JUAN ANTONIO MARTINEZ H.
Aun siendo presidente de la nación, ungido como tal por la voluntad mayoritaria del pueblo hondureño, José Manuel Zelaya sorprendió, no solo a sus correligionarios sino a los conservadores y a la misma oligarquía , al declararse “liberal pro-socialista” como una forma de diferenciarse de los liberales “tradicionalistas” que en poco difieren de los conservadores por sus ideas retrógradas, cerradas a todo cambio social. Mel, asimilaba de esta manera, que la ideología de los partidos políticos debe renovarse para sobrevivir y adaptarse mejor a los tiempos modernos.
Casi en su totalidad los partidos de América que se inspiraron en el liberalismo clásico de los siglos XVII y XVIII han desaparecido del escenario político. En Honduras, el Partido Liberal no ha perdido su vigencia porque ha tenido dirigentes visionarios como José Ángel Zúñiga Huete, Ramón Villeda Morales, Modesto Rodas Alvarado y otros más, que han influenciado su mensaje con el pensamiento social a favor de las mayorías desposeídas y opuestas a todo poder dictatorial que sojuzga a los pueblos.
Además, la acción represiva de las dictaduras, comenzando con 16 años del “cariato” hasta los opresivos regímenes militares, templaron el carácter visionario del Partido Liberal, proclive a la libertad y lo colocaron ante los ojos del pueblo hondureño en calidad de víctima por defender causas de justicia. Esto hizo que el Partido Liberal se fortaleciera con el recuerdo de los que se sacrificaron en aquellas luchas y prolongara su vigencia como organización democrática, hasta nuestros días.
Manuel Zelaya Rosales como presidente de la república quiso prestigiar su administración rompiendo el modelo tradicional de gobernar de sus antecesores, induciendo cambios a favor de las mayorías, como una forma de prestigiar también al Partido que lo llevó al poder. Sabía Zelaya que los partidos se gastan en el poder y que era necesario renovar su ideología y ponerla a tono con los nuevos tiempos; por eso se declara liberal pro socialista, aunque tal determinación, haya causado irritación en las elites del conservadurismo criollo y originado la conspiración para desplazarlo del poder.
Al autoproclamarse liberal pro socialista, Zelaya no pretende crear una nueva corriente ideológica sino adoptar una herramienta para luchar contra el neoliberalismo, los monopolios, los oligopolios y el poder avorazado de las transnacionales que no han dado respuesta a los grandes problemas de las mayorías. Esto se desprende de una entrevista que en una pasada ocasión le concediera a un periodista de Radio Neederland, donde además aclaró que promueve la inversión privada, nacional y extranjera pero dentro de un concepto liberal pro socialista que busque realmente servir a la sociedad.
El pro socialismo declarado por Zelaya no es otra cosa que el liberal socialismo que apareció allá por los años treinta del siglo pasado como un sistema integrador de las ideas de justicia y libertad y cuyo principal impulsor fue un político italiano llamado Carlo Roselli, asesinado por el dictador Benito Mussolini en 1937. A decir de algunos sociólogos, esta corriente política es el más remoto antepasado del social liberalismo, del liberalismo progresista y de las corrientes socialdemócratas del liberalismo.
De la decadencia del viejo liberalismo clásico que no respondía a las exigencias de los nuevos tiempos, surge el socialismo que propugna medidas colectivas y una consideración por los problemas sociales. Desde el liberalismo se comienza a tomar conciencia de la clase obrera, se propugna por el establecimiento de la educación laica y obligatoria, suponiendo una mejora de los obreros al incorporarse a la sociedad liberal.
Lo que pretende Zelaya no es otra cosa que reforzar el ideario progresista del Partido Liberal y hacerlo no solo basándose en las leyes sino en la transformación real de las estructuras sociales. Siendo el tema tan complejo podemos resumir que, con la definición de liberal pro socialista que se abroga para sí el ex presidente Zelaya, pretende caracterizar su voluntad de romper todos los esquemas tradicionales de gobernar para impulsar los cambios sociales, postergados por un sistema desigual e injusto para las mayorías oprimidas.
San Pedro Sula noviembre del 2010
Fuente: tiempo.hn
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