martes, 4 de enero de 2011

La utopía seudoburguesa y la alcantarilla periodística

Ronnie Huete
El periodismo de alcantarilla es un fin que busca la utopía de quienes ostentan el poder mediático en Honduras, promoviendo, vendiendo y defendiendo ambigüedades que repiten constantemente hasta transformar a una mentira como verdadera.
Encerrar a Honduras en un estado ilusionista señalando que para este nuevo año será la recuperación económica, es seguir hilando la utopía seudoburguesa, que intenta desvirtuar los verdaderos hechos que sitúan a la provincia centroamericana en el tercer lugar más peligroso del mundo para ejercer el periodismo después de Paquistán.
Ejercer la comunicación en Honduras es enfrentarse a la intolerancia fascista que evolucionó en el asesinato de 11 periodistas en el recién pasado 2010 y varios amenazados, torturados y exiliados, cuya situación de vida aun los sitúa en un inminente peligro.
Hacerles frente a las familias que controlan el debilitado capital hondureño y que insisten en retrocesos primitivos como golpes de Estado, es atentar con la vida misma de quien menciona con nombres y apellidos quienes son los responsables de las atrocidades que se han cometido después del golpe de Estado del 28 de junio de 2009.
Los pocos periodistas que han mantenido firmemente esta postura en Honduras se encuentran en situaciones paupérrimas, violentándose el derecho al trabajo y a una vida digna, sin embargo tal situación es parte de los que resisten después de la asonada castrense.
Redactar los hechos que afecta la falsa integridad de los que acostumbrados a salir en las páginas sociales de los principales diarios golpistas de Honduras, es clavar otra daga de peligro para aquellos periodistas de a pie y que incansables buscan transmitir al mundo y  sus compatriotas del abismo que se forma en las ya Honduras de pobreza sujeta a los mandatos económicos del imperio estadounidense, y a los que recogen las migajas del mismo, es decir esa desdibujada burguesía.

Los disfrazados
Motivo por el que la utopía de estos hijos del desierto es seguir deformando la realidad que sufren los heroicos pobladores del Bajo Aguan, Zacate Grande, el pueblo negro, indígena y los demás poblados que siguen la emancipación de la patria grande latinoamericana. Pero no de aquellos que en la búsqueda desesperada del oportunismo se disfrazan con los colores rojo y negro para alcanzar un poco de los millones de euros o dólares en “pro de la defensa” de los derechos humanos y la libertad de expresión en una clara complicidad de esa realidad conveniente.
Deformar la verdad hasta conseguir el perfeccionamiento del ilusorio Estado es el propósito de la prostitución maquiladora de la información, cuyas maquinas imprimen cuasi una historia en donde el rey es noble y bueno y sus súbditos son enemigos por no aceptar los mandatos establecidos por su rey, aunque estos afecten los derechos humanos de los que gobierna.
Este feudo escrito no se aleja de las tierras conocidas como Honduras, en donde ser periodista y demandar una mejora en la igualdad social es auto aniquilar sus derechos, es adelantar una muerte o firmar la sentencia de la misma a la vista y parsimonia de los enemigos de la patria, y de los que pregonan su amistad bajo el manto lucrativo que les deja el movimiento social de donde han salido sendos burócratas de la “izquierda”.
Esa patria que han construido los indígenas, campesinos, obreros, negros o la madre abnegada que sirve a sus críos sin importar su edad o sus actuaciones, así son los verdaderos constructores de esta provincia centroamericana situada en el corazón del istmo.
Toda esa falsedad expuesta en los medios de comunicación que satanizan las actuaciones de las personas que resisten ante el régimen militar y político de facto es una utopía seudoburguesa, puesto que la libre información que ahora corre a través de la web es indetenible.

Empuje revolucionario
Los intentos de seguir asesinando la verdadera historia que los juzgará, son fallidos puesto que las herramientas tecnológicas de la comunicación archivan sus artimañas comunicativas.
El empuje revolucionario en la comunicación mundial ha sido más vigoroso, haciéndose notar en el enojo que causa este poderoso auge informativo en los mediáticos de la información al servicio oligárquico. Promoviendo el odio y el asesinato de periodistas, cuya muerte inmortaliza el verdadero legado y compromiso periodístico.
Pero ¿Qué sucede con aquellos periodistas hondureños que cumplen con su responsabilidad de informar subjetivamente con el pueblo? rompiendo con la falsa campaña de imparcialidad y objetividad que venden los medios de comunicación, puesto que tales características son ficticias en un periodismo verdadero para y por el pueblo.
Si bien ese subjetivismo ha llevado a muchos hasta la amenaza de perder la vida por informar y demandar a quienes se oponen al respeto de los derechos humanos y el desarrollo de la igualdad social, a través de los cambios revolucionarios que demanda el inminente progreso humano, se prefiere correr el riesgo antes de practicar un periodismo de alcantarilla.
Al caer a la alcantarilla periodística o periodismo de alcantarilla redactando grotescas realidades como si la población de Honduras y del mundo tuviera la mentalidad de un niño de cuatro años, es como ser un comunicador muerto en vida.
Volviendo a la pregunta de ¿qué pasa?  Con los periodistas hondureños subjetivos para y por el pueblo, la respuesta la tienen aquellos que se preocupan verdaderamente por el libre ejercicio del periodismo y del respeto a la vida de quienes intentan profesarlo.

El autor de este artículo es periodista y corresponsal  voluntario de la revista Caros Amigos editada en são Paulo, Brasil para Centroamérica,  La Agencia informativa Latinoamericana Prensa Latina,  El portal http://desacato.info y el portal de la Universidad Federal de Santa Catarina www.iela.ufsc.br,  ambos editado en Florianópolis, Brasil.

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