miércoles, 11 de noviembre de 2009

Ah... vuelven los viejos tiempos

Por Mario Roberto Morales*


Lo dicho: América Latina ha vuelto a polarizarse al viejo y obsoleto estilo de la guerra fría. El ala fascista del partido republicano manda más que Barack Obama en política exterior. Las bases militares en Colombia y la alargada burla circense de la oligarquía hondureña a la comunidad internacional son la prueba. Por su parte, Hillary Clinton hizo lo mismo usando a Óscar Arias para darle largas al regreso de Zelaya al poder mediante su plancito de San José, el cual mucho recuerda un parecido refrito que le valió un Nobel para él tan inesperado como inmerecido. Clinton se venga así de su derrota ante Obama y se abre un espacio de futura negociación personal con el ultraderechismo republicano.

Pero el envalentonamiento de las oligarquías latinoamericanas, azuzadas por el republicanismo ultraderechista de la “teoría del shock” y la “guerra preventiva”, es anterior al patético carnaval hondureño. Las reelecciones de Uribe para implantar las bases militares en Colombia contra Venezuela, Brasil y otros países no alineados con el republicanismo fundamentalista, así como el intento de golpe de Estado técnico en Guatemala mediante la puesta en escena del asesinato del abogado Rosemberg, anunciaban la asonada de Honduras, misma que ha sido celebrada y apoyada por la oligarquía guatemalteca por medio de sus voceros mediáticos, los neoliberales egresados de la escuela de cuadros conservadores llamada Universidad Marroquín.

Sorprende volver a los viejos tiempos en que a todos nos ilusionaba la posibilidad de eliminar a nuestros enemigos en vez de dialogar con ellos. El temor ultraderechista a los gobiernos democráticamente electos que no se someten a los dictados antipopulares obliga a seguir el ejemplo del Frente Nacional de Resistencia (FNR) de Honduras, un novísimo actor político llamado a ejercer el contrapeso antioligárquico ineludible para refundar el Estado, rompiendo el bipartidismo derechista y mandando a su casa a los tontones terratenientes Zelaya y Micheletti.

Las próximas elecciones en Guatemala son definitorias de los próximos años. La derecha quiere ganarlas no importa si con Pérez Molina o con Suger, con Giammatei o Caballeros. Agitando el petate de muerto del chavismo –sobre todo ahora, cuando Chávez llamó a su ejército a prepararse para la guerra--, la oligarquía guatemalteca y sus vociferantes corifeos neoliberales acusan de izquierdista a Colom para infundir el conocido miedo a que les quiten su “propiedad privada” en los ignorantes y fanatizados seguidores clasemedieros que fabrican en su escuela de cuadros.

La ola neofascista sólo puede pararse con la movilización popular efectiva y autónoma. De hecho, ya el FNR en Honduras ha pasado a otras formas de lucha ante el montaje de la opereta oligárquica, y es de confiar en que la situación en aquel país le sirva de ejemplo al movimiento popular de Guatemala para movilizarse y articular apoyos políticos de cara a las próximas elecciones.

Tanto Pro Reforma como la ley de alianzar público-privadas y otras, son pasos preparatorios de la derecha guatemalteca para gobernar sobre una alfombra legalista prefabricada. De modo que la lucha debe darse no sólo en el plano ideológico, sino también en el de la movilización popular encaminada a objetivos políticos concretos a favor de los intereses de las capas medias y de las amplias masas más pobres.

Nos hemos polarizado de nuevo. Vuelven los viejos tiempos en que éramos felices porque soñábamos con aniquilarnos los unos a los otros. Qué alegre, ¿no?

*Literato guatemalteco

Fuente: www.albedrio.org

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