Por Roberto García Moritán *
Lo ocurrido en Honduras es una catástrofe que las elecciones recientes no podrán borrar tan fácilmente y afecta a todas las latitudes. Aunque se insista que no es un precedente y que las democracias nacieron de elecciones que tuvieron lugar con dictaduras, el antecedente es muy peligroso en una región donde siempre está en jaque la gobernabilidad. Algunas capitales se están equivocando al juzgar tan ligeramente lo que significa defender valores y principios, en particular cuando se ha trabajado tanto para que la democracia sea un principio estable y duradero. El pragmatismo es un concepto que en ocasiones genera eventos inesperados y despiertan fantasmas dormidos.
Paraguay puede ser un próximo ejemplo de una Honduras bis. Esperemos que no sea así y se actúe con anticipación. Sin embargo, las recientes declaraciones del vicepresidente Franco no auguran lo mejor si se sumaran a ese pensamiento otras fuerzas disconformes con las políticas o conductas del actual mandatario. Es necesario prevenir. El espíritu de la cláusula democrática del Mercosur, aunque no contenga una naturaleza preventiva, debería ponerse en marcha antes de que el malestar se extienda y los ánimos adquieran otra temperatura.
La región debe acostumbrarse a que las desventuras entre las distintas fuerzas políticas sólo se resuelvan en los parlamentos y que el resultado de elecciones tenga un carácter sacrosanto independiente de la simpatía y humor que despierten las políticas que un poder ejecutivo se encuentra implementando. Serán los ciudadanos, cuando los términos electorales lo indiquen, los que determinarán a través del voto los cambios que merezcan esas políticas. No hay y no debe haber alternativa. El único ADN válido a las dificultades del presidente Lugo son las urnas.
Esperemos que el Mercosur sepa actuar con inteligencia preventiva, contribuya con responsabilidad a las debilidades de un socio importante y reaccione con celeridad para sostener en Paraguay el principio que tanto ha defendido en Honduras. No hay dudas de que el Mercosur nunca permitirá hechos similares, el asunto es que no sea demasiado tarde y sobre la base de hechos consumados o en víspera de producirse. Hoy es el momento de actuar de manera silenciosa pero efectiva para evitar que las fuerzas políticas disconformes crean que Asunción puede transformarse, en algún momento, en el triste ejemplo de Tegucigalpa.
* Ex vicecanciller
Lo ocurrido en Honduras es una catástrofe que las elecciones recientes no podrán borrar tan fácilmente y afecta a todas las latitudes. Aunque se insista que no es un precedente y que las democracias nacieron de elecciones que tuvieron lugar con dictaduras, el antecedente es muy peligroso en una región donde siempre está en jaque la gobernabilidad. Algunas capitales se están equivocando al juzgar tan ligeramente lo que significa defender valores y principios, en particular cuando se ha trabajado tanto para que la democracia sea un principio estable y duradero. El pragmatismo es un concepto que en ocasiones genera eventos inesperados y despiertan fantasmas dormidos.
Paraguay puede ser un próximo ejemplo de una Honduras bis. Esperemos que no sea así y se actúe con anticipación. Sin embargo, las recientes declaraciones del vicepresidente Franco no auguran lo mejor si se sumaran a ese pensamiento otras fuerzas disconformes con las políticas o conductas del actual mandatario. Es necesario prevenir. El espíritu de la cláusula democrática del Mercosur, aunque no contenga una naturaleza preventiva, debería ponerse en marcha antes de que el malestar se extienda y los ánimos adquieran otra temperatura.
La región debe acostumbrarse a que las desventuras entre las distintas fuerzas políticas sólo se resuelvan en los parlamentos y que el resultado de elecciones tenga un carácter sacrosanto independiente de la simpatía y humor que despierten las políticas que un poder ejecutivo se encuentra implementando. Serán los ciudadanos, cuando los términos electorales lo indiquen, los que determinarán a través del voto los cambios que merezcan esas políticas. No hay y no debe haber alternativa. El único ADN válido a las dificultades del presidente Lugo son las urnas.
Esperemos que el Mercosur sepa actuar con inteligencia preventiva, contribuya con responsabilidad a las debilidades de un socio importante y reaccione con celeridad para sostener en Paraguay el principio que tanto ha defendido en Honduras. No hay dudas de que el Mercosur nunca permitirá hechos similares, el asunto es que no sea demasiado tarde y sobre la base de hechos consumados o en víspera de producirse. Hoy es el momento de actuar de manera silenciosa pero efectiva para evitar que las fuerzas políticas disconformes crean que Asunción puede transformarse, en algún momento, en el triste ejemplo de Tegucigalpa.
* Ex vicecanciller
Fuente: Vos el soberano
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