Oscar Estrada
Si no resultara tan frustrante, podría pensar que la discución que embarca al fnrp en torno al carril electoral, es hasta constructiva, pues esta discución se ha tenido tantas veces, en tantos escenarios de la historia revolucionaria de tantos pueblos, que Honduras y el FNRP no hacen sino repetir los mismos argumentos.
Ha sido desde el siglo XIX, cuando recién adquiridos los derechos electorales, los partidos social demócratas y socialistas iniciaron la discusión en torno a si las urnas serían un canal o no, para lograr la revolución socialista. De hecho Lenín se planteaba, en los primeros años del siglo XX, antes de la Revolución Bolchevique, que “Nuestra tarea no se limita, en modo alguno, a apoyar las consignas más difundidas de la burguesía reformista. Nosotros mantenemos una política independiente y solo convertimos una consigna en nuestra, a aquellas reformas que interesen incondicionalmente a la lucha revolucionaria, que incondicionalmente contribuyen a elevar la independencia y el grado de conciencia y la combatividad del proletariado. Solamente mediante esta táctica podemos hacer inocuas las reformas desde arriba, reformas que son siempre de doble filo, siempre hipócritas, que encierran siempre trampas burguesas o políticas”
Honduras, es un país secuestrado por el capitalismo-imperialista. Un gran negocio para la oligarquía y sus lacayos nacionales. Nunca es neutral, pues la dominación y el control es la base de su poder económico. Tienen intereses claros y usa la infraestructura del Estado, su aparato jurídico-político, como arma de control social. Pero ese control se desgasta, se degrada, como vimos en la crisis que tuvo su climax con el golpe de Estado de 28/6 y necesita, periódicamente, del ejercicio electoral para legitimar su administración.
En ese sentido, las elecciones del 2009, que colocó en la silla presidencial al ultra derechista y “ex-comunista” Porfirio Lobo Sosa, legitimaron el golpe de Estado de Micheletti. El FNRP no pudo sino observar el circo de los poderosos que nos mostró que si bien las calles son del pueblo, son insuficientes para derrocar al régimen.
Las elecciones, como principal herramienta ideológica del imperialismo, están reguladas por una “carta bajo la manga”, que se guarda siempre la burguesía. Ellos conocen bien sus propias reglas, pues las hicieron a su imagen y semejanza; la flexibilizarán o la harán más rígida, según sea el nivel de la lucha de clases, pero siempre garantizarán ganar de la manera que sea.
Mucho se atacó al partido Unificación Democrática cuando en octubre del 2009 reconocieron que participarían en las elecciones de Noviembre. Sus argumentos nos sonaron vacíos, desesperados, oportunistas, y sus acciones desnudaron que al final no son más que un monigote en manos de la derecha, descartable, como lo fue en su momento el PINU-SD y la DCH.
Hoy esos mismos argumentos vienen del fnrp y parece ser que lo que ayer era un error, una ofrenta a los mártires, una traición, hoy es una acción de realismo, de pragmatismo político.
El imperialismo es nuestro enemigo principal, luego le siguen los oligarcas y burgueses que se alimentan del hambre de los pobres. Ellos tienen viciado el proceso electoral de principio a fin y no darse cuenta de ello, más que una acción inocente, será juzgada con todo el peso de la historia.
Ya veo a los camaradas con la danza de los millones, en campañas publicitarias de sonrisas y promesas vacías, en la gran feria captadora de votos, donde los candidatos serán electos como quien elige modelos o reynas de belleza, imponiéndose el loock revolucionario, para con ello captar al caudal electoral de la Resistencia.
Ya veo los medios de comunicación de la oligarquía, comprobados enemigos del pueblo, aplaudiendo la decisión de participar en las elecciones, planteando que “esto es un ejemplo de civilidad y madurez democrática”. Si esto no es legitimar el golpe de estado, ¿Qué es?
No hay atajos para el proceso revolucionario. Si queremos construir una casa, no podemos comenzar por el techo, pues aunque logremos levantar las tejas, estas caerán sobre nosotrxs y nos aplastarán con todo el peso de nuestros errores.
No podemos caer en el oportunismo electoral de la coyuntura, donde el ritmo de la guerra lo maneja el enemigo y el pueblo organizado debe moverse a su ritmo y con sus reglas. Si el enemigo acelera para salir de la crisis, nosotrxs debemos desacelerar y solo correr cuando estemos segurxs de ganar el combate.
Si queremos construir un país diferente del que han construido los muchos gobiernos de derecha, no podemos hacerlo usando sus partidos politicos como modelos para el Frente. Debemos ser una organización diferente, pero no en un sentido puramente sufragista, donde la gente busque votar por el menos mal de los males, sino realmente revolucionario, donde el pueblo defienda su proceso porque este fue construido desde la base y no, desde el techo.
Los revolucionarios debemos avanzar hacia la construcción de una nueva sociedad, de un nuevo país con valores diferentes a los valores burgueses. Hay que derribar la antigua sociedad y no perfeccionarla o reformarla. Debemos tener cuidado de no dejarnos atrapar por la telaraña de valores burgueses, eso nos entrampará en la vieja sociedad y en lugar de derribarlas contribuiremos a reproducirlas y perpetuarlas.
Rosa Luxemburgo planteaba, que “las reformas pueden contribuir a apaciguar las grandes contradicciones e irracionalidades dentro del sistema de dominación, más no contribuirán nunca a liquidar la dominación”.
Para los pobres hondureños y hondureñas no puede haber capitalismo bueno, capitalismo humano, Gobierno bueno, gobierno humano. Porque este sistema nos explota, nos relega, nos discrimina, nos convierte en seres prescindibles, sobrantes y condenados a la desaparición.
Los revolucionarios tenemos que trabajar lo colectivo, formar al pueblo con los valores de la revolución, movilizarlo para producir cambios reales, no campañas mentirosas para unas elecciones que no traerán más que desepción.
Con las elecciones burguesas estaremos imposibilitando recuperar el espíritu de lucha y rebeldía de la Resistencia, su capacidad de insurreccionarse ante lo injusto que nos oprime y nos explota.
La “democracia” es solo una apariencia, presentada como justa o perfeccionable, pero todo es sólo el reflejo de una infraestructura injusta e inhumana, basada en la explotación de miles de millones de seres humanos por unos cuantos.
Ha sido desde el siglo XIX, cuando recién adquiridos los derechos electorales, los partidos social demócratas y socialistas iniciaron la discusión en torno a si las urnas serían un canal o no, para lograr la revolución socialista. De hecho Lenín se planteaba, en los primeros años del siglo XX, antes de la Revolución Bolchevique, que “Nuestra tarea no se limita, en modo alguno, a apoyar las consignas más difundidas de la burguesía reformista. Nosotros mantenemos una política independiente y solo convertimos una consigna en nuestra, a aquellas reformas que interesen incondicionalmente a la lucha revolucionaria, que incondicionalmente contribuyen a elevar la independencia y el grado de conciencia y la combatividad del proletariado. Solamente mediante esta táctica podemos hacer inocuas las reformas desde arriba, reformas que son siempre de doble filo, siempre hipócritas, que encierran siempre trampas burguesas o políticas”
Honduras, es un país secuestrado por el capitalismo-imperialista. Un gran negocio para la oligarquía y sus lacayos nacionales. Nunca es neutral, pues la dominación y el control es la base de su poder económico. Tienen intereses claros y usa la infraestructura del Estado, su aparato jurídico-político, como arma de control social. Pero ese control se desgasta, se degrada, como vimos en la crisis que tuvo su climax con el golpe de Estado de 28/6 y necesita, periódicamente, del ejercicio electoral para legitimar su administración.
En ese sentido, las elecciones del 2009, que colocó en la silla presidencial al ultra derechista y “ex-comunista” Porfirio Lobo Sosa, legitimaron el golpe de Estado de Micheletti. El FNRP no pudo sino observar el circo de los poderosos que nos mostró que si bien las calles son del pueblo, son insuficientes para derrocar al régimen.
Las elecciones, como principal herramienta ideológica del imperialismo, están reguladas por una “carta bajo la manga”, que se guarda siempre la burguesía. Ellos conocen bien sus propias reglas, pues las hicieron a su imagen y semejanza; la flexibilizarán o la harán más rígida, según sea el nivel de la lucha de clases, pero siempre garantizarán ganar de la manera que sea.
Mucho se atacó al partido Unificación Democrática cuando en octubre del 2009 reconocieron que participarían en las elecciones de Noviembre. Sus argumentos nos sonaron vacíos, desesperados, oportunistas, y sus acciones desnudaron que al final no son más que un monigote en manos de la derecha, descartable, como lo fue en su momento el PINU-SD y la DCH.
Hoy esos mismos argumentos vienen del fnrp y parece ser que lo que ayer era un error, una ofrenta a los mártires, una traición, hoy es una acción de realismo, de pragmatismo político.
El imperialismo es nuestro enemigo principal, luego le siguen los oligarcas y burgueses que se alimentan del hambre de los pobres. Ellos tienen viciado el proceso electoral de principio a fin y no darse cuenta de ello, más que una acción inocente, será juzgada con todo el peso de la historia.
Ya veo a los camaradas con la danza de los millones, en campañas publicitarias de sonrisas y promesas vacías, en la gran feria captadora de votos, donde los candidatos serán electos como quien elige modelos o reynas de belleza, imponiéndose el loock revolucionario, para con ello captar al caudal electoral de la Resistencia.
Ya veo los medios de comunicación de la oligarquía, comprobados enemigos del pueblo, aplaudiendo la decisión de participar en las elecciones, planteando que “esto es un ejemplo de civilidad y madurez democrática”. Si esto no es legitimar el golpe de estado, ¿Qué es?
No hay atajos para el proceso revolucionario. Si queremos construir una casa, no podemos comenzar por el techo, pues aunque logremos levantar las tejas, estas caerán sobre nosotrxs y nos aplastarán con todo el peso de nuestros errores.
No podemos caer en el oportunismo electoral de la coyuntura, donde el ritmo de la guerra lo maneja el enemigo y el pueblo organizado debe moverse a su ritmo y con sus reglas. Si el enemigo acelera para salir de la crisis, nosotrxs debemos desacelerar y solo correr cuando estemos segurxs de ganar el combate.
Si queremos construir un país diferente del que han construido los muchos gobiernos de derecha, no podemos hacerlo usando sus partidos politicos como modelos para el Frente. Debemos ser una organización diferente, pero no en un sentido puramente sufragista, donde la gente busque votar por el menos mal de los males, sino realmente revolucionario, donde el pueblo defienda su proceso porque este fue construido desde la base y no, desde el techo.
Los revolucionarios debemos avanzar hacia la construcción de una nueva sociedad, de un nuevo país con valores diferentes a los valores burgueses. Hay que derribar la antigua sociedad y no perfeccionarla o reformarla. Debemos tener cuidado de no dejarnos atrapar por la telaraña de valores burgueses, eso nos entrampará en la vieja sociedad y en lugar de derribarlas contribuiremos a reproducirlas y perpetuarlas.
Rosa Luxemburgo planteaba, que “las reformas pueden contribuir a apaciguar las grandes contradicciones e irracionalidades dentro del sistema de dominación, más no contribuirán nunca a liquidar la dominación”.
Para los pobres hondureños y hondureñas no puede haber capitalismo bueno, capitalismo humano, Gobierno bueno, gobierno humano. Porque este sistema nos explota, nos relega, nos discrimina, nos convierte en seres prescindibles, sobrantes y condenados a la desaparición.
Los revolucionarios tenemos que trabajar lo colectivo, formar al pueblo con los valores de la revolución, movilizarlo para producir cambios reales, no campañas mentirosas para unas elecciones que no traerán más que desepción.
Con las elecciones burguesas estaremos imposibilitando recuperar el espíritu de lucha y rebeldía de la Resistencia, su capacidad de insurreccionarse ante lo injusto que nos oprime y nos explota.
La “democracia” es solo una apariencia, presentada como justa o perfeccionable, pero todo es sólo el reflejo de una infraestructura injusta e inhumana, basada en la explotación de miles de millones de seres humanos por unos cuantos.
Fuente: oscarlestrada.blogspot.com
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