sábado, 4 de septiembre de 2010

Manuel Zelaya agradece al pueblo hondureño por apoyarlo para que regrese al país

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“No voy a entregar mis banderas de lucha en forma ingenua y candorosa a mis verdugos y complacer a sus sicarios. He dado todas las pruebas de valor y de principio y ha quedado demostrado nuestras acciones pacificas, frente a las armas de los gorilas”.

Tegucigalpa. Desde Santo Domingo, el ex presidente de Honduras, Manuel Zelaya Rosales, agradece al pueblo hondureño el gesto de solidaridad hacia él, al exigir a través de la declaración soberana su retorno al país y la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente para refundar la Patria, y que a continuación EL LIBERTADOR digital traslada a los lectores la carta enviada por Zelaya

Resistencia de Honduras

Gracias por el apoyo del pueblo para exigir la Constituyente y mi retorno. Gracias por ese millón de firmas del pueblo hondureño en resistencia, gracias al pueblo olanchano, junto hemos construido grandes victorias, como la presidencia del Poder Ciudadano. En mi administración quedó demostrado que si se pueden alcanzar los objetivos por el desarrollo. Que no es cierto que estemos condenados a la pobreza, los resultados son elocuentes, lo reconocen las principales agencias del mundo: CEPAL, BM, BID, FMI, OCDE.

El mayor crecimiento económico sostenido en la historia y la mayor reducción de la pobreza se dieron en el gobierno del Poder Ciudadano, y quedó demostrado también quienes son los enemigos del pueblo y del desarrollo. El Golpe de Estado muestra que los dueños del poder real, los dueños del dinero y las armas no quieren a Honduras y mucho menos reformas que beneficien al pueblo.

Estoy luchando por la Constituyente y terminar mi injustificado destierro. Ellos cometen un delito y el embajador Hugo Llorens no tiene más derecho que nosotros con mi familia de vivir en Honduras. Las cortes en Honduras son las mismas que nombró el dictador, la Fiscalía, el TSC, la Corte la sigue manejando seudo liberales que dieron el golpe de Estado. El poder ejecutivo se lo entregaron al Partido Nacional y se lo repartieron como burgueses.

Lo único que prevalece seguro en el país son los crímenes y las injusticia contra el pueblo y los premios y protección a los golpistas. Estoy insistiendo en la OEA y a la comunidad internacional que en Honduras se den garantías del ejercicio pleno de la democracia, y la libertad y termine la persecución a los opositores en resistencia frente al golpismo.

No voy a entregar mis banderas de lucha en forma ingenua y candorosa a mis verdugos y complacer a sus sicarios. He dado todas las pruebas de valor y de principio y ha quedado demostrado nuestras acciones pacificas, frente a las armas de los gorilas.

Arriesgué mi vida varias veces por el pueblo y regresé a Honduras, mi tierra, el 21 de septiembre bajo fuego militar en pleno golpe, en plena batalla. Después de dos intentos frustrados por los militares en el aeropuerto y en el Ocotal Nicaragua, en el tercero culminé mi retorno para abrazar al heroico pueblo hondureño en resistencia con fuerza y decisión, soporté y resistí más que cualquiera ataques, bombas, envenenadas, torturas, muertes, agresiones, infamias, cerco militar, supresión de garantías, bloqueo a mi familia, clausura de los únicos medios que me apoyaban, estados de sitio, represión diaria, que el pueblo pacíficamente ni nadie pudo desmantelar ni vencer. Solo mi convicción y fuerza espiritual y un puñado de compañeros (a) por cuatro largos meses en la sede del Brasil.

En esta acción, la solidaridad de Lula nos salvó la vida, ahí quiero resaltar el valor de los compañeros que ahí se encuentran, mis amigos Rafael Sarmiento, Rasel Tomé, Mario Padilla, Carlos Tomás Zelaya, Eduardo Muñoz, Manuel Hernández, Mario Ayala, Héctor Rivera, Daniel González, Mario Mendoza, Nulvio Martínez, Gustavo y Felipe Paz, Toni Acosta, Wilson Zelaya, Daniel Castillo, mi hermano Carlos, Xiomara mi esposa, mis hijos, mis sobrinos y mi madre Hortensia.

¿Quién dijo miedo? Eso parece cualquier golpista, menos su servidor o los ciudadanos que he mencionado, tengo sangre india de guerrero. De lo más profundo de las montañas de Olancho, ahí donde nació cinchonero, ahí donde el héroe firmo la paz a cambio de exonerar de impuestos al pueblo en las Vueltas del Ocote. Siempre lucho de frente, pacíficamente, pero con una fuerza moral que carecen los cobardes de la dictadura y oligarquía que para luchar en mi contra tuvieron que usar las armas para desterrarme violentamente a sabiendas de mi inocencia y que estaba desarmado.

Esta historia no ha terminado, le falta un capítulo más y estamos viviéndolo intensamente. Consiguieron despertar al pueblo hondureño que no descansará nunca hasta obtener su libertad.

Fuente: ellibertador.hn


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