miércoles, 8 de julio de 2009

Autoritarismo e imaginario conservador en torno a Honduras

Por Mariano González

No hay duda que en Honduras se juega mucho más que la destitución de un presidente. Como se ha insistido en muchos análisis, está en juego el regreso del ejército a la participación política, la naturaleza de los cambios políticos y constitucionales, los límites de la democracia formal, etc. Pero la significación varía de acuerdo al “idioma político” que cada quien hable (G. Steiner).


La derecha también ha percibido que lo sucedido en Honduras es más que una destitución presidencial y se ha lanzado a ofrecer su interpretación del asunto. Por ejemplo, Pedro Trujillo lo dice con mucha sinceridad:


“Si algo ha quedado claro es que la ola despótica que se aproximaba se puede parar. ¡Oyeron todos!: se puede parar. Esto debe ser un mensaje para quienes, estén donde estén, creían poder caminar por encima de las aguas.” (http://www.prensalibre.com.gt/pl/2009/julio/07/323378.html)


Lo que sucedió en Honduras es un mensaje. Es una forma de comunicación. Reformas distintas a las que queremos (los sectores empresariales, de derecha) NO. Insinuación de cambios populares NO. Todo lo que huela a Chávez NO.


Precisamente, la derecha está exultante porque esto significa un retroceso para los “planes de dominio” del mismísimo maligno, es decir, de Chávez. Resulta que esto, incluso, representa un “avance para la democracia”. En opinión de Luis Enrique Pérez:


Destitución de Zelaya constituye un avance de la democracia de Honduras… Y opino que con la destitución del presidente Zelaya, la democracia hondureña ha avanzado; y surge como una luminosa esperanza de los pueblos que son víctimas de gobernantes que invocan la democracia para delinquir y disfrutar de impunidad. (06/07/2009: Siglo XXI)


Si la democracia significa participación popular NO. Las reglas del juego ya están escritas y no se vale cambiarlas. Si se ve, las dos columnas pueden haber sido escritas por la misma persona. Están dichas con un estilo muy similar y más importante, un mismo espíritu. Porque digan lo que digan, sus antipatías se dirigen contra todo lo que huela a izquierda, a Chávez, a cambios populares. Las advertencias claramente formuladas se dirigen, por supuesto, a los gobiernos “dictatoriales” de Venezuela, Bolivia y Ecuador. Pero también a los gobiernos que pretendan apartarse del funcionamiento político y económico “natural” y que quieran cambiar las condiciones del juego. Se está advirtiendo a los gobiernos de El Salvador y también al de Guatemala. Honestamente no se sabe de qué están hablando cuando hablan de democracia. Si para ellos democracia es poder sacar en pijama a Zelaya, de madrugada, con el ejército, entonces se debe estar atentos a su propuesta de democracia (ProReforma).


Pero hay otras formas de argumentación que revelan parte del imaginario de derecha y donde se encuentra un mismo aire de familia. Uno de los argumentos más recurrentes, inspirados en lo que ha dicho el gobierno de facto de Roberto Micheletti ha sido el equiparar a su gobierno con Honduras. Varios lo han seguido y lo presentan así. Ellos dicen que en la OEA y en los foros internacionales se ha escuchado a Manuel Zelaya, pero no a “Honduras”. Se ve el truco. Apelar al nacionalismo más descarado e identificar los intereses de un gobierno de facto con los intereses del país. Claro que se debe estar ciego para negar que dicho gobierno está respaldado por sectores importantes como las instituciones políticas, el ejército, las oligarquías (que no perdonan que uno de los suyos los haya traicionado) y parte de la población hondureña. Aquí en Guatemala, varios escritos aparecen apelando a “Honduras” y los “hondureños”. Que resistan frente a las “amenazas internacionales” ¿? y frente al mismo diablo. Existe un aroma espiritual a inquisición que resulta atrayente a la derecha guatemalteca.[1]


Establecer estrictamente los apoyos que tienen los contendientes en esta lucha (en condiciones desiguales) es muy difícil. Pero hablar por el colectivo “Honduras” es apelar a un imaginario conservador y por supuesto no real. En efecto, ¿qué es Honduras? Es un país centroamericano cruzado de desigualdades, fruto de un modelo económico y político excluyente. También aquí se debe desmontar el discurso de derecha que sigue una de sus estrategias favoritas: apelar al nacionalismo frente a los “enemigos” externos. Pero el engaño no puede durar mucho. Recurrir a “Honduras es:


“la carta “nacionalista” que todos los latinoamericanos conocemos (puesto que los círculos reinantes la utilizan cada vez que conviene) y que, en situaciones de crisis, apela a una ‘nación’ que no existe puesto que nunca se ha intentado política y culturalmente construirla como un emprendimiento colectivo común… La apelación a la ‘unidad de la Patria’ ante las amenazas de ‘los otros’ funciona como convocador ideológico que apela a signos externos, mágicos o vacíos, ante la desoladora realidad social excluyente: la Madre Patria, la selección de fútbol, la bandera, la canción nacional, el desprestigio de los vecinos, las Fuerzas Armadas, el boxeador campeón, el American Idol de Sony. Es un discurso ideológico que desafía a los sentidos más inmediatos puesto que la vestimenta o físico de Micheletti o Ricardo Martinelli (nuevo presidente de Panamá, en estos días), o también de Zelaya, sus estilos de vida, y, en general las fisonomías y actitudes de todas las ‘autoridades’ de estos países, difiere sustancialmente de los aspectos, vocabularios y estilos de sobrevivencia o malamuerte de muchos de sus cautivos ciudadanos. Martinelli y Micheletti o Zelaya parecen lo que son: oligarcas.” (H. Gallardo en http://heliogallardo-americalatina.info/index.php?option=com_content&task=view&id=142&Itemid=1. Todo el artículo de Gallardo es altamente recomendable).


Lo que recuerda que Honduras no es una (también lo recuerda poner toque de queda y reprimir a los manifestantes). Como ocurre en la mayoría de países atravesados de contradicciones y en los que existe explotación, discriminación, empobrecimiento, injusticia no existe “un” solo país. Sino múltiples realidades y múltiples grupos. Grupos con intereses encontrados. Grupos como los empresarios, los militares y otros grupos conservadores que hacen todo lo posible para mantener sus intereses y su posición. Reducir lo que sucede en Honduras a un nivel legal o estrechamente político es perder de vista las fuerzas y grupos que se alinean en este forcejeo.




[1] Apelando a “Honduras” se niega a todos los hondureños y hondureñas que apoyan al gobierno de facto. Allí están los que repudian al gobierno de Micheletti y quieren que regrese el presidente constitucional Manuel Zelaya. Lo cual resulta invisible para algunos. Por ejemplo para Carlos Enrique Zúñiga, quien indica haberlo visto con sus propios ojos: “La violencia y vandalismo es producto de los escasos simpatizantes del Mel y una pandilla de “internacionalistas”. ¿Qué tal?” (http://www.prensalibre.com.gt/pl/2009/julio/07/323383.html). Ante lo que uno solo puede comentar, ¿qué tal?





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