miércoles, 28 de abril de 2010

Revisar la Declaración Soberana y reiniciar el proceso de recolección de firmas para una constituyente

Por Diana Canales

Si bien la declaración soberana firmada por cada ciudadano y ciudadana, se sustenta en el principio universal de la soberanía que descansa en el pueblo, la misma no hace referencia a los artículos constitucionales que declaran esa soberanía popular, ni al derecho de rebelión, o de la no obediencia a un régimen llegado al poder por procedimientos irregulares, o por la fuerza de las armas.

No sabemos si se hizo de esa manera, como una forma de no reconocer una Constitución que fue rota con el golpe de Estado, y no hacer reconocimiento tampoco del Congreso Nacional como tal. Porque suponemos la declaración fue conocida y revisada por los abogados del FNRP, antes de su impresión y de su divulgación.

Aunque la Constitución está rota, es mantenida en vigencia por el golpismo y por el régimen de Porfirio Lobo Sosa, y todos los actos que hacemos cotidianos en nuestra actividad jurídica, civil, mercantil, criminal y administrativa, nacional e internacionalmente, están sujetos y se rigen por las disposiciones constitucionales actuales y demás leyes.

La constitución actual, que fue interrumpida, sólo será desechada una vez que entre en vigencia una nueva constitución que sea producto de una Constituyente popular, la que deberá también contemplar un acuerdo en ese sentido, así es su estructura, porque el Estado no debiera quedar sin un orden jurídico transitorio, al menos.

No obstante, si ese es el motivo por el cual en la declaración no se hizo el llamamiento de los artículos que amparan la petición, recordamos que las declaraciones soberanas serán presentadas ante el Congreso Nacional, y con eso le damos reconocimiento a sus acciones y a su legitimidad para recurrir a él.

Hacemos esta observación porque, con certeza, el Congreso activo que resultó de las votaciones de noviembre, utilizará todos los ardides posibles para impedir que se realice la voluntad popular. Y no deben dejarse espacios abiertos, provocados desde la misma Resistencia, para que eso ocurra.

Ya hay en proceso, en el Congreso Nacional, alrededor de nueve proyectos encaminados a hacer correcciones constitucionales parciales. Con la posibilidad, incluso, de una constituyente convocada y direccionada por los partidos traicionarles, desde ese mismo Congreso.

Pudiendo ser, también -y no sería extraño- que el Congreso rechace recibir las declaraciones firmadas, alegando el estado físico de las páginas. Muchas de las boletas de declaración han sido dobladas, arrugadas y ensuciadas, por las condiciones ambientales en que se han recogido un gran lote de ellas.

Además, desde ese Congreso se podrá cuestionar de la autenticidad y de la no duplicidad de las más de un millón de firmas a recolectarse. Pues, la simple colocación del nombre y número de identidad, no son garantía de la legitimidad de la firma estampada. Cualquiera puede hacerlo en nombre de otro, y por esa razón se utiliza la auténtica notarial, que quizá no sea el caso, pero debe evitarse toda posibilidad de crear impedimentos para que esas firmas sean válidas.

La duda sobre una duplicidad en las firmas pudo haberse evitado mediante la enumeración correlativa de páginas. Si las boletas se imprimen en bloques, cada una tendría la garantía de un número irrepetible. A pesar de eso, los abogados del FNRP utilizarán un mecanismo para dar autenticidad al listado de los demandantes a la Constituyente y corregir la situación.

Aunque resulta un procedimiento costoso, no debe dudarse jamás de la voluntad de las y de los hondureños capaces de luchar contra la adversidad.

Pero, el impase más importante a revisar es el que ha sido expresado por el presidente Manuel Zelaya, consistente en que en esa declaratoria, los miembros del FNRP, no hacen reclamo de su derecho, de Zelaya, a retornar a Honduras.

Tal omisión ha motivado a que Zelaya dirija una carta respuesta a su amigo, Mario Padilla, y con copia a David Romero, quien la hizo pública, en la que asegura Zelaya que, el Frente Nacional de Resistencia (FNRP) "me está dejando a un lado, me aparta y me desconoce."

Con esta exclusión en el documento de declaración soberana, argumenta Zelaya, se "minimiza la posibilidad de mi retorno, cuando recogen firmas para una Constituyente y se olvidan de exigir mi retorno."

Mientras Zelaya explica que, "Sufro un destierro injusto, separado de mi familia, de mis amigos, de mi Patria", sostiene que "con que ánimo" otro presidente podría actuar de la misma manera que él, "si a quien perdió todo por la democracia [...], sus compañeros lo apartan y lo aminoran condenándolo al ostracismo", reclama en su carta.

Varias personas han indagado antes, a la dirigencia del FNRP sobre esta exclusión, así considerada por Zelaya. Y, como respuesta, se ha dicho que se hará la petición escrita para el retorno del presidente Zelaya, como un documento separado y que será anexado al legajo de firmas por la convocatoria a la Constituyente.

Cualquier cosa puede ser anexada a esa petición, una demanda por vivienda y derecho de acceso a la salud, etc., y verá como su fuerza legal será debilitada, cuando en el mismo documento firmado no se consigna la solicitud precisa.

En relación a eso, se ha producido una distorsión que podría responder a intereses deliberados, de hacer creer que el FNRP ha abandonado el retorno de Zelaya como exigencia al régimen de Porfirio Lobo.

Cuando en verdad, en la manifestación recién pasada del 20 de abril, Juan Barahona, Coordinador del FNRP, explicó que el objetivo de esa, era el de exigir el retorno del presidente Zelaya y del padre Andrés Tamayo, además de iniciar la colecta de firmas para la declaración soberana de cada ciudadano y de cada ciudadana.

Esa contradicción no debió haber ocurrido nunca, y debe tenerse el cuidado especial en no permitir conductas aceleradas y evitar la precipitación de grupos, o de personas, que empujan a los demás a poner en acción resoluciones no suficientemente definidas, que descubra una imagen de ruptura tan evidente en perjuicio de la Resistencia.

No ante los golpistas -a quienes no se debe complacer- pero sí contrarrestar. Si no, por el respeto a la misma voluntad, al derecho y a la dignidad de los propios miles de miembros del FNRP, a su confianza y consolidación.

Si bien el FNRP está integrado por un conjunto diverso de organizaciones sociales y políticas, existen lineamientos fundamentales que deben ser seguidos, invariablemente, por todos y por todas, ya no como las organizaciones individualizadas que constituyen y cuya identidad debe ser respetada.

Sino que, deben estar sujetas a la directriz del FNRP, el que no debe permitir, jamás, que cuestiones trascendentales queden a la realización y criterio de un grupo en particular.

Para eso, existe la discusión democrática, la obediencia militante a los principios y disposiciones acordadas del FNRP, y el respeto y la disciplina de sujeción a la dirigencia, una vez que se haya trabajado, suficientemente, en la discusión y después de lograrse un acuerdo.

Con ese hecho, puede quedarse evidenciado que el tema no se conversó con Zelaya, víctima humana del golpe de Estado generador de la reacción popular contra la ruptura constitucional; o que, si acaso se conversó, no se respetaron acuerdos; o entonces, algunos creen poder obviar el valor de Zelaya, por un origen político partidario.

Con lo que se estaría negando, al mismo tiempo, la propia postura del FNRP de actuar integrado, despojado de la identidad política partidaria de sus miembros.

Elementos simbólicos de la personalidad de Zelaya, han sido incorporados, espontáneamente por la gente, como representativos del propio FNRP.

Sería un error estratégico suponer que, por ahora, el movimiento social y alternativo, por si sólo podría llegar a la Constituyente. La simple insinuación de separar a Zelaya, apartará también a los cientos de miles de desempleados, de vendedores informales, de mujeres dedicadas a sus hogares exclusivamente, de personas no organizadas en otro grupo social o político, fuera de su propia familia y del mismo FNRP.

Sin mencionar, si quiera, la prevalencia y fidelidad a ciertos valores humanos que, esperamos y creemos, deben estar impregnados en un movimiento, noble y extraordinario, como el de la Resistencia, y que se necesita formen parte de sus procesos educativos.

Hay que analizar cuántos de eso miles de personas estuvieron presentes, en otro tiempo, en las movilizaciones populares, comunales, de barrios, sindicales, campesinas, magisteriales, de derechos humanos, a pesar de la justeza de sus reclamos, y de involucrar demandas necesarias de bienestar favorables a todo un pueblo.

No hay más camino para las transformaciones sociales que la unidad y la solidaridad, dentro y con el FNRP, único ente histórico que ha logrado reunir tanta fuerza social y política en una sola.

Y no debe perderse de vista que éste podría ser también, el único momento, ante la arremetida violenta de un plan mundial por la retomada de las políticas neoliberales que privaticen todos los bienes nacionales, materiales e inmateriales.


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