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“El golpe de Estado se da cuando, sin respaldo legal, el Ejército saca a un presidente de su cargo; este no es el caso”.
Otto Pérez M., PL, 28-06-09
Por Antonio Castillo
Por unanimidad, la comunidad internacional a través de distintos organismos intergubernamentales como la ONU, OEA, el Grupo de Río, el ALBA, el SICA, la Unión Europea, etc. además de los pueblos latinoamericanos, han condenado el golpe de Estado en contra del Presidente constitucional de Honduras, José Manuel Zelaya. Para el efecto se han fundamentado en una interpretación ajustada a la Constitución y las normas que rigen el Estado hondureño.
Es incuestionable que el secuestro del Presidente Zelaya y su expulsión del país por parte de las cúpulas militares en complicidad con la oligarquía hondureña --de la cual el impostor Roberto Micheletti es parte--, la complicidad de los partidos burgueses para concretar un intento de destitución y el nombramiento de un gobierno de facto con la justificación de una renuncia presidencial que a todas luces es una falsificación, de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia que han retorcido la ley para declarar improcedente una consulta popular que otorgaba el derecho a todo un pueblo a expresarse, la censura de medios de comunicación alternativos, el corte de energía eléctrica, el ataque a la prensa internacional, los toques de queda, y la represión en contra de la población que reclama a su Presidente derrocado, no pueden más que catalogarse como un Golpe de Estado.
En ese sentido, los presidentes de todo el mundo, incluido el del imperio estadounidense al cual no le ha quedado otra que también declarar su condena al golpe, han hecho manifiesto su reconocimiento al Presidente Zelaya, y han decidido adoptar medidas diplomáticas, financieras y comerciales con el objetivo de cercar al gobierno de facto y lograr el regreso del único presidente legítimo y constitucional a su País, con los poderes que adquirió al ser electo y no por designio ni de la oligarquía ni de la cúpula militar de ese país.
No obstante lo anterior, se constata que las oligarquías, medios de difusión masiva y buena parte de las cúpulas militares, no solamente justifican sino tratan de brindar un soporte a los golpistas hondureños. Así sucede en Guatemala, en donde existen fuerzas económicas, mediáticas y políticas que han venido impulsando un plan desestabilizador, con la complicidad del gobierno estadounidense, con el objetivo de detener el proceso de liberación de los pueblos latinoamericanos, preservar su poder histórico y consolidar sus políticas de explotación y expolio.
En ese sentido, no solamente han tratado de justificar el golpe de Estado, sino han empezado a cuestionar las medidas acordadas por los presidentes centroamericanos, consistentes en cerrar fronteras y llamar a sus embajadores en Honduras. Para esto utilizan justificaciones como “afectará las economías de la región.”, “restringe libertades, como la de empresa, industria y comercio”, y “las pérdidas que esto causa”. En el mismo sentido se han pronunciado uno de sus directivos, Carlos Zúñiga, quien afirma que “Sólo Dios es superior a la ley”, argumenta la “independencia de poderes” y afirma que “en Honduras se dio un cambio legal de un presidente que cometió varios delitos y quiso hacer su gana con la Constitución…” y plantea como equívoco “haber sacado el Presidente Zelaya del país, en lugar de meterlo preso...” y justifica el secuestro como un “actuar de la fuerza pública fue resultado de una orden judicial”.
Por demás, la cúpula empresarial del país demuestra que la democracia les interesa un comino y menos les interesa el bienestar del pueblo hondureño que está siendo reprimido y violado en sus Derechos y, menos aun, la dignidad de un Presidente electo por el soberano, el pueblo, el único que tiene potestad de cambiar la ley y la Constitución si así le conviene a sus intereses colectivos y mayoritarios.
Como reflejo de estos discursos justificadores y dulcificantes del golpe de Estado, el general retirado Otto Pérez Molina al igual que su segunda al mando, Roxana Valdetti, como soldado formado en la ideología contrainsurgente y fiel militante de los designios e intereses oligárquicos e imperiales, “opina que en Honduras no hubo golpe de Estado ya que, según él, Manuel Zelaya, presidente de ese país violó claramente la Ley.” Y agregando a su falacia ad hominem afirma “Si el Congreso ya oficializó el retiro de Zelaya, los países de Centroamérica deben respetar el imperio de la ley” y agrega “El presidente Zelaya estaba cometiendo un delito. No acató las disposiciones legales y siguió con sus acciones. Lo debieron detener en Honduras, para juzgarlo, y no sacarlo del país”.
Siendo el golpe de Estado una práctica antidemocrática y fascista, el pensamiento y acción política del señor Otto Pérez, lo hace ser un líder político del mismo tipo: antidemocrático y fascista. Esto nos permite fundamentar el por qué de su participación en las movilizaciones que pretendieron provocar un golpe de Estado técnico en el mes de mayo en nuestro país, quizá pretendiendo la sustitución del Presidente actual –también de derecha—con la misma fórmula con que se resolvió la crisis del golpe de Estado ejecutado por Serrano Elías en 1993, es decir, llevando fraudulentamente a la presidencia al Procurador de Derechos Humanos actual, por demás nefasto, o haciendo que el vicepresidente Rafael Espada fuera el relevo.
Las declaraciones y acciones del general Otto Pérez son una prueba más del peligro de retroceso que enfrentamos los guatemaltecos, cuando un líder político no solamente emite estos discursos, sino forma parte de estrategias desestabilizadoras que promueve el Estado estadounidense que, en tanto síntesis de los intereses económicos de las grandes corporaciones multinacionales y del dominio imperial a nivel mundial, está impulsando en contra de gobiernos progresistas y revolucionarios a través de las llamadas revoluciones de colores, el financiamiento a oposiciones, con tinte de juventud que son vendidas como la panacea de participación cívica juvenil. Una estrategia de desestabilización que la hemos venido observando en Bolivia, Ecuador, la República Bolivariana de Venezuela, Nicaragua, Guatemala y Honduras. Esto es aun más preocupante viniendo de alguien acusado de ser parte de las expresiones genocidas y criminales de la política contrainsurgente en Guatemala.
¿No será que al justificar el golpe de Estado en Honduras, el señor Otto Pérez, está justificando sus intenciones de llegar al poder por esa vía o pretendiendo ejercerlo de facto? ¿No será que la comparsa que hoy se observa entre políticos como los del Partido Patriota, VIVA, Unionista y otros, los medios de difusión privados, las cámaras empresariales y un conjunto de columnistas ideólogos de la oligarquía y del imperialismo, son parte de un plan desestabilizador y golpista en Guatemala?
La respuesta a estas preguntas nos lleva a plantear una hipótesis, la más probable y posible, que sí, que sí forman parte de una estrategia autoritaria en Guatemala, ante lo cual debemos poner nuestras barbas en remojo y derrotar con prontitud y previsión cualquier intención golpista en nuestro país, lo cual pasa por concretar nuestra solidaridad con el pueblo hondureño y su gobierno legítimo del Presidente Zelaya.
"La vida es lucha y se lucha siempre"
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