Por Decio Machado
A pesar de que Honduras pueda parecer un país insignificante, con apenas 7,5 millones de habitantes, el 60% de ellos en situación de pobreza y una de las tasas de asesinatos más altas del planeta, continúa siendo un territorio de importancia geopolítica para Estados Unidos.
Según César Lazo, secretario general de la Unión de Escritores y Artistas de Honduras (UAEH), “los que piensan que el golpe de Estado en Honduras es el resultado de una simple pugna de poder entre grupos de la oligarquía nacional tienen un análisis de enfoque reduccionista”. Y añade: “La intervención norteamericana en Honduras es parte del plan que conspira contra el ALBA con el fin de parar los cambios redentores de nuestros pueblos”.
Aunque hay diferentes hipótesis sobre el golpe, entre investigadores y analistas destacan las que tienen que ver con la participación de EE UU. Según Manuel Freitas, especialista en inteligencia estratégica, “hay dos lecturas que se hacen del objetivo golpista: una, que fue una maniobra interna de los halcones conservadores contra Obama utilizando Honduras como teatro de operaciones; la otra, que se trató de una operación de doble cara orientada a posicionar la estrategia Obama en la región, principalmente en relación con los presidentes izquierdistas que conforman el ALBA”.
De igual manera opinan los principales sectores movilizados en el interior de Honduras. Juan Barahona, uno de los dirigentes del Bloque Popular en Honduras, nos indica que “parece impensable que el golpe de Honduras se haya dado sin apoyo desde Estados Unidos, y más impensable es que sin tal apoyo hayan resistido a la unánime presión internacional y a la presión del pueblo de Honduras, la cual está paralizando el país”.
En contraposición con otros golpes en la región, la reacción de la comunidad internacional fue inmediata. En apenas 24 horas respondieron presidentes y cancilleres de 34 países latinoamericanos. Inmediatamente, estos países fueron respaldados por los 192 de la ONU. En un hecho sin precedentes, todos los Gobiernos del planeta condenaron el golpe y exigieron la restitución del presidente legítimo.
En los pasillos de la OEA y la Casa Blanca era fácil escuchar conversaciones que indicaban que si era verdad que el presidente Obama no había estado al tanto del golpe, además de una insubordinación militar y golpe en Honduras, se produjo también una insubordinación o una forma de golpe de Estado en EE UU contra el presidente Obama, protagonizado por sectores ultraconservadores del Pentágono y del Departamento de Estado con objetivo de boicotear –a través de Honduras–, sus políticas de acercamiento con Chávez, Cuba y los presidentes del ALBA.
¿Y los intereses de EE UU?
Aunque Honduras fue definida como República Bananera dado el control absoluto que ejerció la United Fruit Company sobre el país, en estos momentos los intereses económicos norteamericanos se basan en las maquilas y en 150 transnacionales que tienen inversiones directas de más de 968 millones de dólares.
En el ámbito militar, destaca la base militar de José Soto Cano, una de las tres bases subordinadas al Comando Sur norteamericano, donde se ubica la fuerza de tarea conjunta ‘BRAVO’, conformada por efectivos del Ejército, fuerza aérea, de seguridad y el 1º Batallón Regimiento Nº 228 de la aviación de Estados Unidos. La base cuenta con 600 efectivos militares estadounidenses, 18 aviones de combate HU-60, Black Hawk y CH-47 Chinook. El 31 de mayo del año pasado, el presidente Zelaya anunció que sería utilizada para vuelos comerciales y se inició la construcción de una terminal civil financiada con fondos del ALBA.
De igual manera, en el contexto del ALBA se conversaba sobre la reserva petrolera del Río Patuka, misma zona que el anterior Gobierno hondureño, presidido por Ricardo Maduro, había ofrecido a EE UU para construir otra base militar en la región de Mosquitia.
Zelaya había tenido ya notables diferencias con el Gobierno norteamericano. En diciembre de 2008 envió una carta personal a Barack Obama pidiendo al nuevo Gobierno estadounidense que respete el principio de no intervención, acusándolo a su vez de utilizar las visas de entrada en EE UU como “mecanismos de presión”, además de rechazar las declaraciones “inapropiadas” de sus embajadores en Latinoamérica. Zelaya indicaba textualmente en esa misiva: “La legítima lucha contra el narcotráfico u otras nuevas amenazas no deben ser utilizadas como excusa para llevar a cabo actividades de injerencia en los demás países”. Zelaya también señalaba “la urgente necesidad de revisar y transformar la estructura de la ONU”, a la vez que recomendaba el diálogo para solucionar las diferencias con Venezuela y Bolivia.
El portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, dijo que la manera de EE UU es trabajar con sus socios para que se restablezca el orden democrático y, poco después, Hillary Clinton posicionaba al presidente costarricense Óscar Arias como mediador en el conflicto.
Al mismo tiempo que la Secretaría de Estado norteamericana indica que no va a suspender la ayuda económica a Honduras, que incluye partidas para la financiación operativa de las Fuerzas Armadas, la policía y los servicios de inteligencia hondureños, se busca por todos los medios que sea un país aliado, como Costa Rica quien dé la solución del conflicto, lo que conllevaría la renuncia de los posicionamientos más radicales en materia de soberanía y democracia participativa por parte de Zelaya, y además evitaría que fuese el ALBA quien pudiera capitalizar el triunfo de la democracia en América Latina.
MANUEL ZELAYA, DE HIJO DE TERRATENIENTE A LÍDER POPULAR
Manuel ‘Mel’ Zelaya, hijo de terratenientes, antes de dedicarse a la política, desarrolló negocios forestales y ganaderos. En 1987 fue nombrado directivo del Consejo Hondureño de la Empresa Privada y presidente de la asociación gremial de los madereros. Ingresó en 1970 en el Partido Liberal Hondureño siendo diputado en varias ocasiones y desde donde desarrolló cargos públicos. En 2006, tomó posesión como presidente de Honduras. Durante la campaña se presentó como un honrado hombre de campo, de palabra directa y franca, desligado de la clase política, creyente, y con mano firme para combatir la corrupción.
Como mandatario apoyó el Tratado de Libre Comercio (TLC) entre República Dominicana, Centroamérica y EE UU (CAFTA), en medio de fuertes movilizaciones populares en contra. A pesar de ello, se acercó al Gobierno de Chávez e introdujo a Honduras en Petrocaribe, alianza en materia petrolera signada por varios países caribeños para adquirir combustible venezolano en condiciones de financiamiento preferencial, pagando el 50% en un plazo de 90 días y el resto en 25 años, con un interés del 1%.
Con el tiempo, su discurso evolucionó hacia el liberalismo socialista, la crítica al intervencionismo de los EE UU, el apoyo a Cuba y las invocaciones a Dios.
Ante un país extremadamente pobre, Mel corona su conversión ideológica incorporándose al ALBA. Durante los primeros 32 meses de gobierno, Zelaya enfrentó 722 conflictos sociales de diversa magnitud, incluidos paros cívicos. Definido por la oligarquía como “un traidor a su clase”, Zelaya termina de colmar las iras de los poderes fácticos de su país, elevando el salario mínimo y estableciendo una consulta popular no vinculante que tenía como finalidad saber si la ciudadanía estaba de acuerdo en que en los próximos comicios se colocase una cuarta urna para votar un referéndum y dar paso a un proceso constituyente.
El embajador Hugo Llorens
Hugo Llorens, de origen cubano, fue asignado embajador de EE UU en Tegucigalpa en abril de 2008 por la administración Bush. De 2002 a 2003, años del golpe de Estado y golpe petrolero en Venezuela, Llorens fue director de Asuntos Andinos del Consejo Nacional de Seguridad en Washington, siendo el principal asesor de Bush en temas relacionados con Colombia, Venezuela, Bolivia, Perú y Ecuador.
Con anterioridad, este diplomático ejerció funciones ya en Honduras, Bolivia, Paraguay, Filipinas y en El Salvador, donde fue Coordinador de Asuntos Narcóticos. Llorens admitió que en la noche del 21 de junio, seis días antes del golpe, participó en reuniones donde se discutieron planes de golpe antes del secuestro del presidente Zelaya. Este diplomático que antes de su carrera en el Servicio Exterior fue adjunto a la División Internacional del Chase Manhattan Bank en Nueva York, ha sido un estrecho colaborador de Otto Reich, Roger Noriega y Elliot Abrams (halcones del Gobierno Bush), y prometía a su llegada a Centroamérica: “…profundizaré el comercio recíproco y los flujos de inversión (norteamericanos), derivados del TLC para Centroamérica y República Dominicana (CAFTA-DR)”.
Roberto Micheletti
Roberto Micheletti (en la actualidad, popularmente conocido en Honduras por Goriletti), presidente golpista, estudió Comercio en los EE UU para luego dedicarse a los negocios en el sector transporte. Fue soldado de la guardia de honor presidencial de Villeda Morales a principios de los ‘60 y es conocido por representar al sector más reaccionario de su partido. Aspiró en primarias a ser el presidenciable del Partido Liberal de Honduras para las elecciones de noviembre, pero conocido por su autoritarismo, sed de poder e ignorancia se vio derrotado por Elvin Ernesto Santos (vicepresidente de Zelaya).
Fue nombrado en la era Zelaya presidente del Congreso Nacional, cargo que ejerció hasta el golpe de Estado del 28 de junio. Comenzó su carrera política local en los ‘80 como presidente del Consejo Local del Yoro, donde siempre se hizo elegir diputado al Congreso Nacional. Aparece en una lista de narcotraficantes redactada en una fecha no precisada por un alto oficial del Ministerio de Defensa y Seguridad Pública de Honduras, que lo relaciona con el Cartel de Cali.
Billy Joya, escuadrón de la muerte
Billy Joya Améndola fue nombrado por Micheletti como ministro asesor. En los ‘80 era uno de los principales dirigentes del Batallón de Inteligencia 3-16, responsables del secuestro y desaparición de cerca de 400 opositores políticos, y fundador de los escuadrones de la muerte ‘Lince’ y ‘Cobra’. Ha sido uno de los destacados violadores de derechos humanos en Honduras, y se le acusó de al menos once ejecuciones directas bajo el pseudónimo de ‘Doctor Arranzola’. También fue responsabilizado del secuestro y tortura de seis estudiantes, aun hoy cuatro de ellos están desaparecidos desde principios de los ‘80.
Trabajó en Argentina a las órdenes de uno de los principales represores, Guillermo Suárez Mason, entre cuyas actividades destacan el secuestro de niños durante los últimos años de la dictadura. El Gobierno español solicitó la extradición de Joya sucesivas veces desde 1985, aunque fueron paralizadas por el sistema judicial hondureño, impidiendo su detención por la Interpol. En 1995 se emitió una orden de captura contra él, refugiándose curiosamente en España hasta 1998, cuando fue expulsado.
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