Galel Cárdenas
Todo el sistema político de dominación económica y social, al que está sometido el pueblo hondureño, se asienta en varios factores: el factor económicos cuyo dominio lo ejercen 10 familias casi todas de apellidos árabes, o como les denominamos en este espacio, los hijos del desierto. También se le denomina Poder Fáctico, fáctico viene del latín Factum que significa hecho, es decir el poder de hecho, ya que en ninguna legislación está expresado que las familias poderosas deben poseer el dominio general de la nación, como es el caso de Honduras. De allí emanan los demás poderes que dirigen el destinado de la nación y del pueblo, desde la perspectiva de las leyes y el orden del Estado.
Para que todo ese orden, ese sistema cambien, para que la inequidad, la injusticia, la redefinición de la soberanía nacional y demás valores que representan la identidad nacional cambien, es necesario un giro en el rumbo de las aspiraciones nacionales de toda la comunidad hondureña.
Es necesario un reordenamiento general del país con respecto fundamentalmente a los valores generales del país: valores constitucionales, valores morales, políticos, valores morales económicos, valores morales sociológicos, etc.
¿Cómo se llevará a cabo este recambio? He allí el punto de arranque.
Necesitamos una nueva constitución que implique una verdadera representatividad del pueblo, una representatividad real, no diferida como hasta ahora sucede. La representatividad real significa que un campesino representa a un campesino, un obrero a un obrero, un maestro a un maestro, un albañil a un albañil, un intelectual a un intelectual, y no como sucede ahora que los partidos burgueses de la oligarquía, los tradicionales representan al pueblo. Un dirigente popular debe estar representado como expresión soberana de las masas campesinas, obreras, magisteriales, universitarias, profesionales, etc.
¿Cómo se logra que tal elemento básico de representación se exprese en la constitución nueva, que implique al pueblo en su más profunda dimensión de clase dominada y explotada por siglos y siglos?
Todo ello Se logra a través de una nueva Asamblea Constituyente.
La Asamblea Constituyente es un organismo colegiado que tiene como función reformar o redactar la Constitución. Ese organismo que representa al pueblo en su dimensión real, en su significación popular, en su concepto soberano, posee todos los poderes para retomar todo el andamiaje normativo de la carta constitucional y transformarlo de principio a fin.
Esa Asamblea Nacional Constituyente es una reunión de personas que representan al pueblo y que tienen a su cargo dictar la nueva ley fundamental de organización del Estado. La representación debe ser participativa, no sólo por partidos políticos tradicionales completamente enajenados de sus principios morales de representatividad nacional, si no además por los campesinos, obreros, profesionales universitarios, amas de casa, desempleados, trabajadores informales, asociaciones gremiales magisteriales, productores agrícolas, en fin, todo aquel sector que tiene un rol social en el decurso de la vida nacional.
La asamblea puede ser no institucionalizada o institucionalizada. Se llama Asamblea Institucionalizada a la que ha sido regulada por una Constitución anterior a la Constituyente, por lo general asume funciones de reformar el texto fundamental en los tópicos de interés de los constituyentes. Claro si esta constituyente está conformada por político tradicionales, empresarios y voceros del poder fácticos y mediático, las reformas serán tibias y desaliñadas.
Pero, cuando se proclama una Asamblea Constituyente no Institucionalizada, la que ha nacido espontáneamente, sin ningún nexo con la anterior constitución, entonces la reformulación se produce completamente, desde el preámbulo hasta los artículos transitorios que siempre figuran hasta el final del texto constitucional.
En la historia de Occidente la primera Asamblea Constituyente fue la francesa de 1789 en Honduras la última fue proclamada en 1981.
Ante la mentira de los políticos tradicionales de que no se puede reformar la Constitución de la República, la respuesta es que los pueblos son los que deciden cuando y cómo deberá reformarse la constitución que los pueblos mismos proponen y disponen.
En Honduras se han instalado 15 asambleas constituyentes desde 1824 hasta la fecha. La prueba la otorga el mismo Congreso nacional, cuando en 1995, Rodolfo Irías Navas , publicó el texto Galería y Semblanzas, Presidentes de Asambleas Constituyentes y Congresos Nacionales, en este texto en la página 91 se exponen las fechas de las Asambleas Constituyentes y los Congresos Nacionales.
En el siglo XIX se instalaron 9 asambleas constituyentes: 1824,1825, 1831,1838, 1847, 1865, 1873,1880 y 1894.
En el siglo XX, el recién finalizado las asambleas instaladas fueron 6, la de 1904-1906 bajo la dirección de Fausto Dávila, la de 1922-1923, bajo la dirección de Miguel Navarro, la de 1924 con Ramón Alcerro Castro a la cabeza, la de 1957 bajo la conducción de Ramón Villeda Morales, la de 1965 bajo la batuta de Mario Rivera López y la de 1981, bajo mando de Roberto Suazo Córdova.
Como se podrá observar entre 1824 y 1981, en 157 años, se ha modificado la Constitución 15 veces, a un promedio de una reforma cada 10 años. Entonces la mentira de los golpistas cae hecha añicos por la historia que ellos mismos han protagonizado.
La Asamblea Nacional Constituyente se produce gracias a un factor muy importante, el poder constituyente. Este poder constituyente es la soberanía del pueblo que tiene la atribución de establecer la norma de un reordenamiento jurídico, dando origen a un nuevo estado o a un estado reformado.
Cuando por vez primera se funda una nación se denomina Poder Constituyente primario u originario, y cuando no es así se le llama poder derivado.
El poder constituyente se define como la voluntad política creadora del orden, que requiere naturaleza originaria, eficacia y carácter creador. Es así mismo una voluntad soberana, suprema y directa que tiene un pueblo para construir un Estado, dándole la personalidad que ese pueblo quiere, y darse la organización jurídica y política según sus anhelos y esperanzas sociales, políticas, económicas y culturales.
Se debe aclarar que la naturaleza del Poder Constituyente es política fundamentalmente y se requiere para incorporar todo aquello que satisfaga los intereses de las masas, de los gremios, de etc.
Se le denomina el Tercer Estado, por su naturaleza creadora, originaria, primigenia y única, ya que es perentoria, o sea tiene una poca duración, y sólo es convocado para crear y recrear el Estado. Es un poder incondicionado ya que no posee límites normativos formales o materiales. No existe una legislación para el poder constituyente ya que expresa una voluntad representativa única en el tiempo y en el espacio. Se reúnen los constituyentes y crean o reforman una constitución, luego ese organismo constituyente muere hasta que es convocado otro para realizar las funciones y roles que le correspondan.
La legitimidad es la única norma moral y política que posee. O sea que es cierto, genuino y verdadero en cualquier línea.
El titular del poder constituyente es el pueblo, a veces también se le puede denominar, la nación. Pero, es más prudente manejar el concepto de pueblo como titularidad del Poder Constituyente, dado que pueblo designa una entidad pluralista, contiene a individuos, asociaciones, grupos, iglesias, comunidades, personalidades, instituciones, articuladores de intereses, ideas, creencias, y valores tanto plurales como convergentes.
El poder constituyente es la capacidad que tiene el pueblo para darse su organización política jurídica, así mismo para sumir en cualquier momento la toma de decisiones que considere prudente, no sólo en la etapa inicial y creadora del Estado si no también en cualquier instante posterior al nacimiento del mismo. Esta teoría entonces nos remite a las 16 constituyentes históricas de Honduras, por que de alguna manera, el poder constituyente de 1824 es padre de la constituyente de 1981 y la que vendrá después en tiempos ulteriores. Todos estos poderes posteriores a 1824 se llaman poderes constituyentes derivados.
Entonces, los poderes del Estado que coexisten al momento de la instalación de la Asamblea Constituyente, debidamente Constituidos, pueden sufrir cambios a la hora en que el poder constituyente decida re-estructurar el Estado, como quiera, sin restricciones, libre de toda vinculación a organizaciones pretéritas.
Este es el preámbulo de la asamblea Constituyente, la convocatoria a un poder Constituyente, a un poder del pueblo, a un soberano que se dicta a sí mismo lo que desea normalizar para alcanzar la felicidad de todo un conglomerado llamado pueblo consciente, independiente, soberano y libre.
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La historia de la resistencia política hondureña, como se ha expresado en otros trabajos de esta naturaleza, tiene cuatro momentos históricos fundamentales y que pertenecen a la lucha del pueblo hondureño por su libertad, por la justicia y por su soberanía.
Esos cuatro momentos son:
a. La Insurrección de Lempira.
b. La revolución morazanista
c. La huelga del 54
d. La Resistencia Nacional contra el golpe de Estado.
Se han caracterizado estos momentos históricos, por que el pueblo ha sido el protagonista en forma masiva, beligerante y transformadora.
Son los momentos más lucidos del pueblo en la lucha de masas, dado que han sido conducidos por una utopía sin precedentes en cada etapa.
En el primer movimiento, la indigenidad (algunos autores utilizan la palabra indianidad, aún cuando para Severo Martínez, el indio es el indígena sometido) hondureña se alzó en armas contra un ejército invasor español, es famosa una frase que la historia registra de Lempira contra las propuestas de Alonso de Cáceres: no quiero saber de otro rey, de otras leyes y otras costumbres. Algunos historiadores se apartan de la historia de Lempira que contó el Cronista español Antonio de Herrera y asumen la versión de un soldado llamado Rodrigo Ruiz, a través de un documento de probanza, en el cual este último reclama al rey derechos de
Encomienda.
Pero este no es el punto de partida, si no, la insurrección que describe otro historiador hondureño Longino Becerra, mediante su trabajo “Lempira: Héroe Nacional”, dice así: “Como Lempira observó el sacrificio de numerosos caciques de la región, dispuso hacer una encarnizada resistencia. Por ello convocó a cerca de 200 pueblos, entre los que se encontraban las tribus de los Cares, enemigas de los cerquines por tradición y quienes, ante el peligro común, aceptaron la unidad para enfrentarse al ejército español. El Cronista Antonio de Herrera, dice lo siguiente sobre esta unidad indígena: “para esta guerra se pacificó y confederó con los Cares, sus enemigos: junto los hombres de más de 200 pueblos, y de señores y caballeros conocidos, tenía más de dos mil”.
Históricamente entonces, la primera gran movilización popular de Honduras tiene como referencia la insurrección de Lempira en 1537, cuando los indígenas hondureños le hicieron frente a los conquistadores españoles. Es en este momento cuando nace el principio de soberanía nacional, de libertad, de independencia y de justicia.
El segundo gran momento es el referido a la revolución morazanista. Tal como así lo califica el mismo Longino Becerra quien ante la vida, obra y pensamiento de Francisco Morazán (Evolución Histórica de Honduras, 10a edición, 1994, Baktún Editorial, Tegucigalpa ,Honduras, página 110 y subss), expresa: “La revolución democrático burguesa impulsada por Morazán con una gran decisión involucraba todo un programa contra la aristocracia feudal, el clero recalcitrante y el colonialismo inglés. Pero este gran esfuerzo tropezó con dos grandes obstáculos para alcanzar los objetivos más altos: la resistencia encarnizada de las clases dominantes y la falta de una burguesía suficientemente fuerte para abrir la posibilidad de que, a los triunfos militares del gran estratega, se unieran también las victorias económicas. Lo primero obligó a Morazán a mantenerse en constante movilización , sin contar con la necesaria calma para llevar a cabo las transformaciones previstas en su programa. Lo segundo determinó que fuera completamente imposible consolidar el proceso revolucionario y, de esta manera, impedir el retorno del oscurantismo.”
Como se puede observar, Morazán fue un hombre superior a su tiempo, su recorrido por Centroamérica, al mando del ejército Protector de la Ley, logró que la Federación Centroamericana, acompañada por patriotas como el salvadoreño Mariano Prado; el hondureño Dionisio de Herrera, los guatemaltecos José Francisco Barrundia, Pedro Molina y Mariano Gálvez, desde los gobiernos revolucionarios de sus tierras, respaldaran los intentos morazanistas de Consolidar el más grande sueño de un Centroamericano: la Federación.
El asesinato de Francisco Morazán en Costa Rica fue el más grande éxito de los conservadores centroamericanos, y al morir el gran Paladín, su sueño que es el sueño de los pobres, fue truncado históricamente. Sin embargo las medidas tomadas en su tiempo coadyuvaron para la transformación social de la época:
a. Estímulo al comercio, la inversión y las leyes hacendarias.
b. Libertad de imprenta.
c. Libertad de cultos
d. Educación pública
e. Base jurídica y exclusividad del matrimonio civil. Divorcio
f. Abolición de los diezmos
g. Nuevos códigos penales
h. Inicio de negociaciones con grupos holandeses para la construcción del canal interoceánico por Nicaragua.
El tercer gran movimiento de Resistencia que impacta la vida social y económica de Honduras, es la huelga de 1954.
La huelga de 1954 es un movimiento popular que moviliza 25.000 obreros, en el seno de las empresas bananeras, centro neurálgico de la economía y la política hondureña.
Los 69 días que estremecieron la economía y la política vernácula, constituye una épica hazaña que protagonizan los obreros y que reivindica la clase popular de Honduras. Tomás Erazo Peña, dice lo siguiente, acerca de este gran movimiento popular:
Entre el 1ro y el 2 de mayo de 1954, los trabajadores bananeros de Honduras se fueron a una huelga que, después de una semana, cubriría el país en un gran alzamiento que involucraría a casi la totalidad de los trabajadores del país. Nunca los huelguistas se imaginaron que estaban partiendo la historia de Honduras y formando un movimiento social sin precedentes.
Para entender este fenómeno, hay que recordar lo que eran los monopolios bananeros que, como la Unidad Fruit Co. y la Standard Fruit Co., no sólo dominaban la economía de Honduras y el Caribe, sino que eran un "Estado dentro del Estado", ponían y quitaban presidentes, controlaban el Congreso Nacional, y las leyes estaban a su servicio. Los trabajadores sufrían una explotación sin limites, no gozaban de ningún derecho laboral o social. El país estaba sometido desde hacia 25 años a una terrible dictadura que no permitía libertades políticas y no habían elecciones.
Los sindicatos y toda organización social habían sido disueltos al nomás llegar al poder político de Honduras el general Tiburcio Carias Andino. Lo mismo acontecía con los partidos políticos, en particular el Partido Comunista de Honduras de gran influencia entre los trabajadores bananeros. (Honduras: A 50 años del alzamiento popular de 1954).
Este movimiento, aún deja sentir sus huellas en la vida política, social y económica de Honduras, cualquier desarrollo de las conquistas de los trabajadores hondureños está signada por la gran huelga de 1954 y sus consecuencias políticas en la Honduras actual.
Todo reformismo posterior a este poderoso movimiento popular está afincado en línea de acción histórica del siglo XX.
Veamos algunas consecuencias:
a. 1955: derecho del sufragio a la mujer
b. 1956: creación del día internacional del trabajador
c. 1957: otorgamiento de la autonomía universitaria a la UNAH.
d. 1957: creación del Instituto de la Vivienda (INVA)
e. 1957: creación del Patronato Nacional de la Infancia.
f. 1958: creación del Instituto Hondureño de Seguridad Social
g. 1958: otorgamiento de la Paridad Estudiantil a la UNAH.
h. 1959: Ley del Seguro Social
i. 1959: ley del Código del Trabajo
j. 1961: Creación del Instituto Nacional Agrario (INA)
k. 1961: Ley de Reforma Agraria
La huelga del 54, es posiblemente, el movimiento popular de mayor envergadura de la época contemporánea, misma que sólo podría ser superada por un movimiento político que condujese a la creación de un Nuevo Estado, a una nueva constitución, a través de la Asamblea Nacional Constituyente, siguiendo la ruta trazada por Lempira y la insurrección nacional de 1537 contra los conquistadores españoles; la revolución morazanista calificada por Longino Becerra como una revolución democrático burguesa; la Huelga del 1954, la pequeña gran revolución hondureña que transformó las estructuras del aparato estatal burgués.
Este movimiento político se llama Frente Nacional de Resistencia que involucra a todos los hombres y mujeres que están convencidos, a partir del 28 de junio del año 2009, de que una nueva historia se está escribiendo en Honduras, la historia de la revolución popular de la década del 2010 en adelante.
Este cuarto momento de la Historia del a resistencia Hondureña, se está produciendo precisamente al inaugurar la segunda década del siglo XXI.
Un resumen muy sucinto de este movimiento nos arrojaría lo siguiente:
1. El gobierno de Manuel Zelaya Rosales que inició el 27 de enero de 2006 reivindicó la clase obrera, campesina y en general las capas medias con medidas políticas y sociales que constituyeron para los poderosos magnates de la economía nacional un aldabonazo a sus intereses de ultra-dominación de la economía y la política hondureña. El gobierno de Manuel Zelaya Rosales, el presidente de los pobres, el guía ideológico de la revolución pacífica nacional, puso al país en la comunidad internacional en términos de dignidad, de orgullo y de compaginación con los movimientos constitucionalistas revolucionarios del continente americano. Posiblemente, después de la legendaria figura de Francisco Morazán, no haya existido un gobernante y líder nacional, que pusiera al día las utopías populares a la altura de sus perspectivas concretas de poder político. El corto gobierno de Mel Zelaya, como Presidente Constitucional, que hace finalizar la primera década del siglo XIX, con los datos estadísticos más halagadores para el desarrollo social hondureño, mostró a la clase popular las reales perspectivas de alcanzar el poder mediante una lucha inquebrantable plena de principios democráticos sin precedentes en el siglo XX.
2. El golpe de estado del 28 de junio, evidenció que la derecha internacional comandada por el Departamento de Estado norteamericano, no está dispuesta a ceder un ápice de lo que considera su territorio feudal, en cuya cabeza se yergue el enemigo número uno de los pueblos latinoamericanos: el imperio yanqui. De allí la cruenta guerra de baja intensidad que se libra en contra del pueblo hondureño en resistencia.
3. El día 28 de junio de 2009, se fundó el más poderoso de los movimientos populares que haya registrado en la historia nacional desde el siglo XX. Los mártires y los líderes que conducen este movimiento vislumbran con claridad cual es el destino del pueblo y cuál es el método de lucha hacia la conquista del poder popular.
4. Las clases populares han aceptado el reto de organizar un movimiento político que satisfaga los sueños, anhelos y esperanzas de un pueblo en lucha, un pueblo de pie, y un pueblo que se prepara para la victoria. Y como dice Oscar Figueroa del PCV, “el camino es duro, pero es el camino”, desde esa perspectiva se percibe a la distancia toda una fase de lucha y de trabajo arduo y sordo. El año del arranque de esta lucha ya organizada en un Frente amplio es el año de 2010.
5. Lempira, Morazán, Cabañas, Del Valle y de más héroes alumbran el movimiento popular del Frente nacional de Resistencia.
Esta fase de la lucha sigue su camino y se espera que los frutos sean para mañana, la mies que satisfaga el anhelo de un pueblo por su libertad total e incondicional.
Los cuatro momentos de la historia del movimiento popular en Honduras, representan el paradigma de la historia del pueblo hondureño en su lucha por la soberanía, la justicia y la equidad, en tanto complemento de los primigenios derechos humanos.
Estos momentos históricos constituyen el contexto de las asambleas constituyentes que le dieron a Honduras las reales perspectivas de su completa liberación.
Fuente: Vos el soberano
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