Los chamanes de la derecha criolla que pululan en la prensa venal en plan de “analistas” la daban por muerta, “es cosa del pasado” decían en el afán empedernido por desconocer la realidad. Contrario a eso, la Resistencia Popular hondureña se encuentra más viva que nunca, fuerte y movilizada, decidida a disputarle políticamente el poder de la nación a la oligarquía corrupta y vende patria que el 28 de junio de 2009 desesperada, sin saberlo, aceleró la llegada de los cambios que siempre ha evitado.
En una clara demostración de vigencia y beligerancia, el Frente de Resistencia marchó el 27 de enero pasado con la convicción de que la lucha planteada forma parte de un proceso de liberación y construcción de Patria en la que ningún ciudadano debe evadir la responsabilidad de la batalla cívica. En junio pasado el fascismo criollo, en alianza con intereses foráneos, cuya figura prominente es el embajador Hugo Llorens, enviaron un mensaje claro: El poder lo tienen ellos y para mantenerlo son capaces de imponer cualquier pantomima de democracia que les garantice el saqueo de las riquezas de la Nación. Al pueblo las migajas y si no le parece… sangre y fuego.
La oligarquía no va a permitir jamás el surgimiento de una Honduras justa y equitativa, porque su poder se ha consolidado sobre la base de la injusticia y el hambre de millones de compatriotas. Urge que el pueblo finalmente y sin intermediarios acceda al poder político para efectuar por sí mismo los cambios que requiere y que con los títeres oligárquicos en el gobierno están más lejanos que la llegada de las calendas griegas.
Ante el poder de la oligarquía, el pueblo debe organizarse y asumir el liderazgo sin complejos. La organización es clave para que el pueblo tenga posibilidades reales de alterar el orden establecido. La organización y la unidad total de todo el pueblo es un imperativo para cambiar el status quo. La construcción de un instrumento político en el que converjan las fuerzas y facciones que forman el Frente de Resistencia está por encima de la diversidad de intereses e identidades facciosas. Este momento exige madurez, compromiso patriótico y audacia para lograr sobreponer la causa de la Patria y del pueblo que nos eleva a lo eterno, frente a lo personal y sectario que nos reduce a lo efímero.
Al margen de cuál sea el instrumento político que nazca de la actual articulación, el objetivo para la militancia y el liderazgo debe ser claro e innegociable: enfrentar de manera política a la oligarquía y a sus vasallos, quitarles el poder de la Nación contrarrestando en primera instancia el latrocinio del patrimonio público, luego en el corto o mediano plazo acceder al poder para rescatar a Honduras de la infamia.
Sólo desde el poder podemos alcanzar esa meta. Está demostrado que las luchas reivindicativas como salario mínimo, recuperación de tierras y otras similares, en esencia, son amortiguadores creados por el mismo sistema injusto en que hemos vivido, y el tiempo argumenta que en efecto no ha mejorado la calidad de vida de la población más vulnerable en el campo y en la ciudad.
Fuente: Ellibertador.hn
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