jueves, 28 de enero de 2010
Ashton urge a Lobo que inicie la reconciliación nacional en Honduras
Chaderton: Posesión de Lobo es un triunfo para los golpistas en Honduras
"Hoy se ha perfeccionado el círculo exitoso diseñado por los golpistas para sacar del poder al presidente democrático, Manuel Zelaya", afirmó el diplomático venezolano ante la OEA
El embajador de Venezuela ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Roy Chaderton Matos, afirmó que con la investidura de Porfirio Lobo como presidente "se ha perfeccionado el círculo exitoso diseñado por los golpistas de Honduras" para sacar del poder a Manuel Zelaya.
Chaderton, quien intervino en una sesión ordinaria del Consejo Permanente de la OEA, lamentó que la crisis en Honduras no figure en la agenda y criticó que se deje caer en el "olvido" lo ocurrido en ese país, donde Zelaya fue derrocado por un golpe de Estado el 28 de junio pasado, destacó Efe.
"Hoy se ha perfeccionado el círculo exitoso diseñado por los golpistas para sacar del poder al presidente democrático, Manuel Zelaya", señaló Chaderton.
El embajador se refirió a que este miércoles tomó posesión el presidente derechista Porfirio Lobo, "ganador" de las elecciones del pasado 29 de noviembre. La comunidad internacional no reconoció los resultados.
Al mismo tiempo este miércoles abandonará Honduras con destino a República Dominicana el depuesto Zelaya, quien desde el 21 de septiembre pasado permanece refugiado en la Embajada de Brasil.
Lobo acordó con el presidente dominicano, Leone Fernández, darle un salvoconducto a Zelaya para que pueda dejar Honduras.
Fuente: VTV
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Obama frente al desgaste de su gobierno
Hace apenas un año más de dos millones de norteamericanos llenaban las calles de Washington para presenciar la asunción de Barack Obama, el primer presidente afroamericano de la historia del país. Las expectativas en el “cambio” que había prometido en su campaña eran enormes y su popularidad rondaba el 80%, sobre todo entre los trabajadores, los jóvenes y las minorías oprimidas.
Sin embargo, su primer año al frente de la Casa Blanca fue suficiente para disipar las ilusiones de que el gobierno de Obama iba a implicar un giro profundo con respecto a las políticas neoliberales que se vienen aplicando desde la presidencia de Reagan y una ruptura con la orientación guerrerista de los gobiernos de Bush.
En la política interna continuaron los rescates a los bancos y monopolios, y la reforma del sistema de salud sigue sin aprobarse a pesar de las enormes concesiones de Obama a las exigencias de los republicanos, los demócratas “moderados” y el lobby de la industria de la salud. En la política exterior, Obama continuó la política guerrerista de Bush: ordenó incrementar la presencia militar en Afganistán, que pasará de 30.000 a 100.000 soldados, extendió el conflicto armado a Pakistán y luego del fallido atentado de Navidad en un vuelo norteamericano, escaló la retórica de la “guerra contra el terrorismo” y el “combate contra Al Qaeda” que ahora tiene como blanco a Yemen.
La promesa de una “relación de respeto” con América Latina se hundió con el apoyo al golpe de Estado en Honduras, las siete nuevas bases militares en Colombia y ahora la ocupación militar de Haití tras el terremoto que destruyó al país.
Esta enorme desilusión se reflejó primero en las derrotas electorales que sufrieron los demócratas en Virginia, Nueva Jersey y Nueva York a fines del año pasado, y más recientemente en el triunfo republicano en las elecciones especiales de Massachusetts, realizadas el pasado 19 de enero para cubrir la banca que por 47 años ocupó el senador demócrata Edward Kennedy, fallecido en agosto de 2009.
Con esta derrota, el Partido Demócrata perdió su mayoría de 60 senadores, que le permitía el tratamiento de las leyes, haciendo imposibles las maniobras de la oposición para impedirlo. Este resultado pone en cuestión la aprobación de la reforma del sistema de salud, una de los principales objetivos de la agenda doméstica de la administración Obama.
El ya conocido “efecto Massachusetts” profundizó las divisiones en las filas de los demócratas y abrió la crisis más seria para Obama desde que asumió la presidencia, ante el temor de un triunfo republicano en las elecciones de medio término que se realizarán el próximo noviembre.
Descontento
El desgaste del gobierno de Obama, que tiene el récord de haber perdido en su primer año de gestión el 30% del apoyo con el que había asumido, se debe sobre todo al descontento extendido entre amplios sectores de asalariados y familias de clase media baja que han perdido sus empleos, sus viviendas, o que vieron reducirse drásticamente su nivel de vida, como consecuencia de la crisis económica que sumió al país en la peor recesión desde la década de 1980, y que han visto frustradas sus expectativas depositadas en las promesas de cambio y de creación de empleo de Obama.
A pesar de que en los últimos dos trimestres del año pasado la economía norteamericana registró una leve recuperación, por primera vez en los últimos 26 años la desocupación superó el 10%, y asciende al 17% si se toman en cuenta las personas subempleadas, con trabajo “part time” o quienes han dejado de buscar empleo.
Lejos de las ilusiones alentadas por los sectores progresistas del partido demócrata de que Obama pondría en marcha una suerte de New Deal, es decir, una política activa de intervención estatal para la creación de empleos, su política fue mantener la línea republicana de rescatar con dinero público a los grandes bancos, los mismos que contribuyeron en gran medida a generar la crisis, demostrando que su gobierno está al servicio de la oligarquía financiera de Wall Street. La indignación con esta política de salvataje de los ricos fue aún mayor cuando los bancos que recibieron dinero del programa de rescate estatal, conocido como TARP, hicieron públicas sus ganancias y los bonos de millones de dólares que les pagaron a sus ejecutivos, mientras cada vez más norteamericanos pasaron a depender de los vales de comida y otros programas de asistencia.
En el plano interno, el otro gran motivo de descontento es la reforma del sistema de salud propuesto por Obama, que aunque nunca llegó a ser una prestación universal de salud para los más de 40 millones que no tienen ningún tipo de protección, comenzó como una promesa para extender la cobertura de la seguridad social, lo que incluía la prestación estatal para aquellos que no tuvieran cobertura privada. Sin embargo, tras las sucesivas negociaciones en el Congreso -tanto con el bloque republicano como con el ala derecha del partido demócrata- terminó siendo un plan diseñado a la medida de las grandes compañías de salud y farmacéuticas, que obliga a todo individuo a contratar un seguro privado de salud caro y de mala calidad, no contempla la opción estatal y además, incluye un recorte importante en el programa de asistencia a ancianos, conocido como Medicare. La reforma del sistema de salud dio lugar a una oposición de derecha, alentada por los republicanos, que llegaron a acusar a Obama de “nazi” por la injerencia estatal en la vida privada de los ciudadanos, y un descontento de los sectores progresistas que vieron cómo la administración demócrata cedía a la agenda conservadora.
Mientras los “progresistas” que llamaron a confiar en Obama y los sectores liberales del Partido Demócrata están en crisis y buscan seguir justificando su apoyo al gobierno a pesar de sus políticas guerreristas, imperialistas y antipopulares, y la burocracia sindical de la AFL-CIO sigue negociando los recortes de empleo y salarios con las patronales, ha surgido una oposición de derecha con posiciones “populistas” contra el aumento de impuestos y la injerencia estatal en la actividad económica que cuenta con una amplia base social en sectores de la llamada “clase media” en la que se incluye desde obreros blancos y asalariados hasta pequeños empresarios. Los sectores activos de este populismo de derecha están organizados en el movimiento conocido como “Tea Party”, que salió a luz en abril de 2009 cuando se movilizaron decenas de miles de personas contra el aumento de impuestos y el plan de rescate a los bancos, y luego lo hicieron contra la reforma del sistema de salud, dirigidos por la derecha republicana y el canal de noticias Fox, con un programa basado en la defensa a ultranza del libre mercado. Aunque por ahora es capitalizado por el ala más conservadora del partido republicano, no está descartado que este movimiento busque una expresión electoral propia disputándole el espacio a los republicanos.
Entre la retórica populista y el ajuste fiscal
Obama acusó recibo del mensaje de las urnas en Massachusetts y optó por un giro hacia una retórica “populista” para tratar de recuperar credibilidad en los sectores más castigados de la sociedad norteamericana.
A sólo dos días de la derrota electoral, reflotó la iniciativa de la reforma regulatoria del sistema financiero, con un encendido discurso contra Wall Street y su irresponsable especulación, seguido por un discurso sobre el empleo ante un auditorio obrero en Ohio.
La reforma financiera propuesta por Obama contempla ciertas restricciones al tamaño y las actividades de las instituciones financieras, como la prohibición para los bancos comerciales de tener o invertir en fondos de cobertura o fondos privados, la creación de un organismo para supervisar el grado de “riesgo sistémico” que pueden causar ciertas instituciones, un impuesto extra para reembolsar los fondos de la ayuda estatal y una garantía federal para los depósitos.
Pera más allá de su discurso y sus denuncias a la “búsqueda de ganancias fáciles” de los banqueros, la postura “anti-Wall Street” de Obama carece de toda credibilidad. En primer lugar, esta reforma está ideada nada menos que por Paul Volcker, el jefe de la Reserva Federal bajo Carter y Reagan que produjo una profunda recesión y la tasa más alta de desocupación de la posguerra hasta esta crisis, con la suba de las tasas de interés a comienzos de los ‘80. Además, el equipo económico de Obama está integrado por ex miembros de directorios de grandes bancos de inversión como Goldman Sachs y ex funcionarios del gobierno de Clinton, como Larry Summers, que fueron los arquitectos de la desregulación financiera de las últimas décadas. Obama apoyó el plan de rescate de los grandes bancos bajo el gobierno de Bush y ahora lo justifica diciendo que el pueblo norteamericano se vio obligado a rescatar a los millonarios de Wall Street con dinero público para evitar caer en una “segunda Gran Depresión”. Y aunque ahora diga que es necesario limitar el tamaño de los bancos para que “el pueblo norteamericano no sea rehén de las instituciones demasiado grandes para quebrar”, bajo su gobierno continuó la enorme concentración bancaria como producto de la crisis, iniciada bajo Bush. Así el JP Morgan Chase se quedó con Bear Stearns y el Washington Mutual a un precio irrisorio, mientras que el Bank of America compró Merrill Lynch. Como resultado, los cuatro principales bancos concentran casi el 40% de los depósitos.
A pesar de que el anuncio fue mal recibido por Wall Street y por los bancos extranjeros que operan en el país, ya que no está claro si están alcanzados por las nuevas normas, la reforma no afecta a los grandes ganadores de la crisis, y además probablemente sus aspectos más “regulatorios” sean limados durante la discusión parlamentaria.
Este supuesto giro “populista” tiene su contracara en la propuesta de Obama de congelar el gasto durante tres años, exceptuando los gastos de defensa y seguridad nacional, lo que implica la reducción o la eliminación de programas sociales, respondiendo a las preocupaciones de republicanos, demócratas conservadores y sectores burgueses por la abultada deuda estatal.
Esta fue la esencia de la política interna anunciada en el discurso sobre el Estado de la Unión, en el que Obama pretendió combinar la promesa “populista” de creación de empleo con la política conservadora de la “responsabilidad fiscal” y la garantía de las ganancias capitalistas.
Los trabajadores, los jóvenes y la comunidad afroamericana, los inmigrantes y sectores populares que han “creído en el cambio” ya han hecho una primera experiencia con el gobierno de Obama. Lo que está planteado es que avancen hacia su independencia política de los dos partidos de la burguesía imperialista norteamericana.
Fuente: pts.org.ar
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¡Hasta pronto, Presidente!
Una característica de los entrevistados de este gobierno es que no desconocen ni esconden que asumen el poder en medio de una crisis política y económica sin precedentes. Y también la urgencia e importancia del reconocimiento internacional. Precisamente en esta búsqueda de credibilidad el presidente Lobo tiene mucho que hacer, ayer mientras con un grupo de periodistas de varias nacionalidades veíamos la toma de posesión, fue tremendo reparo cuando vieron al recién llegado presidente Pepe Lobo, a la par de Vásquez Velásquez recorriendo la cancha del estadio en un jeep. Esto causó enojo, estupor y dudas sobre la libertad de Lobo para gobernar.
Tuve que explicarles que al asumir el presidente, es la tradición, lo recibe para que pase revista de tropas quien esté al mando del Estado Mayor Conjunto, ya puede ser este un santo, una momia o un genocida. Ese día el presidente se convierte en Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, de allí en adelante es su responsabilidad decidir a quien desea tener en este cargo de vital importancia, a quien sólo con su presencia le dificulta las ya de por sí difíciles relaciones internacionales o que para el interior del país sea la careta que horroriza por llevar impresa en la frente: golpe de Estado militar. Y esto, indudablemente, mina ese camino que Lobo ya ha comenzado a recorrer conocido como reconciliación nacional.
No convencí del todo a los colegas periodistas, pero, al menos, quedan en acecho de las decisiones que tome el recién estrenado presidente.
Algo que sorprendió a propios y extraños fue el pueblo hondureño volcado pacíficamente en las calles para darle un “Hasta pronto, Presidente”, como se leía en muchas pancartas. No fue una despedida ni un adiós sino como si con Mel se va una gran parte del pueblo hondureño o Mel se va pero queda en el pueblo mucho de Mel. Los colegas periodistas estaban incrédulos al ver que no obstante que han pasado casi siete meses, ese pueblo, al que también se le conoce como la Resistencia, multitudinariamente estaba allí siéndole leal a su presidente.
Hemos escuchado entrevistas de dirigentes de la Resistencia, para algunos no debe haber diálogo con el gobierno de Pepe Lobo, otros creen que al menos debe escucharse las propuestas del presidente Lobo y es probable que existan algunos de acuerdo con el diálogo.
Creo que en la reconstrucción del país, opinión muy personal, actualmente en caos por gloria y gracia del golpe de Estado militar, excluirse no es la mejor estrategia, mucho menos de la Resistencia que no es otra cosa que el pueblo hondureño. Excluirse puede interpretarse como ceder todos los bienes del pueblo hondureño a una minoría, mientras incluirse con dignidad es ser partícipe de los derechos propios del pueblo. De esta forma el gobierno en el poder tendrá su salida indiscutible: invitamos pero no quisieron comer. Como el presidente Lobo ha reiterado su amplitud de pensamiento, es de suponer que está en capacidad de revisar con todas las partes el Plan de Nación y si tiene fallas reconsiderarlo, y de no ser sustancial, volverlo a redactar.
Si pensamos en función del país, tenemos que hacerlo en frío. Son otros tiempos, pues si se trata de negarse rotundamente al no diálogo sólo puede hacerse teniendo otra metodología que no es otra que la toma del poder a través de las armas. Y eso ya es obsoleto, ya sabemos por los países vecinos la estela de muertes que deja y no conduce a nada. Bueno, ni siquiera a los golpistas de ultraderecha les funcionó.
Al dialogar se puede hacer peticiones y hasta exigencias, por ejemplo no a la impunidad sobre la corrupción y ni olvido ni perdón a quienes cometieron delitos de lesa humanidad, entre estos tiene que ir, obligadamente, la violación a la libertad de expresión. Después de todo, esto ya lo anunció el presidente Lobo y siempre será más fácil obligarlo a que cumpla con la promesa del discurso de toma de posesión a través del diálogo, o teniendo la segunda opción de la toma de las calles de manera pacífica por esa gran Resistencia.
Como los ánimos están tan caldeados en Honduras, es probable que al leer esto haya quienes digan o sugieran que he hablado con el presidente Lobo. Para nada, ya tiempos no converso con Pepe, con quien si lo hago muy seguido es con nuestro querido Mel. No, se trata de pensar en el país y preguntarnos si conviene cuatro años de aislamiento, de sanciones, de hundirnos más en la pobreza. Conviene preguntarse, ¿podrá un pueblo famélico, desnutrido, entristecido, tener las fuerzas para pelear, luchar por los cambios sociales? Que nadie me acuse, es sólo una invitación a conversar. ¿Estaré nostálgico porque llegó un nuevo presidente, o porque se fue Mel de la tierra que más ama, o sencillamente porque hoy 27 de enero es nuestro aniversario de boda y en vez de una cena o fiesta Lucy me ha dedicado unas lágrimas mientras vemos a través de Cholusat Sur y Globo TV el torbellino en el que los golpistas tienen a nuestra Patria? Yo, sin perder el optimismo, al ver nuestro pueblo en las calles, creo que otra historia, ésta para bien, ha comenzado. Despertó.
Roberto Quesada es escritor y diplomático hondureño en resistencia, director de Honduras-USA Resistencia.
“PEPE” LOBO Y SU PROPUESTA DE TERROR
Toda persona es el reflejo de su percepción del mundo y los políticos no obstante el equilibrio que procuran, no pueden ser la excepción. “Pepe” Lobo tiene la facultad de ser transparente; su perspectiva del mundo la refleja en sus propuestas políticas fundamentales; no sé si los nacionalistas se habrán percatado, pues a pesar de su forzada sonrisa, denota un inusitado gusto por la sangre y la muerte parece que es la única respuesta que tiene para resolver las crisis de Honduras.
En la presente campaña ha dicho que al salir presidente, en sus primeros cien días de gobierno terminaría con la delincuencia. En el fondo la propuesta es la misma: en la primera nos decía cómo, aunque no identificaba los sujetos de la acción penal; en la presente nos dice a quiénes, pero se cuida de precisar cómo.
El peso de sus argumentos, así como los de su candidato a ministro de seguridad, recaen en los grupos de jóvenes rebeldes a quienes conocemos como “maras”; mismos a los que, el señor Maduro y su ministro de seguridad, habían declarado una guerra mediática, pues, como lo apunto la señora de Maduro en su oportunidad, montaban un sainete en el patio de la residencia particular del presidente, rendidos varios jóvenes contestatarios y el gobernante de fatiga y armado los sometía.
Lo que puede inferirse de la solución que pretende el candidato nacionalista, es que “Pepe” Lobo está interesado en castigar al pecado y no al pecador; pues es más fácil condenar al ladrón que resolver la causa por la que roba.
Los jóvenes “mareros” son el resultado de multitud de actos de violencia perpetrados por los grupos de poder; sometidos a diversas formas de tortura, los jóvenes aprendieron a contra atacar a la sociedad que los ha marginado, excluido, abofeteado, rechazado y los ha condenado a morirse de hambre. En consecuencia a quienes habría que condenar, encarcelar y castigar de todas las formas posibles es a los políticos tradicionales, a los empresarios mezquinos, a los grupos fácticos que le han negado al pueblo en general la posibilidad de una existencia humanamente justa y decente. Pero el mensaje que nos envía “Pepe” Lobo es que, de salir presidente, desatará una ola de terror durante sus primeros cien días de gobierno, para castigar a los mismos, al pueblo llano, a menos que como la vez anterior, los votantes descifren el mensaje y lo castiguen de la misma manera.
Fuente: Vos el soberano
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Chile no reconocerá nuevo gobierno hondureño hasta que regularice institucionalidad democrática
El canciller Mariano Fernández fijó la postura del gobierno chileno relativa al nuevo gobierno de Honduras, encabezado por el Presidente Porfirio Lobo, quien asumió ayer.
Fernández indicó que mientras no se regularice la institucionalidad democrática en Honduras, Chile no reconocerá a la nueva administración.
El canciller recordó que Porfirio Lobo firmó en República Dominicana un acuerdo en el que se comprometía a aplicar los tratados de San José Tegucigalpa, con el fin de iniciar un proceso de reconciliación del país con el sistema interamericano y las democracias de la región.
“Por ahora nosotros estamos esperando como actúa el nuevo gobierno Hondureño. El presidente Lobo acordó y firmó un acuerdo para dar pasos en el sentido de regularizar la democracia de honduras e institucionalizarla, en la medida en que dé esos pasos nosotros vamos ir tomando decisiones”, señaló Lobo.
La señal de la que hablaba Fernández se materializó cuando el nuevo mandatario acompañado de su par dominicano, Leonel Fernández, llegaron hasta la embajada de Brasil en Honduras, donde se mantuvo durante los últimos meses el derrocado presidente Manuel Zelaya, quien abandonó el país prometiendo regresar.
Fuente: radio.uchile.cl
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Honduras: quítate tú pa’ ponerme yo
El flamante
Porfirio Lobo no podría haber llegado siquiera a candidato sin la bendición del grupito de familias oligárquicas usufructuarias de las riquezas del país y, por supuesto, del alto mando del ejército, quienes previamente, claro, habrían
la opinión de su dilecto amigo, el embajador de Estados Unidos quienquiera que fuese. En este caso se trata del bushista de origen cubano, allegado a la mafia de Miami y arquitecto del golpe, Hugo Llorens, con un voluminoso expediente en tareas de
. Eso sí, lo que no tiene Lobo es apoyo popular ni por ahora reconocimiento internacional. En las dos Américas sólo Estados Unidos, Perú, Colombia, Panamá y Costa Rica aceptaron la validez del proceso en que resultó
aunque está en marcha una operación de lavado de imagen patrocinada por Washington y la internacional derechista con el propósito de extender al espurio
y
. Al final se ve venir paulatinamente el reconocimiento del nuevo régimen por un buen número de gobiernos europeos, latinoamericanos y asiáticos excepto el pequeño grupo que mantiene una política exterior de principios.
Hacia allí apuntaba el acuerdo logrado en República Dominicana entre Lobo y el presidente Leonel Fernández mediante el que aquel se comprometió a extender al presidente Manuel Zelaya el salvoconducto para salir del país sin ser apresado por los esbirros de la oligarquía así como a un inventario de buenos deseos en cuanto al respeto de las libertades y los derechos humanos, demagógicas promesas de reconciliación y de gobierno de
. A ello añade la farisaica amnistía general por la que aboga, que mete en el mismo saco a los golpistas más connotados y represores del pueblo y a los defensores de la democracia y los derechos humanos. Ya se conoció el cínico sobreseimiento por la Corte Suprema de la causa abierta a los miembros de la cúpula castrense por expulsar a Zelaya del país.
Aunque en esencia las estructuras de poder continúen intactas, es evidente que se ha creado una situación nueva en cuanto a la imagen del régimen tanto en el plano interno como internacional. Mientras Micheletti se proyectaba como matón, Lobo intenta presentarse como persuasivo, dialogante y busca crear un equipo menos excluyente, lo que hace más difícil su desenmascaramiento ante el pueblo. La oligarquía se asustó mucho con la pujante y valiente movilización popular posterior al golpe y puede ensayar fórmulas para cooptar o intimidar a los elementos populares menos combativos y formados políticamente. Incluso puede tratar de arrebatar banderas al movimiento popular. La resistencia no debe confiarse pero tampoco subestimarse: ha logrado un admirable acumulado cultural y político entre las masas populares que le puede permitir batallar, avanzar y finalmente triunfar en las condiciones más difíciles para lograr la anhelada convocatoria de los pueblos a la Asamblea Constituyente y la refundación del país.
Fuente: La Jornada
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Zelaya y Fernández critican debilidad de la OEA ante golpistas
En su momento dije que resultaba incongruente que la comunidad internacional y sus organizaciones condenaran al golpe y no pudieran hacer nada contra los golpistas, sentenció Fernández.
Asimismo significó que la OEA sólo puede suspender a un gobierno que viole el orden constitucional, como ocurrió en Honduras el pasado 28 de junio, por lo que "necesita añadir otro artículo a su Carta" que dé más efectividad a sus acciones.
Recordó que la interrupción del orden constitucional en el país centroamericano fue "una afrenta para la República Dominicana", así como gestiones en foros internacional para lograr la restauración de la institucionalidad.
En una improvisada rueda de prensa en la base militar, Fernández precisó que el golpe de Estado de junio último contra Zelaya demostró que la democracia en América Latina necesita ser protegida.
Zelaya se pronunció por "la reforma de la Carta de la OEA" y destacó que el régimen de facto no aceptó el diálogo, pero "no le fue bien (y) sólo pudo mantenerse por la fuerza de los fusiles y las bayonetas".
El ex primer mandatario hondureño llegó hoy a las 8:00 de la noche (00:00GMT) a la base aérea de San Isidro, al Este de esta capital, acompañado de Fernández, que asistió a la toma de posesión de Lobo, tras cuatro meses refugiado en la embajada de Brasil en Tegucigalpa.
Preguntado sobre su estatuto, declaró que ese es un tema que corresponde determinar a los juristas y pidió a Lobo respeto para los derechos humanos de los miembros de las 50 entidades gremiales y sociales integrantes del Frente Nacional de Resistencia contra el golpe de Estado, a la que calificó de "la más potente organización jamás formada" en su país.
Ministros, los jefes de los cuerpos armados, legisladores y el cuerpo diplomático lo recibieron en la terminal aérea, de donde partirá hacia la provincia La Romana, en la cual permanecerá por tiempo indeterminado en condición de huésped ilustre, como lo definió su anfitrión dominicano ante una pregunta de la prensa.
Fuente: Prensa Latina arc/msl