jueves, 18 de febrero de 2010

Honduras: Asamblea Constituyente única salida

El intento de lograr un ambiente de normalidad en Honduras es un fracaso. La apócrifa administración de Porfirio Lobo ha continuado la ola represiva de asesinatos, secuestros y desapariciones.
Carlos Angulo Rivas

El intento de lograr un ambiente de normalidad en Honduras es un fracaso. La apócrifa administración de Porfirio Lobo ha continuado la ola represiva de asesinatos, secuestros y desapariciones, iniciada por el golpe de estado y la dictadura de Roberto Micheletti. Los crímenes contra dirigentes políticos y sindicales, y de opositores a la farsa electoral respaldada por Estados Unidos, se vienen dando mediante campañas de intimidación a cargo del ministerio de Seguridad dirigido por Oscar Álvarez y el corrupto sistema judicial.

Varios representantes de la oposición coaligada en el Frente Nacional de la Resistencia Popular vienen sufriendo los estragos de la violencia estatal. Hermes Reyes, artista en resistencia del teatro, fue capturado y torturado por tres paramilitares en la ciudad de Siguatepeque, lugar donde se realizaba la asamblea organizativa del FNRP, el día viernes 12 de febrero por la noche. La casa de Porfirio Ponce, dirigente del FNPR fue allanada en Tegucigalpa por sujetos que se identificaron como policías, destruyeron parte de sus pertenencias y le robaron su computadora, en presencia de sus familiares y vecinos.

La actuación de elementos paramilitares se da con manifiesta impunidad en todo el territorio nacional y en lugares claves de la capital. Usando esta metodología, en la Colonia Ciudad Planeta de San Pedro Sula fue secuestrado el matrimonio Edgar Martínez-Carol Rivera, quienes junto a Melissa Rivera, Johan Martínez (hermanos de la pareja) no son habidos. A pesar de la intensa búsqueda iniciada de inmediato por los vecinos del lugar, a la fecha nadie conoce el paradero de estas víctimas de la intensa represión desatada por el gobierno de Lobo. La violación de los derechos humanos continúa y las libertades democráticas están restringidas de la misma forma como cuando se impuso la dictadura de Micheletti destituyendo y expulsando del país al presidente constitucional Manuel Zelaya, quien fuera respaldado en toda instancia por la comunidad internacional.

Repasando los hechos, no hubo restitución del presidente Manuel Zelaya como se acordó de forma unánime en la OEA y en las Naciones Unidas. La continuidad del golpe de estado se dio con el auspicio de Estados Unidos mediante unas elecciones artificiales y falsificadas. La elección de Porfirio Lobo, en un país controlado por la dictadura de Roberto Micheletti y con el ejército y la policía en las calles de las principales ciudades de Honduras, no puede llamarse democrática sino despótica y totalitaria. La falta de transparencia y la ausencia de supervisión internacional en el proceso electoral, tal como se acostumbra en el continente, invalida el sufragio y por consiguiente la investidura de Lobo como presidente de los hondureños. Esa es la situación concreta existente en el pequeño país centroamericano.

Honduras se debate como al principio, desde el golpe de estado del 28 de junio del año pasado, en la misma situación de fuerza, aislada del contexto internacional y en medio de una profunda crisis económica, política y social. Y el peso del apoyo brindado por Estados Unidos no puede resolver por sí solo la catastrófica situación en este país convulsionado y ávido de libertad en el camino de la reconstrucción nacional. A manera de palo que regresa contra los golpistas, la acción de fuerza y la violencia de las armas contra el pueblo ha logrado la unidad y el despertar de las conciencias adormecidas. La resistencia contra la dictadura fue articulando un movimiento liberador, cuya expresión en medio de la lucha sobrepasa largamente el espacio de un simple cambio de gobierno. Las experiencias políticas transformadoras, vividas durante la lucha de resistencia a los golpistas, van más allá de los ofrecimientos propios de las campañas electorales, difundidos en los medios de comunicación patronales. En esta dirección, la manera tradicional de realizar un cambio de gobierno se vio anulada y perdió la característica amañada del orden burgués establecido, aquel de la simple alternancia entre los viejos partidos de la oligarquía y la plutocracia. Así la participación popular, frente al llamado de la dictadura de Micheletti, para ir a elecciones fue aparatosamente mínima.

El fenómeno político a favor de las clases explotadas y marginadas se hizo evidente a través del Frente Nacional de la Resistencia Popular, una fuerza nacional surgida en el fragor de la lucha contra la dictadura y por la reposición del presidente depuesto, Manuel Zelaya. El discurso de Juan Barahona, a nombre del Frente, en los actos de traspaso de poder desde el presidente Zelaya hacia el pueblo hondureño, en Tegucigalpa el mismo 27 de enero último, fue elocuente. “Honduras ha cambiado para siempre. Nuestro pueblo, hoy alzado contra la dictadura del enemigo oligárquico e imperialista, se ha convertido en un gigante de la dignidad, el sacrificio y la conciencia. Nunca antes en nuestra historia estuvimos más unidos los sectores populares, nunca antes se tuvo tanta conciencia de los derechos de los hombres y mujeres pobres, nunca antes se mostró tan claramente la naturaleza explotadora, totalitaria y asesina de los que han sido dueños de este país y que hoy tiemblan ante la fuerza arrolladora de la Resistencia Popular.”

“La Resistencia no recibe esta banda presidencial como un trofeo o un simple reconocimiento a su esfuerzo. Si no que lo recibe como una altísima responsabilidad: la de representar al Pueblo y lograr que prevalezca la verdadera democracia participativa y popular.” En este acto político, simbólico y multitudinario se desconoció a Porfirio Lobo como presidente constitucional, pasando a ser un administrador endeble y provisorio del estado que deberá, más temprano que tarde, llamar a una convocatoria electoral destinada a la instalación de una Asamblea Constituyente que a su vez, terminada su labor de elaborar una nueva carta magna, convocará a elecciones generales de presidente de la república y congresistas. Porfirio Lobo, aislado como está, no tiene otra salida.

En reconocimiento a los mártires y luchadores sociales caídos durante las jornadas de lucha, trabajadores, pobladores y campesinos, Barahona dijo: “Por ellos y ellas juramos que no habrá descanso, que no negociaremos los principios jamás, que no perdonaremos la traición y que vamos a transformar este país para que sea libre, democrático, justo y verdaderamente independiente.Luchamos por la instalación de una Asamblea Nacional Constituyente Popular que sea revolucionaria y vaya más allá de reformas tibias que dejarían intacto el sistema de privilegios mediante el cual los poderosos viven con infinitos lujos a costa de la explotación del trabajo de los pobres y el robo de los bienes públicos y la extracción inmisericorde los recursos naturales.”

“Nos planteamos una sociedad nueva, un ser humano nuevo, que no exalte el egoísmo como valor supremo, sino que pretenda el desarrollo integral de la colectividad. Aspiramos a forjar personas solidarias, que sientan como propias las miserias de los demás y que luchen por eliminar las desigualdades sociales que provocan el capitalismo, el patriarcado y el racismo.Peleamos por una patria libre de injerencias externas, sin bases militares que sirvan para dañar a nuestros hermanos centroamericanos, sin transnacionales que roben nuestras riquezas impunemente, sin clases políticas que reciban órdenes desde el imperio. Luchamos por la integración de los pueblos latinoamericanos y la unión de Centroamérica.”

*Poeta y escritor peruano residente en Canadá.

Fuente: www.kaosenlared.net

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