Por Carlos Maldonado
Como se anticipó certeramente, Honduras, o mejor dicho el pueblo hondureño, venció. El abstencionismo que se situó entre el 65 y 70 por ciento que, según datos a boca de urna recabados por los interesados de que la democracia vuelva a su país, así lo constatan. No obstante, como era previsible también, el fraude tuvo que ser utilizado por los golpistas para tratar de dar al mundo una imagen de victoria. Una imagen de que en ese país la gente en su mayoría apoya a los golpistas. Ahora blanden datos unilaterales bajo el brazo: una participación de alrededor del 61%.
Era de suponer y, ¡¿cómo no aprovechar su posición ventajosa?! Con todas las prerrogativas que tenían en sus manos hubieran puesto la participación, si hubieran querido, en un 80 o 100%. Total, si ganaba Lobo o Cordero, tío Conejo o tío Coyote, la oruga o el caracol, eso es lo de menos. Todos ellos apoyaron el golpe, el aparato de gobierno estuvo totalmente al servicio del golpe, el secreto, la desinformación, el silencio y la represión fueron su forma de actuar. Entonces, no se podía esperar otra cosa más que se planificara y apoyara el fraude por parte de esos partiduchos corruptos.
Para eso tuvieron todo el tiempo a sus medios de desinformación que hicieron eco de ese gran estafa, para eso fueron a Honduras de acá y de otros lados, representantes de la oligarquía y sus pajes. Esos mismos que andan fraguando sabotajes y atentados cuando la democracia no está a su medida. Por ejemplo, los que acudieron al llamado de sus comparsas oligarcas de allá son los mismos que urdieron la caída de Colón, por menos de los que hizo Zelaya, utilizando para ello
Sabemos perfectamente que por la fuerza de las bayonetas y de la “opinión pública” al servicio imperial, los golpistas escogieron a Porfirio Lobo para sentarlo en la silla presidencial. Éste, engolosinado hace mucho con el poder, al cual nunca ha podido acceder por las urnas, aúlla ahora furioso cuando alguien de los periodistas que escapan de su orbita de acción, pregunta qué pasará con el Presidente legítimo de Honduras, Manuel Zelaya. Éste, que ya es innombrable para la oligarquía golpista -de ahí el epíteto de que ya pasó a la historia- es la piedra en su zapato.
Podrán imponer esa decisión a fuerza de fusiles, pero el pueblo ha cambiado. Ha adquirido en esta batalla una experiencia riquísima y pronto se verá en el terreno de la política cómo esta pírrica victoria oligarca no solo es eso, sino efímera.
Fuente: www.albedrio.org
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