Por Edgar I. Soriano Ortiz
El 15 de septiembre del 2009 tras el golpe de Estado del 28 de junio del mismo año, miles de personas se lanzaron a las calles para celebrar la independencia con la diferencia que esta vez se desligó la normativa históricamente establecida.
El civismo tradicional ha mantenido desde el siglo XIX en la gasta independentista del 15 de septiembre como la fiesta más importante del país. Durante el siglo XIX esta fecha fue celebrada por los gobiernos, pese a la constante inestabilidad y la incapacidad de centralización del Estado. El presidente Luis Bográn decretó en 1888 que cada 15 de septiembre se celebraría con la inauguración de una obra pública y las fiestas organizadas por las noches eran una tradición que siguió manteniendo hasta muy entrado el siglo XX. Así por ejemplo en el 15 de septiembre de 1915 se inauguró el Teatro Nacional con una gran fiesta. Otro punto en la tradición de los desfiles fueron las marchas marciales, que se fueron consolidando y generalizando a las celebraciones estudiantiles a principios del siglo XX y durante la dictadura de Tiburcio Carías Andino se asumió como un deber cívico que todos los estudiantes marcharan por su patria.
Finalmente serían las Fuerzas Armadas las que darían la pauta, inclusive mediática, para inculcar y entrenar de manera directa a los niños y adolescentes. La lógica marcial impuesta por el sistema capitalista a través de los grandes medios de comunicación y del mercado de consumo (con juguetes y videos juegos) han llevado a la humanidad a un fuerte declive moral, en cuanto la irrespeto por la vida de los seres humanos y su entorno natural. Es esa la explicación de cómo la coacción de la industria armamentista genera destrucción y legitima discursos arcaicos pero de conveniencia absoluta para las elites dominantes.
Aunque toda la humanidad está sumergida en las lamentables practicas de la propaganda marcial el 15 de septiembre del 2009 fue para Honduras un gran día. Cientos de miles se lanzaron a la calle a celebrar de forma colorida exigiendo la independencia absoluta del imperialismo estadounidense y de una oligarquía peligrosamente enquistada carcomiendo mezquinamente los recursos de las grandes mayorías. Fue así que con todo el poder mediático, el recurso económico y las armas la oligarquía y su gobierno de facto no pudieron si quiera llenar el estadio nacional de Tegucigalpa.
Las marchas de Frente Nacional contra el Golpe de Estado (hoy FNRP) se realizaron en todo el país, en el Progreso, por ejemplo, la manifestación de la Resistencia rescató de una posta policial a Bartolo Fuentes, quien había sido capturado y golpeado por el simple delito de decirles la verdad a los golpista de la Alcaldía y otros conservadores reunidos en la ceremonia oficialista.
En Tegucigalpa la marcha comenzó en el Bulevar Morazán y terminó en el centro de la Ciudad. Es importante recalcar que la asistencia fue masiva, un periodista extranjero calculó un aproximado de 200,000 personas (campesinos, obreros, profesores, artistas, académicos, amas de casa, feministas, miembros de la comunidad LGTB y otros) y no habían salido muchas personas del punto de partida cuando el centro comenzaba a llenarse de personas. Jocosamente los cadetes y antimotines apostados en la estatua del Morazán salían del centro temerosos y minutos después la Resistencia izaba sus banderas multicolores en la estatua de libertador Francisco Morazán.
Ese fue el día en que miles y miles de hondureños y hondureñas salieron a exigir la independencia verdadera de Honduras y le demostraron al golpismo que ellos son una minoría, que aunque utilice su poder económico y armado, no podrán por mucho tiempo contra la justicia social.
Fuente: Vos el soberano
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