En foro del FNRP:
Movimientos sociales y aporte revolucionario.
Tegucigalpa. 01 Agosto 2010. El representante del Movimiento brasileño de los trabajadores rurales, Sin tierra (MST), Ronaldo Pagotto, aseguró que cerca de 370 mil familias se han movilizado en masa y en desobediencia civil en la lucha por la recuperación de tierra de propiedad irregular y con explotación de niños y de trabajadores en esclavitud.
Pagoto comparó la nación brasilera como “una gran transnacional, de puramente explotación, mucha tierra, mucha producción, para alimentar los países de la Europa Occidental, bajo un estado brasilero que comparte todas las características de la oligarquía hondureña”.
El tema agrario de la concentración de tierra en Brasil, como prioridad para producir y alimentar el pueblo, “es un problema histórico, profundo, que está asociado a todos los momentos trágicos de nuestras historias, a los golpes militares y civiles que tuvieron ese contenido [lucha por la tierra] como centro”.
El Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin tierra (MST), de Brasil, y el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (Copinh), valoraron sus aportes revolucionaros como movimientos sociales, en el foro semanal promovido por el Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP).
Ronaldo Pagotto, del MST, evaluó que la experiencia de ambas organizaciones latinoamericanas tiene en común “su lucha diaria para resistir a las políticas de mano dura y a la explotación de los pueblos indígenas y los campesinos”.
Brasil es visto como un país de proporción continental, de mucha tierra, de imágenes bonitas siempre, de un pueblo alegre, de música y carnaval, que le gusta el futbol; pero “tiene una tradición, un proceso histórico de lucha compartida con los pueblos latinoamericanos” desde la llegada de los españoles y portuguesas, en 1492, aclaró.
Brasil, tiene tres grandes aportes étnicos, de pueblos indígenas originarios, de las africanas venidas como mano de obra esclava, y de inmigraciones muchas veces invitadas desde Brasil para desarrollar la economía, que se funden en un pueblo nuevo, brasileño.
Pagotto, por el MST, explicó que Brasil fue uno de los últimos países en cerrar su historia oficial con el esclavismo, en 1888. “Somos un país con poco tiempo de participación democrática y de seguridad jurídica, política, para el pueblo manifestarse, organizarse y luchar por sus derechos”.
Durante casi 500 años, Brasil “convivió, armoniosamente, con lo que hay de más atrasado en la estructura de explotación social y económica, con dos modelos de explotación, latifundista y de ganadería de extensión, necesitada de mano de obra esclava, dura, con escasa explotación de la tierra”.
De otro lado, se establecen los ingenios de producción de azúcar, dos modelos que conviven hasta ahora, “lo que había de más moderno y de más atrasado, juntos”, es una marca de Brasil también situación actual, “compartida con nuestros pueblos, tenemos enemigos en común, métodos en común”, analizó Pagotto.
Brasil ha mantenido una clásica historia marcada por una afirmación muy reconocida incluso fuera: “el país del futuro”. Pero “nuestra experiencia es la de un pueblo que no se contentó más con esperar ese futuro, con 25 años de lucha un pueblo que se cansó de esperar el porvenir que nunca llegaba. Ese es nuestro origen, de donde nace el MST”, apreció.
La súper concentración histórica de la tierra.
Brasil es la primera o la segunda nación en el mundo con más tierra con potencial agro-cultural, excluyendo las áreas de preservación ambiental y el bosque indígena.
Pero, hasta hoy, existe una súper concentración histórica de tierras, desde el origen, cincuenta por ciento de tierras de producción está en manos del uno por ciento de propietarios, en la figura del gran latifundista o terrateniente.
El latifundista en el Brasil, tiene tres prácticas tradicionales de cómo manejar la producción. La práctica tradicional para el manejo de la producción ha sido asegurada: primero, por la mano de obra esclava, o súper explotada.
De cuatr0 a cinco mil trabajadores en situación de trabajo esclavo son liberados por la acción del Estado, sin ningún proceso para garantizarles trabajo. En este año 2010, llegan a ocho o nueve mil, detalla Pagoto.
Un segundo factor, es el latifundio que no produce, no utiliza la tierra, sino la emplea como valor de capital para venderla. Desde 1850, la tierra en Brasil es una mercancía, como fondo de reserva de capital, a costa de los alimentos y del hambre del pueblo. Y, tercero, la tierra aplicada a ganadería en extensión, “sueltan algún ganado hacia el interior de la tierra, subutilizándola”.
Otro aspecto relevante es que “las clases dominantes tiene la capacidad de hacer cambios formales, sin contenido, por encima. Hicieron revoluciones, la independencia de Brasil hecha por el hijo del rey de Postugal, la proclamación de la República, sin tratar ningún tema social y económico, la revolución del 30…”
Es una tradición de las clases dominantes el anticiparse a cualquier movilización popular y hacen cambios formales, sin contenido social ni económico”, criticó Pagotto.
La explotación del trabajo esclavo cerró hace 100 años, pero los liberados no fueron incorporados como fuerza de trabajo al sistema capitalista de trabajo, fueron dejados abandonados, excluidos y luchando por sobrevivir, hasta ahora, emigran a territorios urbanos que fueron tomados por el pueblo, las favelas.
El tema agrario de la concentración de tierra en Brasil, como prioridad para producir y alimentar el pueblo, “es un problema histórico, profundo, que está asociado a todos los momentos trágicos de nuestras historias, los golpes militares y civiles tuvieron ese contenido como centro”.
La lucha por la distribución justa de la tierra es una lucha revolucionaria.
La lucha en el mundo en el marco del capitalismo noroccidente es de distribución de tierras y el asentamiento de personas que tiene una deposición para vivir en ella y producirla.
Mientras que, en nuestras realidades latinas, estas luchas adquieren una connotación no solamente popular, democrática, por la democratización del acceso a la tierra, del ingreso, de la producción.
Sino que, “es una lucha de contenido revolucionaria no por voluntad del pueblo, sino por la incapacidad, imposibilidad, indisposición de las clases dominantes de realizar lo que fueron las grandes reformas burguesas”.
Las clases dominantes de nuestra América, no tienen ninguna preocupación nacional, ni siquiera ningún ímpetu de hacer sus propias revoluciones burguesas revolucionario, son vendidos, entreguistas, pura y simplemente, apátridas. Es antinacional, antipopular y antidemocrática.
El MST surge como una organización popular en una dictadura en crisis ya sin condiciones de mantenerse.
El MST nace al final de la dictadura militar, en la crisis militar que provocó sismas dentro del bloque de poder, en una crisis económica que produce, se inicia y retoma la organización, una movilización de los pueblos desde el campo.
Desde la “carestía”, por escases de alimentación, de derechos humanos, de lucha por la tierra, en los setenta, fue un periodo de “incubación de trabajo de base, que” sólo se tornó visible en el inicio la década de los ochenta.
En 1979, colonos que se asentaban en la región sur de Brasil con una historia de incipiente distribución de la tierra en formato de colonato, en la región fronteriza con Uruguay y Argentina, estaban en tierras indígenas y fueron sacados de ellas por el derecho de los indígenas, injusticiados históricamente, en lucha contra el Estado por retornar a sus tierras.
La comprensión de que estos pueblos indígenas son tan explotados cuanto los campesinos sin tierras, fue un primer paso de convivencia entre indígenas y campesinos, que persiste hasta hoy en la lucha por la tierra.
“Este pueblo se organizó realizó ocupación en las laterales de las carretera, en lonas, en tiendas, reunió cerca de 2 mil familias con apoyo de la sociedad y de familias progresistas, como primer paso para hacer ocupación de tierras de latifundios que emplean trabajo infantil, trabajo esclavo, y que incumplen la legalidad”.
Las familias fueron asentadas y esto pasó a ser un trabajo permanente de movilización de tierras, algunos se fueron a tierras cercanas para que otros trabajadores sin tierra, también reivindicaran la tierra. Hace 26 años, en enero de 1984, un congreso marcó la organización de los MST.
Desde entonces hasta hoy, se han realizado dos mil 500 ocupaciones de tierra de propiedad privada improductiva, de fincas de latifundistas, ocupaciones de tierras de propiedad privada irregular, de “grilagem”.
El “grilagem”, era una técnica para hacer documentos falsos de propiedad de tierras, inventados, hechos en una “fabriqueta”, y que luego los guardaban en una gaveta con grillos adentro, y al mojarse los papeles con la orina de los insectos, tomaban un aspecto envejecido, antiguo, para pedir su legalización.
Cerca de 370 mil familias movilizadas en masa y en desobediencia civil.
Ocupamos, desde entonces, tierras de latifundistas que tienen propiedad irregular, tierras que se sirven de trabajo infantil, de trabajo esclavo, que incumplen la legislación ambiental.
De alrededor de 370 mil familias movilizadas, 100 mil conquistaron sus tierras en proceso de democratización directa, sin pedir permiso a los gobernantes, al alcalde, etc. Fue una lucha de acción directa de las masas, que se combina con la desobediencia civil, “no pedimos hacer algo al Estado por nosotros, exigimos un pedacito de tierra para vivir”.
En 2010, tenemos unos 900 “campamentos”, resultado de esas ocupaciones. Es la fase en la que todavía no llega la conquista, el campamento es provisorio, el “asentamiento” es posterior, de la conquista de tierra, las personas son asentadas en fincas para hacer producción cooperativa, explica.
En este momento, 150 mil familias acampadas están viviendo en una tienda plástica negra, caliente en calor y fría en invierno.
Se organizan asociados en tomas, con campesinos que funcionaban en forma de colonato, de arrendatario, de súper explotación, parecidas a las formas feudales que producen la tierra de su patrón en su finca.
El MST existe en 24 de las 27 provincias de Brasil. Tiene una estructura compartida, organizada en un principio de coordinación colectiva con acciones responsabilizadas de tareas, asentamientos y acampamiento, en un espacio compartido por hombres y mujeres.
Las mujeres no podían participar de la lucha porque cargaban con su niños, por lo que “en todos nuestro proceso tenemos la ciranda infantil”, de cuidado para los niños en cuanto sus padres hacen el trabajo.
El campesinado brasilero es analfabeto, el 75 por ciento no tiene ni siquiera cuatro años de escolaridad. “No hay proyecto de liberación que no sea combinado con educación. Eso marca nuestra historia desde el principio”, relató Pagotto.
“Tenemos 2 mil escuelas, mantenidas por el Estado, con un currículo de educación formal adaptada a los campesinos, que tiene una mirada a partir de quien vive integrado al ambiente del campo”.
Con el proceso educativo, se ha logrado casi el 95% de población libre de analfabetismo, “luchamos para llegar al 100”. También tenemos un proceso formativo de base para que quienes se inician en la lucha, conozcan el proceso histórico, quiénes son sus enemigos, sus armas, y cuáles las de nosotros.
Pagotto resaltó, “Nuestra arma es la movilización de masas, ellos utilizan sicarios en las madrugadas y en las noches. El grupo dominante teme al MST, no por una respuesta agresiva, sino por su movilización de masas, que tiene como principio”.
Con la participación de más de 30 médicos formados en Cuba que trabajan en salud integral preventiva, el MST ha sido internacionalizado, para no dejarlo en manos del Estado. “Esperamos que se acaben los Sin Tierra en Brasil, como en Honduras, liberando su pueblo, como nosotros queremos en Brasil”, presagió.
Pagoto expuso para el foro titulado “Los movimientos sociales y su aporte al movimiento revolucionario”, coordinado por el Grupo de Estudio y Análisis y la Comisión de Comunicación del FNRP, realizado en el auditorio del Colegio de Profesores de Educación Media (Copemh).
Fuente: ResitenciaHonduras.net