El 10 de enero de 1983 la Asociación para el Progreso de Honduras (APROH) obtuvo su personería jurídica. APROH es considerada la logia corporativa del país donde la cúpula de la sociedad integrada por los partidos, los generales de las FF.AA., los jueces de la CSJ y fiscales del poder judicial, las iglesias católicas y evangélicas, los empresarios y parte del movimiento sindical reformista.
Pese a su nombre APROH es una logia neoliberal proimperialista. Fue creada al mismo tiempo que se creó el Batallón 3-16; cuyos primeros 25 miembros fueron entrenados en una base de aviación en el sur de Estados Unidos, tanto por agentes de la CIA como por militares argentinos y funcionarios del Departamento de defensa en los temas de Guerra Contra el Enemigo Interno, Doctrina de Seguridad Nacional, y Guerra Sucia.
En ese mismo período, entre 1981 y 1985, John Negroponte fungió como embajador de EE.UU. en Honduras. A su llegada, el presupuesto militar era 3,7 millones de dólares y cuando partió cuatro años después ascendía a 77 millones de dólares. La militarización de la sociedad hondureña fue total, bajo el pretexto de impedir una reedición del triunfo sandinista en Honduras. Pero obviamente el objetivo también era convertir a ese país en un portaviones fijo para apoyar la lucha contrainsurgente en Nicaragua y El Salvador.
Encabezado por el general Gustavo Álvarez Martínez, jefe de las FF.AA. y Billy Joya, capitán de la policía nacional, el Batallón 3-16 comenzó su guerra sucia contra la oposición popular hondureña con la “desaparición” de centenares de dirigentes y activistas populares, todo esto bajo la tutela de Negroponte.
APROH fue un organismo que estaba encima del Estado y de todo control democrático, que elaboraba propuestas de nuevas leyes y recomendaciones en materia de política exterior. Era la logia que incluso propugnó en algún momento disolver la República de Honduras y solicitar a Estados Unidos un status de miembro libre asociado. Durante una reunión en Miami, en septiembre de 1983, recomendó a dirigentes vinculados a la administración Reagan, invadir a Nicaragua para aplastar a la revolución sandinista.
En esos años, la mayoría de los personajes visibles de APROH fueron los empresarios Rafael Ferrari, Miguel Facussé, Freddy Nazar, y políticos como el ex presidente Callejas o Ricardo Maduro. Todos ellos figuran en el roster de los golpistas del 28 de junio de 2009. Al margen de todo protocolo, la APROH continúa sosteniendo encuentros con el embajador estadounidense en Honduras.
Un año atrás
ALAUCA, a 11 kilómetros del puesto fronterizo Las Manos, frontera con Nicaragua. No hay paso para la frontera. Una valla de soldados y policías, que posteriormente fue reforzada con policías Cobras, impide el paso de miles de hondureños y hondureñas que avanzan para recibir al presidente Manuel Zelaya. Es viernes 24 de julio y la multitud se muestra indignada por la presencia de uniformados. Durante todo el día ocurren enfrentamientos entre la población y los uniformados armados. Frente a la represión estatal la gente se reagrupa, construye barricadas y vuelven a enfrentarse a los ‘verdes’.
En la tarde de ese viernes Pedro Magdiel, albañil de 23 años, es detenido por los militares. Desde las 14 horas el gobierno ha impuesto el “toque de queda indefinido” en todos los departamentos fronterizos. La esposa del presidente Zelaya ha logrado llegar a la comunidad de Arenales, unos 60 kilómetros de la frontera pero una valla militar impide su paso. Con ella se encuentra Carlos H. Reyes, Juan Barahona, Rafael Alegría, Marvin Ponce, diputado de la UD, y otros dirigentes. Xiomara Castro de Zelaya concluye que para el futuro de Honduras es decisivo “El Frente interno”. Recordaré esa frase meses después, cuando Manuel Zelaya tenía confianza en el Departamento de Estado de EE.UU. y la Comunidad Internacional. En la mañana el 25 de julio regresamos a Alauca y un líder de la Comisión de Seguridad de la Resistencia nos llevó detrás de una fábrica de café, a solo cien metros de la valla militar. Con los ojos abiertos al cielo, como preguntando ¿porqué me mataron, malditos asesinos? está el cuerpo de Pedro Magdiel. Aparecen dos amigos de Pedro, y al ver su cuerpo, se desbordan en llanto.
El médico forense y la policía de investigación (DNIC) constatan que el cuerpo ha sido torturado con 53 picadas de cuchillo o de machete, y que su deceso ocurrió unas 8 o 10 horas antes. Es decir, cuando estaba detenido en la estación policial de El Paraíso. Según la gente, la policía asegura que le liberó a las 6.30 de la mañana.
Mientras, en la ciudad de Ocotal, en Nicaragua, Zelaya desoye la agresiva advertencia de Hillary Clinton, e instala su campamento a pocos metros de la frontera con su país. Miles de hondureños caminan desde Alauca, unas 10 y 12 horas, para encontrarse con su presidente. Se habla de organizar la resistencia popular. En Tegucigalpa la prensa golpista asegura que Zelaya hace preparativos para organizar una guerra.
– ¿“Cuántas armas tenemos”? pregunté yo, y en total tuvimos unas diez armas. No mucho para comenzar una guerra de guerrillas contra un ejército apoyado por los gringos, me contó una mujer que pasó la frontera y se instaló en unos de esos campamentos.
El presidente Zelaya por su parte, asegura que sus planes no contemplan la resistencia armada. Los pueblos hondureños situados en zonas fronterizas con Nicaragua y El Salvador, sufren las consecuencias del toque de queda por más de una semana. Esta situación les ha afectado sus actividades comerciales cotidianas, incluyendo la compra de alimentos.
En el resto del país el toque de queda comprende entre las 16 y las 6 horas. La población parece tener sus propias viviendas por cárcel. Mientras, Hillary Clinton enfila sus críticas contra Zelaya, y maniobra y conspira con nuevos ‘planes de paz’, para poder llegar al 29 de noviembre 2009 y realizar elecciones generales.
El colega documentalista Unai Aranzadi, presente en esos días en Alauca, produjo el documental “Alauca, ahora o nunca”; lo que bien resume la situación a menos de un mes del golpe de estado. Las máscaras de los arquitectos del entramado empiezan a caer poco a poco, una tras otra. Aún así el presidente insiste en la no violencia del pueblo, obviando que el artículo 3 de la Constitución Política otorga al pueblo el derecho constitucional a insurreccionarse contra los usurpadores del poder.
¿Perdimos esa oportunidad cuando el mundo entero condenaba el golpe, cuando los hermanos pueblos vecinos y los sindicatos bloquearon los puestos fronterizos, cuando el pueblo sufría por el toque de queda y era masacrado en las colonias, en los barrios y en las aldeas? ¿cuando el presidente Zelaya no dio la señal para que nos levantáramos con todo contra los golpistas? Esta son preguntas que muchos hondureños aún se hacen.
Pero Manuel Zelaya es Liberal. Y de la mano de sus fieles asesores y compañeros de partido sostiene que la lucha de la Resistencia debe ser pacífica. Por ello, confió en tres ocasiones en los poderes imperiales y en sus organismos. Igualmente, fue tres veces traicionado por Hillary Clinton, por Insulza, por Arias, y de otros más; los mismos que hablan de “reconciliación de la familia hondureña” pero no dudan en apuñalarlo por la espalda.
La decisión de Zelaya de entrar clandestinamente a Honduras y asilarse en la Embajada de Brasil en Tegucigalpa, para permanecer cautivo en una suerte de jaula de zoológico, y aceptar una tortura durante cuatro meses, fue una decisión “irresponsable e idiota”, tal como lo declaró, muy honestamente el embajador alterno de Estados Unidos ante la OEA, Lewis Amselem.
Este Amselem es el mismo que siendo Secretario de la embajada estadounidense en Guatemala, en la década de los años 80, se quedó de manos cruzadas cuando supo que una de sus compatriotas, la religiosa y enfermera Diana Ortiz, había sido torturada y violada por los organismos guatemaltecos de seguridad, el 2 de noviembre de 1989.
“El retorno del presidente Zelaya a Honduras es irresponsable e idiota y no sirve ni a los intereses de su pueblo ni a aquellos que buscan el restablecimiento pacífico del orden democrático en Honduras”, declaró Amselem el 28 de septiembre 2009.
Estas declaraciones descontroladas y las similares expresadas por Clinton, pusieron al desnudo la posición de Obama frente al golpe de estado en Honduras. Aún así, faltaba la farsa del “acuerdo de paz”, Tegucigalpa-San José, que recomendaba a las dos partes (¡Sic!) crear un gobierno de Unidad Nacional, una Comisión de la Verdad de los sucesos antes (Sic), durante y después el golpe de estado. Zelaya cayó otra vez en la trampa y se tragó el anzuelo tirado por Clinton.
Después de los tres “acuerdos” orquestados por el Departamento de Estado con el activo respaldo del Presidente Oscar Arias (Costa Rica) y de la Unión Europea, llegó el 29 de noviembre de 2009, el día “D” de la mara Obama&Clinton, Micheletti, la oligarquía hondureña y la derecha internacional. El primer golpe de estado militar “suave” había logrado su cometido: interrumpir un proceso político muy moderado, dirigido por un líder liberal que si confrontaba con el Imperio pero, cuando se trataba, confiaba más en el Departamento de Estado que en la fuerza de su propio pueblo en la solución del golpe de estado.
Zelaya fue admirado por miles de hondureños, incluyendo al autor de este reportaje. Y duele decirlo, porque en lo personal no dudo de su vocación de servicio al pueblo, su gobierno ha sido el mejor de los últimos tiempos en Honduras, pero su debilidad fue no haber entendido la naturaleza y la fuerza descomunal del enemigo. No pudo manejar las maniobras Obama&Clinton.
21-23 de Septiembre 2009
El pueblo de Tegucigalpa se rebeló contra el toque de queda indefinido. Fueron casi 48 horas sin poder salir a las calles, pero lo hizo. La población tomó control de varias colonias y barrios. Algunos puestos policiales fueron tomados por la población, que en su rabia por la represión brutal y sangrienta, optó por rebelarse. La dictadura no tardó en darse cuenta que el toque de queda había permitido a la Resistencia intensificar su organización en las colonias y barrios populares, y no perder tiempo en marchas diarias de la Universidad Pedagógica u otros puntos de la ciudad capital. La lucha contra la dictadura se asentó en los lugares donde estaba concentrada la mayor parte del pueblo hondureño.
Al levantarse el toque de queda, nuevamente inició la manipulación de las diferentes comisiones de los golpistas, de la OEA, de los representantes de Zelaya, etcétera hasta que llegó el 29 de noviembre. Ya en esa fecha, la dictadura estaba totalmente segura del respaldo público que más temprano que tarde recibiría de EE.UU. y de Europa. A Micheletti le tenía sin cuidado que el Departamento de Estado o la Unión Europea le hubiesen quitado su visa para viajar a esos países. Al fin de cuentas ya todo estaba en orden. Los gringos y europeos podían continuar comprando banano, café, aceite, madera, camarones a la oligarquía comercial, lo que aseguraba las ganancias a los patrones del Golpe de estado.
Mientras que Estados Unidos ha mantenido un bloqueo criminal por casi 50 años contra Cuba, impidiendo incluso el comercio de medicamentos vitales para la salud de niños con enfermedades cardíacas, entre Honduras y Estados Unidos no ocurrió absolutamente nada después el 28 de junio 2009. El número de militares estadounidenses, unos 700 aproximadamente, se mantuvo en la base de Palmerola.
Cuando se escriben estas líneas, el jefe del Comando Sur en Honduras se apresta a entregar en concepto de ayuda vehículos militares a las FF.AA. hondureñas por un costo de 20 millones de dólares. Según Hugo Llorens, la USAID desembolsará “unos 75 millones de dólares de fondos para reactivar diversos proyectos y programas en Honduras”. La Unión Europea compite otra vez con Estados Unidos por un nuevo Tratado de Libre Comercio con este país, y mientras America Latina muestra algo de dignidad en relación al golpe de estado y se niega, hasta ahora, a permitir el reingreso del régimen de Pepe Lobo a la OEA, hasta tanto el derrocado presidente Manuel Zelaya no pueda ingresar a su país sin el riesgo de ser detenido por el principal actor judicial del golpe: la Corte Suprema de Justicia.
No importó que Manuel Zelaya recomendara a los hondureños que se abstuvieran de participar en las elecciones cubiertas por la sombra de las bayonetas; tampoco que se hubiera roto el acuerdo suscrito entre sus delegados y los golpistas, bajo el nombre de Acuerdo Tegucigalpa-San José. El día de los comicios, el embajador Llorens desde muy temprano dijo ante decenas de reporteros, que estaba impresionado por la cantidad de hondureños que habían llegado a votar y que era una gran fiesta democrática; a pesar de que los propios militares, un mes antes de las elecciones, habían organizado esos comicios, y en ese contexto habían enviado cartas a todos los alcaldes del país exigiéndoles los datos personales (nombres, apellidos, direcciones) de todos los lideres de la Resistencia en su municipio.
En esos comicios no participó ningún organismo de vigilancia electoral, ni internacional ni nacional, con excepción de “Hagamos Democracia”, financiado en gran parte por la USAID. Sus mil observadores vigilaron ocho mil mesas. A las 20.30 de la noche del 29 de noviembre, abrieron el sobre donde “Hagamos Democracia” admitía que sólo un 47,3% de los hondureños habían ejercido su derecho al voto. Para la Resistencia ni siquiera un 35% de la población hizo uso de ese derecho.
Fue tan evidente la derrota de los golpistas que el presidente del Tribunal Supremo Electoral, Saúl Escobar, lucía demacrado e inseguro cuando frente a las cámaras de televisión se apresuró a decir que el 61 por ciento de los 4.6 millones de electores había asistido a las urnas. Un mes más tarde, el 23 de diciembre, cuando todo estaba preparado para la fiesta navideña, se oficializó el último boletín electoral informando que un 46,7 % del pueblo había participado en las elecciones. Pero ya la mentira del 61 % de participación había sido registrada en los documentos oficiales de los gobiernos del mundo y por las agencias de noticias.
Un grave error táctico cometido por la propia Dirección de la Resistencia, según gente de la propia Resistencia, fue que hubiese recomendado a sus compatriotas a encerrarse en un “Toque de queda Popular” el día 29. Contrario a esa recomendación, en San Pedro Sula, más de cinco mil sampedranos salieron a protestar contra las elecciones militarizadas y la maniobra golpista que buscaba legitimar el golpe del 28 de junio, sabiendo que la prensa nacional o medios internacionales como CNN tomarían en serio las declaraciones de Hugo Llorens: “¡Todo es una gran fiesta democrática!”. Ese día. el pueblo se enfrentó a la policía y a los militares en el centro de la segunda ciudad industrial más importante de Honduras. La represión no se hizo esperar.
La convocatoria de La Resistencia
Pese a su nombre APROH es una logia neoliberal proimperialista. Fue creada al mismo tiempo que se creó el Batallón 3-16; cuyos primeros 25 miembros fueron entrenados en una base de aviación en el sur de Estados Unidos, tanto por agentes de la CIA como por militares argentinos y funcionarios del Departamento de defensa en los temas de Guerra Contra el Enemigo Interno, Doctrina de Seguridad Nacional, y Guerra Sucia.
En ese mismo período, entre 1981 y 1985, John Negroponte fungió como embajador de EE.UU. en Honduras. A su llegada, el presupuesto militar era 3,7 millones de dólares y cuando partió cuatro años después ascendía a 77 millones de dólares. La militarización de la sociedad hondureña fue total, bajo el pretexto de impedir una reedición del triunfo sandinista en Honduras. Pero obviamente el objetivo también era convertir a ese país en un portaviones fijo para apoyar la lucha contrainsurgente en Nicaragua y El Salvador.
Encabezado por el general Gustavo Álvarez Martínez, jefe de las FF.AA. y Billy Joya, capitán de la policía nacional, el Batallón 3-16 comenzó su guerra sucia contra la oposición popular hondureña con la “desaparición” de centenares de dirigentes y activistas populares, todo esto bajo la tutela de Negroponte.
APROH fue un organismo que estaba encima del Estado y de todo control democrático, que elaboraba propuestas de nuevas leyes y recomendaciones en materia de política exterior. Era la logia que incluso propugnó en algún momento disolver la República de Honduras y solicitar a Estados Unidos un status de miembro libre asociado. Durante una reunión en Miami, en septiembre de 1983, recomendó a dirigentes vinculados a la administración Reagan, invadir a Nicaragua para aplastar a la revolución sandinista.
En esos años, la mayoría de los personajes visibles de APROH fueron los empresarios Rafael Ferrari, Miguel Facussé, Freddy Nazar, y políticos como el ex presidente Callejas o Ricardo Maduro. Todos ellos figuran en el roster de los golpistas del 28 de junio de 2009. Al margen de todo protocolo, la APROH continúa sosteniendo encuentros con el embajador estadounidense en Honduras.
Un año atrás
ALAUCA, a 11 kilómetros del puesto fronterizo Las Manos, frontera con Nicaragua. No hay paso para la frontera. Una valla de soldados y policías, que posteriormente fue reforzada con policías Cobras, impide el paso de miles de hondureños y hondureñas que avanzan para recibir al presidente Manuel Zelaya. Es viernes 24 de julio y la multitud se muestra indignada por la presencia de uniformados. Durante todo el día ocurren enfrentamientos entre la población y los uniformados armados. Frente a la represión estatal la gente se reagrupa, construye barricadas y vuelven a enfrentarse a los ‘verdes’.
En la tarde de ese viernes Pedro Magdiel, albañil de 23 años, es detenido por los militares. Desde las 14 horas el gobierno ha impuesto el “toque de queda indefinido” en todos los departamentos fronterizos. La esposa del presidente Zelaya ha logrado llegar a la comunidad de Arenales, unos 60 kilómetros de la frontera pero una valla militar impide su paso. Con ella se encuentra Carlos H. Reyes, Juan Barahona, Rafael Alegría, Marvin Ponce, diputado de la UD, y otros dirigentes. Xiomara Castro de Zelaya concluye que para el futuro de Honduras es decisivo “El Frente interno”. Recordaré esa frase meses después, cuando Manuel Zelaya tenía confianza en el Departamento de Estado de EE.UU. y la Comunidad Internacional. En la mañana el 25 de julio regresamos a Alauca y un líder de la Comisión de Seguridad de la Resistencia nos llevó detrás de una fábrica de café, a solo cien metros de la valla militar. Con los ojos abiertos al cielo, como preguntando ¿porqué me mataron, malditos asesinos? está el cuerpo de Pedro Magdiel. Aparecen dos amigos de Pedro, y al ver su cuerpo, se desbordan en llanto.
El médico forense y la policía de investigación (DNIC) constatan que el cuerpo ha sido torturado con 53 picadas de cuchillo o de machete, y que su deceso ocurrió unas 8 o 10 horas antes. Es decir, cuando estaba detenido en la estación policial de El Paraíso. Según la gente, la policía asegura que le liberó a las 6.30 de la mañana.
Mientras, en la ciudad de Ocotal, en Nicaragua, Zelaya desoye la agresiva advertencia de Hillary Clinton, e instala su campamento a pocos metros de la frontera con su país. Miles de hondureños caminan desde Alauca, unas 10 y 12 horas, para encontrarse con su presidente. Se habla de organizar la resistencia popular. En Tegucigalpa la prensa golpista asegura que Zelaya hace preparativos para organizar una guerra.
– ¿“Cuántas armas tenemos”? pregunté yo, y en total tuvimos unas diez armas. No mucho para comenzar una guerra de guerrillas contra un ejército apoyado por los gringos, me contó una mujer que pasó la frontera y se instaló en unos de esos campamentos.
El presidente Zelaya por su parte, asegura que sus planes no contemplan la resistencia armada. Los pueblos hondureños situados en zonas fronterizas con Nicaragua y El Salvador, sufren las consecuencias del toque de queda por más de una semana. Esta situación les ha afectado sus actividades comerciales cotidianas, incluyendo la compra de alimentos.
En el resto del país el toque de queda comprende entre las 16 y las 6 horas. La población parece tener sus propias viviendas por cárcel. Mientras, Hillary Clinton enfila sus críticas contra Zelaya, y maniobra y conspira con nuevos ‘planes de paz’, para poder llegar al 29 de noviembre 2009 y realizar elecciones generales.
El colega documentalista Unai Aranzadi, presente en esos días en Alauca, produjo el documental “Alauca, ahora o nunca”; lo que bien resume la situación a menos de un mes del golpe de estado. Las máscaras de los arquitectos del entramado empiezan a caer poco a poco, una tras otra. Aún así el presidente insiste en la no violencia del pueblo, obviando que el artículo 3 de la Constitución Política otorga al pueblo el derecho constitucional a insurreccionarse contra los usurpadores del poder.
¿Perdimos esa oportunidad cuando el mundo entero condenaba el golpe, cuando los hermanos pueblos vecinos y los sindicatos bloquearon los puestos fronterizos, cuando el pueblo sufría por el toque de queda y era masacrado en las colonias, en los barrios y en las aldeas? ¿cuando el presidente Zelaya no dio la señal para que nos levantáramos con todo contra los golpistas? Esta son preguntas que muchos hondureños aún se hacen.
Pero Manuel Zelaya es Liberal. Y de la mano de sus fieles asesores y compañeros de partido sostiene que la lucha de la Resistencia debe ser pacífica. Por ello, confió en tres ocasiones en los poderes imperiales y en sus organismos. Igualmente, fue tres veces traicionado por Hillary Clinton, por Insulza, por Arias, y de otros más; los mismos que hablan de “reconciliación de la familia hondureña” pero no dudan en apuñalarlo por la espalda.
La decisión de Zelaya de entrar clandestinamente a Honduras y asilarse en la Embajada de Brasil en Tegucigalpa, para permanecer cautivo en una suerte de jaula de zoológico, y aceptar una tortura durante cuatro meses, fue una decisión “irresponsable e idiota”, tal como lo declaró, muy honestamente el embajador alterno de Estados Unidos ante la OEA, Lewis Amselem.
Este Amselem es el mismo que siendo Secretario de la embajada estadounidense en Guatemala, en la década de los años 80, se quedó de manos cruzadas cuando supo que una de sus compatriotas, la religiosa y enfermera Diana Ortiz, había sido torturada y violada por los organismos guatemaltecos de seguridad, el 2 de noviembre de 1989.
“El retorno del presidente Zelaya a Honduras es irresponsable e idiota y no sirve ni a los intereses de su pueblo ni a aquellos que buscan el restablecimiento pacífico del orden democrático en Honduras”, declaró Amselem el 28 de septiembre 2009.
Estas declaraciones descontroladas y las similares expresadas por Clinton, pusieron al desnudo la posición de Obama frente al golpe de estado en Honduras. Aún así, faltaba la farsa del “acuerdo de paz”, Tegucigalpa-San José, que recomendaba a las dos partes (¡Sic!) crear un gobierno de Unidad Nacional, una Comisión de la Verdad de los sucesos antes (Sic), durante y después el golpe de estado. Zelaya cayó otra vez en la trampa y se tragó el anzuelo tirado por Clinton.
Después de los tres “acuerdos” orquestados por el Departamento de Estado con el activo respaldo del Presidente Oscar Arias (Costa Rica) y de la Unión Europea, llegó el 29 de noviembre de 2009, el día “D” de la mara Obama&Clinton, Micheletti, la oligarquía hondureña y la derecha internacional. El primer golpe de estado militar “suave” había logrado su cometido: interrumpir un proceso político muy moderado, dirigido por un líder liberal que si confrontaba con el Imperio pero, cuando se trataba, confiaba más en el Departamento de Estado que en la fuerza de su propio pueblo en la solución del golpe de estado.
Zelaya fue admirado por miles de hondureños, incluyendo al autor de este reportaje. Y duele decirlo, porque en lo personal no dudo de su vocación de servicio al pueblo, su gobierno ha sido el mejor de los últimos tiempos en Honduras, pero su debilidad fue no haber entendido la naturaleza y la fuerza descomunal del enemigo. No pudo manejar las maniobras Obama&Clinton.
21-23 de Septiembre 2009
El pueblo de Tegucigalpa se rebeló contra el toque de queda indefinido. Fueron casi 48 horas sin poder salir a las calles, pero lo hizo. La población tomó control de varias colonias y barrios. Algunos puestos policiales fueron tomados por la población, que en su rabia por la represión brutal y sangrienta, optó por rebelarse. La dictadura no tardó en darse cuenta que el toque de queda había permitido a la Resistencia intensificar su organización en las colonias y barrios populares, y no perder tiempo en marchas diarias de la Universidad Pedagógica u otros puntos de la ciudad capital. La lucha contra la dictadura se asentó en los lugares donde estaba concentrada la mayor parte del pueblo hondureño.
Al levantarse el toque de queda, nuevamente inició la manipulación de las diferentes comisiones de los golpistas, de la OEA, de los representantes de Zelaya, etcétera hasta que llegó el 29 de noviembre. Ya en esa fecha, la dictadura estaba totalmente segura del respaldo público que más temprano que tarde recibiría de EE.UU. y de Europa. A Micheletti le tenía sin cuidado que el Departamento de Estado o la Unión Europea le hubiesen quitado su visa para viajar a esos países. Al fin de cuentas ya todo estaba en orden. Los gringos y europeos podían continuar comprando banano, café, aceite, madera, camarones a la oligarquía comercial, lo que aseguraba las ganancias a los patrones del Golpe de estado.
Mientras que Estados Unidos ha mantenido un bloqueo criminal por casi 50 años contra Cuba, impidiendo incluso el comercio de medicamentos vitales para la salud de niños con enfermedades cardíacas, entre Honduras y Estados Unidos no ocurrió absolutamente nada después el 28 de junio 2009. El número de militares estadounidenses, unos 700 aproximadamente, se mantuvo en la base de Palmerola.
Cuando se escriben estas líneas, el jefe del Comando Sur en Honduras se apresta a entregar en concepto de ayuda vehículos militares a las FF.AA. hondureñas por un costo de 20 millones de dólares. Según Hugo Llorens, la USAID desembolsará “unos 75 millones de dólares de fondos para reactivar diversos proyectos y programas en Honduras”. La Unión Europea compite otra vez con Estados Unidos por un nuevo Tratado de Libre Comercio con este país, y mientras America Latina muestra algo de dignidad en relación al golpe de estado y se niega, hasta ahora, a permitir el reingreso del régimen de Pepe Lobo a la OEA, hasta tanto el derrocado presidente Manuel Zelaya no pueda ingresar a su país sin el riesgo de ser detenido por el principal actor judicial del golpe: la Corte Suprema de Justicia.
No importó que Manuel Zelaya recomendara a los hondureños que se abstuvieran de participar en las elecciones cubiertas por la sombra de las bayonetas; tampoco que se hubiera roto el acuerdo suscrito entre sus delegados y los golpistas, bajo el nombre de Acuerdo Tegucigalpa-San José. El día de los comicios, el embajador Llorens desde muy temprano dijo ante decenas de reporteros, que estaba impresionado por la cantidad de hondureños que habían llegado a votar y que era una gran fiesta democrática; a pesar de que los propios militares, un mes antes de las elecciones, habían organizado esos comicios, y en ese contexto habían enviado cartas a todos los alcaldes del país exigiéndoles los datos personales (nombres, apellidos, direcciones) de todos los lideres de la Resistencia en su municipio.
En esos comicios no participó ningún organismo de vigilancia electoral, ni internacional ni nacional, con excepción de “Hagamos Democracia”, financiado en gran parte por la USAID. Sus mil observadores vigilaron ocho mil mesas. A las 20.30 de la noche del 29 de noviembre, abrieron el sobre donde “Hagamos Democracia” admitía que sólo un 47,3% de los hondureños habían ejercido su derecho al voto. Para la Resistencia ni siquiera un 35% de la población hizo uso de ese derecho.
Fue tan evidente la derrota de los golpistas que el presidente del Tribunal Supremo Electoral, Saúl Escobar, lucía demacrado e inseguro cuando frente a las cámaras de televisión se apresuró a decir que el 61 por ciento de los 4.6 millones de electores había asistido a las urnas. Un mes más tarde, el 23 de diciembre, cuando todo estaba preparado para la fiesta navideña, se oficializó el último boletín electoral informando que un 46,7 % del pueblo había participado en las elecciones. Pero ya la mentira del 61 % de participación había sido registrada en los documentos oficiales de los gobiernos del mundo y por las agencias de noticias.
Un grave error táctico cometido por la propia Dirección de la Resistencia, según gente de la propia Resistencia, fue que hubiese recomendado a sus compatriotas a encerrarse en un “Toque de queda Popular” el día 29. Contrario a esa recomendación, en San Pedro Sula, más de cinco mil sampedranos salieron a protestar contra las elecciones militarizadas y la maniobra golpista que buscaba legitimar el golpe del 28 de junio, sabiendo que la prensa nacional o medios internacionales como CNN tomarían en serio las declaraciones de Hugo Llorens: “¡Todo es una gran fiesta democrática!”. Ese día. el pueblo se enfrentó a la policía y a los militares en el centro de la segunda ciudad industrial más importante de Honduras. La represión no se hizo esperar.
La convocatoria de La Resistencia
Debe entenderse que la Resistencia es un frente de lucha amplio, y en ella coexiste toda una gama de movimientos sociales. Su núcleo está constituido por el magisterio con sus casi 60.000 afiliados y por las tres principales centrales obreras, las que no siempre actúan coordinadamente por sus contradicciones ideológicas. Esto es visible en que sus convocatorias han tenido muy buena respuesta de parte del sector público, no así del sector transporte, clave para golpear la economía en manos del sector privado empresarial, y columna vertebral del golpismo hondureño. Los transportistas han sufrido los dramáticos aumentos del combustible después que Petrocaribe expulsó a Honduras como miembro de la organización regional. La gasolina súper que el 28 de junio 2009 costaba 47 lempiras, actualmente tiene un valor de 80 lempiras.
“Estamos organizados en casi todo el territorio nacional”, afirma Juan Barahona, coordinador general de la Resistencia, en una entrevista realizada en enero del 2010. Sus ejes de trabajo son tres: formación, movilización y acción. Poco a poco, aprovechando el escaso espacio democrático que ofrece la dictadura, el pueblo se organiza en la Resistencia. La campaña de recolectar 1,25 millones de firmas para exigir una constituyente y el regreso de Manuel Zelaya ya está en marcha, y hasta ahora han logrado sumar unas 650.000 firmas. El trabajo es importante por que obliga a cada activista de la Resistencia a prepararse políticamente para enfrentar y argumentar con sus vecinos, con sus compañeros de trabajo y pueblo en general, la importancia de una nueva Constituyente.
Para algunos, la exigencia de incluir en la campaña por la Constituyente el regreso de Manuel Zelaya es un grave error táctico, por que reduce la base política por un éxito de la campaña de la Constituyente.
“Hay muchos nacionalistas que quieren firmar la campaña por la Constituyente pero no quieren firmar por Manuel Zelaya”, comenta una mujer del pueblo indígena Lenka del Departamento La Paz. La experiencia del presidente Hugo Chávez en el referendo 2006, que planteaba cambiar sólo el artículo que prohibía la reelección pero que finalmente se convirtió en una campaña para cambiar otros 80 artículos más, que en realidad reformaban toda la constitución bolivariana para decretar el Poder Popular y el Socialismo, etapas que sabemos no se decretan sino que el pueblo las conquista en su lucha cotidiana. Y en esa ocasión, Chávez perdió el referendo por un solo punto.
Con esas lecciones, es políticamente riesgoso jugar ambas demandas en una sola carta. Lo más acertado sería ganar primero la batalla por la constituyente, pero al mismo tiempo reforzar la campaña para que todos los exiliados puedan regresar al país bajo condiciones políticas seguras, y esto tampoco puede decretarse así no más. Es evidente que los golpistas ven con preocupación el desarrollo político y el crecimiento numérico de la Resistencia. Ello explica el incremento de la represión en donde caen asesinados militantes de la resistencia cada semana. La pregunta que aún no logran responder los líderes de la Resistencia es: ¿Cómo evitar que se repitan los asesinatos y desapariciones de militantes de la Resistencia, tal como sucedió en la década de los 80?
“Para los Liberales en Resistencia el partido (Liberal) ya está muerto. Ha sido cooptado por la oligarquía. Ahora somos sólo Resistencia”, es una expresión bastante común entre los antiguos militantes de la agrupación. Pero algunos miembros de la cúpula de ese partido, todavía creen que pueden salvarlo y para tener protagonismo actúan bajo diferentes parámetros a fin de convertir a la Resistencia en otro partido más.
Llorens, junto con oligarcas liberales -entre ellos, el empresario y ex presidente Carlos Flores Facussé, no cesan en sus intentos de salvar el bipartidismo y reforzar al Partido Liberal, con la intención de aislar y neutralizar a la Resistencia, que amenaza con convertir a dicho partido en sólo una sombra de su pasado. El propio Manuel Zelaya está en un dilema.
La decisión unánime de la Resistencia de no jugar en la cancha del enemigo, convirtiéndola en una opción netamente electoral, con personería jurídica, etc., ha sido vital para mantener su unidad, de cara a convertirse en una herramienta política de lucha, en donde la Constituyente pueda ser la base jurídica para un pueblo que avanza en sus metas políticas de crear una nueva república popular y soberana.
El líder liberal Rasel Tomé, asesor político de Zelaya, con quien estuvo durante los cuatro meses en la embajada de Brasil en Tegucigalpa, rechaza firmemente a los liberales que actúan en la sombra para convertir la Resistencia a un partido político tradicional.
Dice que “la parte electoral es lo más sucio del debate. Nosotros (La Resistencia) lo hemos dicho, y esta frase ya la tiene el pueblo, que le contesta a quien anda con intereses personales diciendo ‘por ahora con nadie, por ahora con ninguno: Si a la Constituyente. Ni candidaturas independientes, ni corrientes, si a la Constituyente’. Este no es el momento de discutir procesos electorales; es un momento de unirnos, de organizarnos, de capacitarnos. Hay miles de ideas en la discusión: si el Frente de Resistencia se convierte en un partido, o si es un frente amplio, o si el camino es rescatar el partido liberal, o si el camino es la UD. Nosotros les preguntamos: ‘¿por qué usted, a cien días del proceso (electoral) espurio, impuesto por las Fuerzas Armadas, quieren meter al pueblo a discutir eso?’ Es porque quieren dividir, fragmentarnos en pequeñas corrientes”.
Por su parte, el Gobierno de Pepe Lobo ha intentado mostrar una fachada de “Unidad Nacional”, incorporando a los tres ex candidatos presidenciales a la planilla gubernamental, poniéndolos al frente de igual número de ministerios.
Es el guión de la derecha “rosada” elaborado en el Departamento de Estado. Algunos miembros de la oligarquía hondureña no lo han entendido así, lo que Pepe Lobo ha querido aprovechar para fortalecer a su débil e impopular gobierno, diciendo que hay sectores que quieren dar un golpe de estado a su régimen. Y esos rumores, totalmente ridículos, han tomado más fuerza a partir de que el golpista Roberto Micheletti apareció en San Salvador advirtiendo la posibilidad de un nuevo golpe militar si las cosas no marchan como él quiere. Lo interesante es que Michelleti partió a San Salvador desde la pista de la Fuerza Aérea Hondureña en Tegucigalpa, pista que sólo el presidente de la república puede utilizar para esos fines. Michelleti incluso abordó su avión escoltado por militares hondureños.
En esa lógica es que la logia fascista hondureña agrupada en las así llamadas ‘Camisetas Blancas’ o Unión Cívica Democrática, UCD, se ha reactivado recientemente, arrogándose el derecho de “dar recomendaciones” a la Corte Suprema de Justicia (CSJ), para que no reintegre a los cuatro jueces y una magistrada que fueron despedidos por haberse opuesto al golpe de estado; y también para que dicha corte se abstuviera de garantizar los derechos constitucionales al derrocado presidente Zelaya, en caso de su eventual retorno al país. Y efectivamente, un fallo semejante fue el que emitió la CSJ, tres días después de la publicación del comunicado de la UCD.
En esta ocasión la corte tuvo el respaldo de Micheletti que a través del golpista Canal 10, exigía al embajador español Ignacio Rupérez, no intervenir “en los asuntos internos de Honduras”, dado que éste había criticado la decisión de la CSJ de no reincorporar a sus cargos a los jueces y una magistrada despedida.
“La conducta de este señor, de Rupérez, es reprochable y abusiva muchas veces. Creo que debe de existir un poco más de explicación en cada participación que estos señores hagan”, declaró Micheletti.
Honduras tiene el No 28 de un total de 75 países, donde Estados Unidos ha movilizado a sus Fuerzas Especiales. En sólo un año, el presidente estadounidense Barack Obama, ha impuesto la presencia militar estadounidense en 15 nuevos países. En la actualidad, unos 13 mil efectivos militares estadounidenses están distribuidos en 75 países alrededor del mundo.
Fuente: Centro de Investigación y formación - MSLA
“Estamos organizados en casi todo el territorio nacional”, afirma Juan Barahona, coordinador general de la Resistencia, en una entrevista realizada en enero del 2010. Sus ejes de trabajo son tres: formación, movilización y acción. Poco a poco, aprovechando el escaso espacio democrático que ofrece la dictadura, el pueblo se organiza en la Resistencia. La campaña de recolectar 1,25 millones de firmas para exigir una constituyente y el regreso de Manuel Zelaya ya está en marcha, y hasta ahora han logrado sumar unas 650.000 firmas. El trabajo es importante por que obliga a cada activista de la Resistencia a prepararse políticamente para enfrentar y argumentar con sus vecinos, con sus compañeros de trabajo y pueblo en general, la importancia de una nueva Constituyente.
Para algunos, la exigencia de incluir en la campaña por la Constituyente el regreso de Manuel Zelaya es un grave error táctico, por que reduce la base política por un éxito de la campaña de la Constituyente.
“Hay muchos nacionalistas que quieren firmar la campaña por la Constituyente pero no quieren firmar por Manuel Zelaya”, comenta una mujer del pueblo indígena Lenka del Departamento La Paz. La experiencia del presidente Hugo Chávez en el referendo 2006, que planteaba cambiar sólo el artículo que prohibía la reelección pero que finalmente se convirtió en una campaña para cambiar otros 80 artículos más, que en realidad reformaban toda la constitución bolivariana para decretar el Poder Popular y el Socialismo, etapas que sabemos no se decretan sino que el pueblo las conquista en su lucha cotidiana. Y en esa ocasión, Chávez perdió el referendo por un solo punto.
Con esas lecciones, es políticamente riesgoso jugar ambas demandas en una sola carta. Lo más acertado sería ganar primero la batalla por la constituyente, pero al mismo tiempo reforzar la campaña para que todos los exiliados puedan regresar al país bajo condiciones políticas seguras, y esto tampoco puede decretarse así no más. Es evidente que los golpistas ven con preocupación el desarrollo político y el crecimiento numérico de la Resistencia. Ello explica el incremento de la represión en donde caen asesinados militantes de la resistencia cada semana. La pregunta que aún no logran responder los líderes de la Resistencia es: ¿Cómo evitar que se repitan los asesinatos y desapariciones de militantes de la Resistencia, tal como sucedió en la década de los 80?
“Para los Liberales en Resistencia el partido (Liberal) ya está muerto. Ha sido cooptado por la oligarquía. Ahora somos sólo Resistencia”, es una expresión bastante común entre los antiguos militantes de la agrupación. Pero algunos miembros de la cúpula de ese partido, todavía creen que pueden salvarlo y para tener protagonismo actúan bajo diferentes parámetros a fin de convertir a la Resistencia en otro partido más.
Llorens, junto con oligarcas liberales -entre ellos, el empresario y ex presidente Carlos Flores Facussé, no cesan en sus intentos de salvar el bipartidismo y reforzar al Partido Liberal, con la intención de aislar y neutralizar a la Resistencia, que amenaza con convertir a dicho partido en sólo una sombra de su pasado. El propio Manuel Zelaya está en un dilema.
La decisión unánime de la Resistencia de no jugar en la cancha del enemigo, convirtiéndola en una opción netamente electoral, con personería jurídica, etc., ha sido vital para mantener su unidad, de cara a convertirse en una herramienta política de lucha, en donde la Constituyente pueda ser la base jurídica para un pueblo que avanza en sus metas políticas de crear una nueva república popular y soberana.
El líder liberal Rasel Tomé, asesor político de Zelaya, con quien estuvo durante los cuatro meses en la embajada de Brasil en Tegucigalpa, rechaza firmemente a los liberales que actúan en la sombra para convertir la Resistencia a un partido político tradicional.
Dice que “la parte electoral es lo más sucio del debate. Nosotros (La Resistencia) lo hemos dicho, y esta frase ya la tiene el pueblo, que le contesta a quien anda con intereses personales diciendo ‘por ahora con nadie, por ahora con ninguno: Si a la Constituyente. Ni candidaturas independientes, ni corrientes, si a la Constituyente’. Este no es el momento de discutir procesos electorales; es un momento de unirnos, de organizarnos, de capacitarnos. Hay miles de ideas en la discusión: si el Frente de Resistencia se convierte en un partido, o si es un frente amplio, o si el camino es rescatar el partido liberal, o si el camino es la UD. Nosotros les preguntamos: ‘¿por qué usted, a cien días del proceso (electoral) espurio, impuesto por las Fuerzas Armadas, quieren meter al pueblo a discutir eso?’ Es porque quieren dividir, fragmentarnos en pequeñas corrientes”.
Por su parte, el Gobierno de Pepe Lobo ha intentado mostrar una fachada de “Unidad Nacional”, incorporando a los tres ex candidatos presidenciales a la planilla gubernamental, poniéndolos al frente de igual número de ministerios.
Es el guión de la derecha “rosada” elaborado en el Departamento de Estado. Algunos miembros de la oligarquía hondureña no lo han entendido así, lo que Pepe Lobo ha querido aprovechar para fortalecer a su débil e impopular gobierno, diciendo que hay sectores que quieren dar un golpe de estado a su régimen. Y esos rumores, totalmente ridículos, han tomado más fuerza a partir de que el golpista Roberto Micheletti apareció en San Salvador advirtiendo la posibilidad de un nuevo golpe militar si las cosas no marchan como él quiere. Lo interesante es que Michelleti partió a San Salvador desde la pista de la Fuerza Aérea Hondureña en Tegucigalpa, pista que sólo el presidente de la república puede utilizar para esos fines. Michelleti incluso abordó su avión escoltado por militares hondureños.
En esa lógica es que la logia fascista hondureña agrupada en las así llamadas ‘Camisetas Blancas’ o Unión Cívica Democrática, UCD, se ha reactivado recientemente, arrogándose el derecho de “dar recomendaciones” a la Corte Suprema de Justicia (CSJ), para que no reintegre a los cuatro jueces y una magistrada que fueron despedidos por haberse opuesto al golpe de estado; y también para que dicha corte se abstuviera de garantizar los derechos constitucionales al derrocado presidente Zelaya, en caso de su eventual retorno al país. Y efectivamente, un fallo semejante fue el que emitió la CSJ, tres días después de la publicación del comunicado de la UCD.
En esta ocasión la corte tuvo el respaldo de Micheletti que a través del golpista Canal 10, exigía al embajador español Ignacio Rupérez, no intervenir “en los asuntos internos de Honduras”, dado que éste había criticado la decisión de la CSJ de no reincorporar a sus cargos a los jueces y una magistrada despedida.
“La conducta de este señor, de Rupérez, es reprochable y abusiva muchas veces. Creo que debe de existir un poco más de explicación en cada participación que estos señores hagan”, declaró Micheletti.
Honduras tiene el No 28 de un total de 75 países, donde Estados Unidos ha movilizado a sus Fuerzas Especiales. En sólo un año, el presidente estadounidense Barack Obama, ha impuesto la presencia militar estadounidense en 15 nuevos países. En la actualidad, unos 13 mil efectivos militares estadounidenses están distribuidos en 75 países alrededor del mundo.
Fuente: Centro de Investigación y formación - MSLA
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