esgrimen, aún utilizando la mentira a la cual se unen los medios abyectos a las corporaciones mediáticas propiedad del Imperio: CNN, FOX, NBC, El País de España, El Nacional de Colombia, El Comercio de Perú, RCTV y Globovisión de Venezuela, El Mercurio de Chile, El Clarín de Argentina y otros de menor rango de cobertura como los diarios de Centroamérica que solo son caja de resonancia de los dictados de Washington a través de CNN.
Soto Cano o Palmerola, se vuelve fundamental para el Imperialismo, encabezado por Estados Unidos, en la contención de las aspiraciones de los pueblos en la lucha por su segunda independencia y soberanía. Aunada a esa iniciativa golpista que afianzaría en el poder a un gobierno totalmente genuflexo a sus intereses, los gringos, ante la reacción popular interna y de la comunidad internacional, han tenido que variar posiciones. Ahora para enfriar las cosas y obtener un reconocimiento a través del diálogo y la negociación con los golpistas han estrenado a su nuevo aliado en el istmo: Ricardo Martinelli, presidente de Panamá quien en un lenguaje oscuro ha dicho que reconoce al presidente Zelaya como el mandatario legítimo pero ofrece sus buenos oficios para ser intermediario entre éste y los golpistas. Y, así los diferentes medios del imperio mascan dicha “salida a la crisis”
y los mandatarios débiles ante las órdenes imperiales también se unen a esa moción.
Ahora bien, el soberano, el pueblo hondureño, es el que realmente tiene la última palabra pues es su futuro el que se juega en esa pequeña nación. Debe conocer quien está detrás del golpe y el por qué los golpistas se han envalentonado en su trinchera. Con esa información, planificar e impulsar medidas urgentes y audaces para que no le arrebaten su triunfo que está a un tiro de piedra, pero debe apretar las tuercas alrededor del vacilante y cada más solo, gobierno de facto. Para ello, es fundamental, imprescindible una huelga general. Toda la actividad económica y comercial debe cesar por tiempo “indefinido” para quitarle oxígeno al régimen. Deben cerrar las fronteras y evitar que productos de otros países lleguen a los comercios y proveer a la población solo de los productos básicos de consumo indispensables. Es un gran sacrificio, pero es un sacrificio necesario que la población mayoritaria debe hacer si quiere realmente recuperar el control y la soberanía en las decisiones en torno a su país.
Por otro lado, establecer una comunicación fluida con militares, mandos medios y tropa, que estén contrarios a las órdenes de sus mayores para convencerlos de pasarse a su lado en la lucha contra el enemigo común y proveer de armas al pueblo. Su ejército debe estar con él en estas horas y abandonar a los golpistas quienes solo buscan sus intereses personales y de clase.
Honduras está hoy en el ojo del huracán. Es el campo de batalla donde se libra una de las cruzadas por el futuro de América bolivariana, por ello, los revolucionarios de América Latina debemos ayudar a nuestros hermanos en su lucha por alcanzar la victoria lo más pronto posible.
La Huelga General es un llamado a la insurrección popular que dará al traste con los planes imperialistas y oligárquicos, que ahora tratan de tomar el rumbo del enfriamiento de las cosas y la apertura de diálogo con los “golpistas” avalando con ello su proceder. Por ello, el pueblo debe actuar con rapidez pues si deja en manos de los politiqueros su destino, está condenado al fracaso. De nada valdrá la sangre de los que han caído y los sufrimientos que han pasado. De nada servirá la angustia e incertidumbre que padecen los cientos de secuestrados por las fuerzas ilegales que están en las cárceles en una afrenta total contra la democracia.
Urge el regreso del presidente electo democráticamente por la mayoría del pueblo hondureño. Si esto no es así se estará mancillando la decisión de la colectividad a favor de un grupúsculo que no solo no llegó por la vía democrática sino que impuso su voluntad a sangre y fuego. Mal precedente para las democracias del mundo y América Latina y, eso, es lo que deberían pensar los mandatarios que apoyan ahora el diálogo con los golpistas y una “salida negociada”. Si esto es así, entonces a los pueblos también les asistirá el derecho de armarse y llegar de nuevo por medio de los fusiles al poder. Será un retroceso del que todos, ricos y pobres, tendremos que lamentar.
Esto no tiene que verse como un juego de posiciones solamente; nI un pulso político, sino una aberración que creíamos superada pero que la derecha, como ya comprobamos, está dispuesta a usar cada vez que lo crea necesario. ¿Quiénes son los cavernarios?
Fuente: www.albedrio.org
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