El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, recibió este jueves en Noruega el Premio Nobel de la Paz por sus "esfuerzos" para cambiar el clima diplomático internacional, en medio de críticas en su contra por mantener dos invasiones en el mundo (Afganistán e Irak) y fomentar la expansión de bases militares lideradas por su Gobierno en diversos puntos del planeta.
En la ceremonia que se llevó a cabo a Oslo, la capital noruega, el mandatario fue premiado por el presidente del Comité Nobel noruego, Thorbjorn Jagland, quien lo felicitó por conseguir "cambios determinantes" en un "corto espacio de tiempo", lo que, según él, son motivos suficientes para merecer el premio.
Hace 10 días el mandatario ordenó el envío de 30 mil soldados más a la invasión que lidera su país en Afganistán, un conflicto que ya cumple ocho años sin ningún resultado y con fracasos reconocidos por su mismo gobierno.
Además, sus tropas permanecen en Irak desde 2003 con el argumento de buscar la paz para el pueblo de esa nación del Medio Oriente después de la caída del ex presidente Sadam Hussein, pero hasta 2009 la operación terminó incrementando el poder de una insurgencia que ha matado a más de 860 soldados estadounidenses y aumentado el fallecimiento de civiles.
Antes de la llegada del presidente habían tenido lugar manifestaciones en la capital noruega contra la concesión del Nobel al presidente estadounidense.
Las promesas electorales realizadas por Obama cuando era candidato presidencial, relacionadas en su mayoría a la política exterior de Estados Unidos y por ende comprometidas con la paz mundial, no han sido cumplidas.
Si bien el comité Nobel alegó gestiones de Obama en el campo diplomático para el otorgamiento del galardón, en América del Sur el presidente estadounidense ha ocasionado un tenso clima en las relaciones multilaterales, con la iniciativa de su Gobierno de firmar un acuerdo con Colombia para instalar siete bases militares en ese país.
Ese pacto militar ha sido rechazado por la mayoría de países de la región, que consideran la instalación de las bases como una acción desestabilizadora, principalmente por la posibilidad de que aviones de guerra, que despeguen de Colombia, sobrevuelen casi toda Latinoamérica sin necesidad de reabastecimiento.
Además, Obama ha dado continuidad al bloqueo comercial, económico y financiero que su país aplica sobre Cuba, al anunciar el pasado mes de septiembre que se extendería por un año más la política genocida contra el pueblo cubano.
Por medio del bloqueo, Cuba no puede exportar ningún producto a Estados Unidos ni importar de ese país mercancía alguna; tampoco puede recibir turismo de esa nación ni utilizar el dólar como divisa en sus transacciones con el exterior.
Además no tiene acceso a los créditos, ni puede realizar operaciones con instituciones financieras multilaterales, regionales o de Estados Unidos. A sus barcos y aeronaves se les impide tocar territorio estadounidense, además de que amenaza con sanciones a otras naciones que se presten a comerciar con Cuba.
Esta política, aplicada por diez administraciones estadounidenses, a las que ahora se suma la de Obama, representa un acto de genocidio según el artículo II de la Convención de Ginebra para la Prevención y la Sanción del delito de Genocidio, del 9 de diciembre de 1948 y constituye, por tanto, un delito de Derecho Internacional.