Mariana Ríos
Las consecuencias del golpe de Estado del 28 de junio de 2009 en Honduras no pudieron haber sido previstas por los golpistas. Difícil para ellos (conservadores recalcitrantes, anacrónicos dinosaurios) era calcular, en los momentos que planificaron y conspiraron contra Mel Zelaya, una serie de situaciones que se darían a partir del aislamiento internacional al gobierno de facto y del propio saqueo de las arcas públicas, llevado a cabo por los que a punta de armas entraron en la Casa Presidencial y demás instituciones del poder ejecutivo.
Egolpe en Honduras se da en el marco de una gestión de Estado de los últimos años enmarcada en el modelo económico neoliberal capitalista. El modelo hondureño ha producido pobreza y dependencia económica y ha mostrado un agotamiento en términos sociales, situación que se puede resumir mencionando que un 65 por ciento de su población se encuentra sumida bajo la línea de pobreza.
A pesar que el gobierno del presidente Zelaya en sus primeros dos años siguió las recetas económicas del Fondo Monetario Internacional (FMI), sostuvo su promesa de campaña de no imponer nuevas medidas económicas o paquetazos. En el resto de su administración tuvo intenciones de suavizar el modelo a través de la implantación de medidas que atendieran las demandas de los movimientos sociales y organizaciones populares. Se dio la orden, por ejemplo, de incrementar el salario mínimo, y también se modificó el método de compra de combustibles, lo que le enfrentó a los sectores empresariales más poderosos del país.
Estas medidas, entre otras, provocaron el inicio de una pugna constante del gobierno con la oligarquía hondureña, pugna que terminaría derivando en el golpe de Estado que tiene hasta hoy a nuestro país sumido en la peor crisis económica de su historia reciente.
Los impactos económicos del golpe han sido tremendos. En este momento se puede hablar de un Estado en bancarrota, con un gobierno continuista del golpe que con desesperación intenta su reconocimiento para volver a acceder a fondos de programas financieros de organismos internacionales y países que, tradicionalmente, habían dinamizado la economía hondureña.
Economía de Honduras en etapa neoliberal
El neoliberalismo entró formalmente en Honduras a principios de la década de 1990. A la cabeza del ejecutivo se encontraba Rafael Leonardo Callejas, quien llegó hasta Casa Presidencial por el Partido Nacional (institución política conservadora que ahora mismo se encuentra en el poder por medio de elecciones fraudulentas).
El modelo neoliberal perseguía la estabilización de la economía y el crecimiento económico a través de la liberalización de los mercados y laese marco se han venido dando varios paquetes de medidas económicas que, al final, no han tenido más consecuencias que la concentración de la riqueza en unas pocas personas.
Durante 20 años Honduras ha seguido el plan neoliberal a rajatabla: reestructuración de la economía, liberalización de los mercados, estabilización de la macroeconomía y firma de tratados de libre comercio. Hasta ahora los efectos de estas medidas no han mejorado la situación social de las grandes mayorías empobrecidas en el país.
Es precisamente en este contexto que el presidente Zelaya decide hacer algunos cambios en sus políticas y buscar nuevas relaciones con los países de América del Sur para establecer nuevas formas de comercio solidario y condenar las ya agotadas recomendaciones del FMI. Pero éstas y otras acciones le cuestan un golpe de Estado.
Las consecuencias inmediatas del golpe
El 28 de junio, día en que se ejecuta el golpe de Estado, comienzan los problemas para la economía nacional. La reacción del pueblo a través de movilizaciones en las calles, a nivel nacional, pone en aprietos a los golpistas y de inmediato comienzan los estados de sitio y toques de queda, que dan como resultado una inmediata paralización de la economía principalmente en las ciudades más importantes del país.
El aislamiento internacional no se hace esperar: comienza a darse desde el mismo día de golpe una respuesta al gobierno de facto. Se reúne la Asamblea de la Organización de Estados Americanos (OEA) y emite la resolución de expulsar a Honduras. Días después se unen a la condena los organismos internacionales y centroamericanos de financiamiento. Condenan al gobierno de Micheletti los siguientes: Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA), Grupo de Río, Grupo de TUXTLA (Centroamérica, México y Colombia), Unión Europea, Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) y Sistema de Integración Centroamericano (SICA).
Esto ocasiona el congelamiento de los desembolsos programados desde algunos de estos organismos, así como el cierre de fronteras. Todo ello provoca grandes pérdidas a los productores y productoras hondureñas y centroamericanas.
Crisis en indicadores
Según un estudio elaborado por el Grupo de Sociedad Civil (GSC), se estima que el país dejó de percibir alrededor de 2.219,3 millones de lempiras previstas en el presupuesto de 2009 (1.629,00 en préstamos y 590,3 en donaciones sólo de USAID, Comisión Europea y Cuenta del Milenio).
Mario Bustillo, director de la Cámara de Comercio e Industria de Tegucigalpa (CCIT), institución golpista, declaró que estimaban que sólo el 60 por ciento de los negocios habían estado en funcionamiento durante las primeras semanas del golpe.
Pero las consecuencias del golpe no sólo se sentirán en el último semestre del año. Veamos algunos indicadores macroeconómicos.
Según Wilfredo Girón, las principales de algunos indicadores. El Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE) refleja los cambios bruscos en la economía producto de la coyuntura.
Comparado con el mes de noviembre de 2008, el IMAE cayó un 4 por ciento. Las actividades económicas más afectadas fueron la construcción y el comercio. El rubro de la construcción cayó en un 50 por ciento a un mes del golpe, mientras que el comercio disminuyó un 11 por ciento (julio), un 17 por ciento (septiembre) y un 21 por ciento (noviembre).
El Producto Interior Bruto (PIB) tuvo un comportamiento relativamente bueno en los últimos años en Honduras, y la caída a partir de 2008 se debe principalmente a la crisis internacional. Pero su caída más drástica en la historia reciente se da por la crisis causada por el golpe de Estado.
Según Francisco Saravia, el Banco Central de Honduras (BCH) reportó una tasa negativa de crecimiento económico de -3,1 por ciento, la peor en Centroamérica. Esta caída supera, con creces, a las registradas en 1994 (-1,6 por ciento), provocada por la crisis energética; a la de 1999, debida al Huracán Mitch (1,9 por ciento); y a las pérdidas de 1982 y 1983.
Según el investigador Francisco Saravia, "si las proyecciones del programa monetario para 2009 estimaban un crecimiento de dos por ciento valorando los impactos de la crisis financiera internacional, esto quiere decir que el decrecimiento real de la economía en el 2009, producto de la crisis político institucional, fue de aproximadamente el 5,3 por ciento”.
Esto se tradujo, a su vez, en una fuerte contracción de la inversión bruta interna, que experimentó una caída del 29 por ciento, mientras que el consumo se contrajo en un 2,1 por ciento. Con esto, Honduras dejó de ser una de las economías más dinámicas de la región centroamericana, como lo había sido en 2006 y parte de 2007.
Crisis y empleo
Saravia explica la crisis económica a raíz de la caída del producto, la inversión y el consumo, lo que afecta a sectores generadores de empleo tales como la construcción, la industria manufacturera y la agricultura.
La construcción y la industria manufacturera fueron los sectores más afectados por la crisis: registraron una contracción del 6,0 y el 5 por ciento, respectivamente. El sector agropecuario decreció más de un 3 por ciento. En promedio, estos sectores generan el 43 por ciento del empleo de la Población Económicamente Activa (PEA) en el país, de ahí que su impacto pueda ser fuerte en la generación de puestos de trabajo.
La industria maquiladora, una de las mayores fuentes de empleo, presenta una contracción de sus exportaciones del 19,9 por ciento y una caída del 19,6 en sus importaciones, reflejo de la disminución en la demanda externa de estos bienes. El turismo, uno de los ejes generadores de empleo, también se vio muy afectado (el rubro de hoteles, comercio y restaurantes registra una caída del 7,1 por ciento).
Muy importante es además la caída de las finanzas públicas, que muestran también una tremenda reducción de ingresos. Los ingresos fiscales disminuyeron en un 13 por ciento en términos reales, es decir, aún manejando la variable inflación. Las restricciones presupuestarias elevaron el endeudamiento interno en casi un 80 por ciento (pasó del 3,5 por ciento del PIB en 2008 al 5,9 en 2009).
Saravia explica también que las remesas sufrieron una fuerte disminución y tuvieron una merma del 11,1 por ciento con respecto a 2008. Otro indicador de mucha importancia es la inversión extranjera. En los últimos años ésta había observado un buen comportamiento, pero en 2009 cayó en un 40,8 por ciento (lo que supone un total de unos 484,9 millones de dólares).
Inseguridad y cambio
Es importante entender que todo esto es producto directo de la inestabilidad en el país. La inseguridad provocada por las convulsiones a raíz del golpe de Estado se tradujeron en inseguridad para la inversión extranjera.
El impacto es realmente sin precedentes. Como bien lo señalan los indicadores, ni la crisis energética de 1994 ni el huracán Mitch, que devastó el sector productivo en 1998, habían provocado consecuencias tan tremendas para la economía hondureña.
El gobierno continuista del golpe, dirigido por Pepe Lobo, no ha logrado ni siquiera aún el reconocimiento internacional. Sigue haciendo intentos por recobrar su estatus de país democrático, pero sin obtener hasta ahora mayores resultados. La situación económica del país obligará a sus gobernantes a tomar medidas que, sin duda alguna, serán de gran impacto para la población en general, pero particularmente tendrán efectos negativos sobre la población más pobre.
Entre las medidas que el gobierno de Lobo ha comenzado a tomar está la aprobación de un nuevo paquetazo para resolver el serio problema del déficit fiscal, así como una posible devaluación para hacer frente al endeudamiento interno, que asciende ya a unos 35.000 millones de lempiras.
La situación que atraviesa nuestro país es alarmante en términos económicos, y las condiciones políticas internas no son favorables para que se dé una pronta recuperación. La oligarquía empresarial y terrateniente hondureña es la causante del golpe de Estado, pero es también la responsable de haber implantado un modelo que visiblemente nunca resolvió los problemas profundos de inequidad social, los que genera el modelo neoliberal.
Es por ello que la resistencia hondureña se ha propuesto, dentro de su visión transformadora de país, cambiar el modelo económico por uno que le entregue por primera vez la posibilidad a la mayoría del pueblo hondureño de vivir con las condiciones de dignidad que siempre le fueron negadas por la clase dominante.
*Mariana Ríos es investigadora. Participa en la Comisión Política del Frente Nacional de Resistencia Popular de Honduras (FNRP).
Fuente: www.rebelion.org - revistapueblos.org
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