miércoles, 15 de julio de 2009

EL IMPERIO, LA OEA Y SU ESFERA DE INFLUENCIA

Por Mauricio Chaulón

Los últimos acontecimientos relacionados al artero golpe de Estado en Honduras demuestran que el imperialismo estadounidense, correspondiente al movimiento del capital financiero (el cual es el fenómeno que define al concepto imperio), continúa ejerciendo su hegemonía en la que ha sido su esfera de influencia geopolítica, geoeconómica y hasta cultural.

Ahora resulta que la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, ha “advertido” que su país no apoyará la reelección del chileno José Miguel Insulza, aduciendo que “no fue correcta la admisión de Cuba en la OEA, de la cual fue Insulza Salinas uno de los promotores”.

El gobierno de Barack Obama no es ninguna administración reformadora y mucho menos transformadora: desde una perspectiva tal vez menos intransigente del Partido Demócrata con respecto al Partido Republicano, responde al final de cuentas a los objetivos de la clase dominante estadounidense, dueña del capital que circula con mayor incidencia en el mundo. Si alguien pensaba en que las condiciones étnicas de Obama representaban un cambio histórico en la política y las relaciones sociales de los Estados Unidos, simplemente cometió el error de percibir la cuestión desde una visión etnicista o culturalista, muy reducida con respecto a la lucha de clases.

La posición de la Casa Blanca en relación a Cuba continúa siendo abusiva y unilateral. El imperio no perdonará jamás una de las emancipaciones más honestas y hermosas de la historia: la Revolución cubana. Sin embargo, en lo que respecta a la negativa de apoyo a la posible reelección de Insulza para continuar con la Presidencia de la OEA, también involucra el caso hondureño, porque fueron los Estados revolucionarios y progresistas de América del Sur y de Centroamérica los que presionaron para que se condenase unánimemente la transgresión al hermano pueblo de Honduras.

Frente a esa posición valiente, el discurso de Washington ha sido ambiguo, carente de firmeza y solamente defensor superficial del concepto burgués de democracia, porque al Partido Demócrata no le queda otra salida que comportarse de esa forma. Empero, un buen número de países miembros de la OEA, con gobiernos que están tratando de construir la conceptualización de la democracia sobre bases nacional-populares a través de una nueva hegemonía, han sido los que han demostrado a través de la praxis (relación dialéctica entre ideas-lenguaje discursivo y acción) un real y sustancial apoyo a Manuel Zelaya y al pueblo de Honduras. Los Estados Unidos no marcaron la pauta en el seno de la OEA, por lo que tienen que demostrar en este momento, escondiendo la cólera que sí mostraría alguien como George W. Bush, por ejemplo, cuál es su papel hegemónico en la que han llamado y considerado su esfera de influencia.

¿Qué tendrán que pactar Obama y los demócratas con los halcones más reaccionarios del Pentágono, la CIA, el FBI, la Reserva Federal, Wall Street y el Senado? El imperio, en este instante, está intentando manejar la situación en Honduras definitivamente a favor de las élites golpistas y ultraderechistas, para que Zelaya no sea reinstalado, disfrazando la situación con sus discursos gubernamentales timoratos.

Recordemos, al mismo tiempo, que Palmerola, la base militar más importante de los EE.UU. para salir al Atlántico y al Mar Caribe, es un punto estratégico en la lucha contra los países latinoamericanos que intentan avanzar con la dignidad de su soberanía. La posición del imperio es una especie de advertencia de que en “su hemisferio” es Washington el que peleará por tener la última palabra, escondida ahora tras la perorata de los demócratas.


Fuente: www.albedrio.org



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