Roberto Quesada
“Los países que no escuchan a sus artistas, a sus escritores, a sus intelectuales, a su pueblo, están perdidos”: Leonardo Favio, cantautor y cineasta argentino.
Me decía el periodista Adán Elvir, director de La Tribuna, hace algunos años ya, cuando Honduras se polarizaba en cuanto a si Ricardo Maduro podría ser candidato o no por tener nacionalidad panameña, de que no era lo mismo la visión de Honduras desde adentro que desde afuera, y era por ello que yo opinaba en tono menos radical y conciliatorio. Pueda que don Adán tenga razón, pero también es probable que sea muy importante esa visión que desde fuera se tenga hacia dentro, muchas veces estar en el centro de los hechos evita que veamos más allá de donde está la acción.
Aun las cosas están muy delicadas en Honduras, demasiado frescas. Es de suponer que dentro de la derecha y ultra hay pugnas en cuanto al gobierno de reconciliación nacional que propone la administración Lobo, es posible que él esté presionado a que la reconciliación sea una farsa pero también que exista otro sector que de buena fe quiere que la reconciliación sea verdadera.
Similar es el caso dentro de la Resistencia, movimiento popular que por más que intenten invisibilizar no se puede, es el pueblo que se manifiesta con el nombre de la Resistencia y es un hecho que esta fuerza crece día a día y se conoce más en el mundo. Si los medios afines al golpe de Estado militar hicieron caso omiso a esta enorme movilización del 27 de enero, no lo hace la prensa extranjera y los medios alternativos.
El presidente Pepe Lobo, como líder de la reconciliación, está en el deber de un acercamiento a la Resistencia no de forma individual con sus dirigentes sino como un todo, como Frente Nacional de Resistencia Popular, como una fuerza política que no se puede negar, mucho menos ocultar.
Por supuesto, también la Resistencia tiene quienes quieren darle, como diría John Lennon, una oportunidad a la paz, a través del diálogo, y hay quienes aseguran que la mejor vía es desconocer el gobierno de Pepe Lobo, no obstante se venga abajo la infraestructura del país y la gran mayoría sufra las heridas del cielo desprendido.
Creo que todos tenemos que aprender del fracaso del golpe de Estado militar, que, en esencia, fracasó porque sus perpetradores quedaron congelados en el tiempo, hicieron algo extemporáneo, así, rezagados en la Historia, nadie los reconoció ni reconocerá. De hecho, el viernes 29, el embajador Hugo Llorens, en compañía del presidente Pepe Lobo, dijo sin ambages: “el golpe de Estado del 28 de junio”. ¿Para qué más?
La Resistencia no debe de quedar rezagada en la época de los sesenta, setenta u ochenta, eran otros tiempos y otras las fórmulas para las conquistas sociales de las grandes mayorías. Un ejemplo cercano es el movimiento zapatista en México, que sale con tácticas ajenas a la nueva realidad mundial, y si bien tuvo mucho impacto mediático, no pasó de eso, se quedó allí, arrinconado en una esquina selvática de Chiapas.
Es una coyuntura histórica importante y oportuna para que las clases que han sido históricamente excluidas no sigan siéndolo, es momento propicio para iniciar una democracia participativa, pero la Resistencia como movimiento político que tiene sus bases en los obreros, campesinos, estudiantes y profesionales, debe plantearse la necesidad de la participación en el proceso, no debe de olvidarse que se trata de dialogar, no de ir a recibir imposiciones, tampoco de solamente ir a imponer. Tampoco significa que con ello debe echarse al costal del olvido los delitos de lesa humanidad, que involucra, entre otros, las muertes durante del golpe de Estado militar, la violación a los derechos humanos, a la libertad de expresión.
Respecto a esta postura me han escrito miembros de la Resistencia para decirme que eso puede ser una trampa, que no se me olvide el “diálogo” de los golpistas, que fue nada más estrategia amañada dilatoria. Es cierto, ¿y qué? ¿Qué ganaron con eso? Absolutamente nada, sólo desenmascararse ante el mundo como gente oprobiosa en la que nadie puede confiar. Debemos de partir con que la propuesta de Pepe Lobo es seria y sincera, real y preocupada porque el país no termine de hundirse. De no ser así, quien terminará en el calvario será la administración Lobo, ya sabemos que la Historia puede tener obstáculos pero no se detiene.
La Resistencia alega que los préstamos, ayudas, etc., no llegan a los pobres, pues qué mejor papel pueden jugar de ser quienes estén vigilantes a que no se repitan estos vicios del pasado. Ser parte de la estrategia en que se utilizarán esos fondos, y, además, participar con los países donantes o sobre los préstamos, para que estas ayudas y préstamos sean condicionados a que efectivamente no van a quedarse en el camino si no que llegarán al destino para lo que fueron otorgados. Es de suponer que luego de ver la piñata que hicieron los golpistas con el erario público, ningún país querrá desembolsar así por así, en medio de una crisis global, sus recursos provenientes de sus respectivos pueblos, para que queden atrapados en las cuentas millonarias de unos pocos o en la de unos pocos aspirantes a nuevos ricos.
Si bien es cierto que los políticos/as hondureños/as, con raras excepciones, lo menos en que han pensado a través de la historia patria es en los pobres y en la nación, es tiempo de que cambien o hacerlos cambiar o cambiarlos por otros. Pero estos políticos no sólo son los de los dos partidos tradicionales, ni sólo de derecha, también algunos ungidos de izquierdismo, como el otrora comandante Jorge Yllescas, que en tiempos no lejanos ha salido acorazado como defensor de las clases más desposeídas, tanto así que hace un par de años llegó a Café Paradiso a contarnos una de sus heroicas hazañas para reenvidar al proletariado.
Teniendo como testigos en Café Paradiso a los poetas José Adán Castelar y Rigoberto Paredes, había muchas personas más, Jorge Yllescas me contó, quizá para que me sirviera de material para futuras novelas, que había estado en una fiesta y llegó el ex presidente Callejas, quien, como es su costumbre, entró saludando a las personas una por una, cuando le extendió la mano a Jorge Yllescas, él se negó a estrechársela. Callejas le preguntó que por qué, y él, Yllescas, heroicamente respondió con la frente en alto y mirada sostenida: “Porque no quiero mancharme las manos de petróleo”. ¿Será cierto? Habría que consultar a Callejas. El valor sustancial de esta anécdota es para ver cómo héroes con pies de barro, como Yllescas, mostraron su verdadero yo, siendo detractor de Zelaya, convertido en apologista del odio y apoyando sin reparos un golpe de Estado militar contra el pueblo hondureño.
Todo, incluyendo los movimientos sociales, deben de ir a la par con el tiempo. Hace unos días escuché un conato de bronca entre el ministro Oscar Alvarez y el periodista David Romero. Todo por una supuesta arma letal, supuestamente lanzada desde un carro, por unas supuestas personas. Romero preguntó a Alvarez y éste no supo qué responder, incluso se molestó cuando Romero dijo “golpe de Estado”. Como dice el coloso abogado Rasel Tomé, hay que darle al ministro el beneficio de la duda. Creo que sería craso error volver a las estrategias militares de los ochenta: colocar armas deliberadamente en donde está la oposición, decir que revisan un carro y colocarles ellos mismos drogas o armas, estallar bombas o granadas para que sirva de cortina de humo ante otra noticia que afecta al gobierno de turno, matar a un dirigente y querer hacerle creer al pueblo que fue disputa por el poder entre ellos, etc. Todo eso es obsoleto, ya ni los novelistas lo utilizamos. Si de esta manera se pretende acallar o aterrorizar a la Resistencia, sería mal síntoma, nos aproximaríamos a una carnicería y el ministro Alvarez buscaría un espacio en la Corte Penal Internacional. Y hasta allí llegaría el gobierno de reconciliación nacional. No debemos de olvidar que Honduras está vigilada y lo estará por mucho tiempo.
En medio de todo esto está el dirigente popular César Ham, a quien la Resistencia ha cuestionado fuertemente por aceptar ser parte del gobierno de reconciliación nacional. Si bien es cierto que no lo respaldé cuando las elecciones, pues me parece deplorable realizar elecciones con el presidente constitucional sitiado en una embajada y la Casa Presidencial tomada por un usurpador, ahora la realidad es otra, como quiera que sea se realizaron las elecciones y ante ello ya nada puede hacerse, así que si la propuesta reconciliatoria es real, es importante la participación de todas las fuerzas políticas, y César Ham es el presidente de una de estas fuerzas. Quizá la estrategia política de Ham sea la más acertada, tal vez sea mejor para las reinvidicaciones sociales la lucha desde adentro que estando afuera, o una y otra se complementan.
Precisamente el sábado quedamos de reunirnos con el embajador de Honduras ante las Naciones Unidas, Jorge Arturo Reina, puesto que él continúa siendo el embajador mientras la administración Lobo no diga lo contrario —ya que los despidos en gobierno de facto son nulos— sobre su postura frente al gobierno de reconciliación nacional, pues él podría ser una pieza importante en las Naciones Unidas dado que goza de respeto y liderazgo en esta organización. Desafortunadamente las inclemencias climáticas no hicieron posible que nos encontráramos.
Como ministro del Instituto Nacional Agrario, Ham tiene la responsabilidad de que la reforma agraria camine en pro de quienes más la necesitan. No obstante, si él ve que todo fue una treta y el gobierno central no lo respalda, pues está en la posibilidad de renunciar, denunciar y afirmar internacionalmente que el gobierno de reconciliación no ha sido sino una extensión golpista. Otra tarea pendiente de Ham es aclarar de que no representa la Resistencia sino a la UD, e incluso me parece que puede ser, en caso de que algunos en la Resistencia estén dispuestos a bajar un poco el radicalismo, el médium adecuado entre el presidente Pepe Lobo y el Frente Nacional de Resistencia Popular.
Mientras la presencia de César Ham limpia el rostro del nuevo gobierno, la de Vásquez Velásquez no sólo daña a la administración Lobo sino también puede terminar dándole el mate, ya que ya le dio el jaque a las Fuerzas Armadas como Institución. Estoy seguro de que existirán muchos oficiales, clases y soldados que no están de acuerdo con haber ido a apalear al pueblo hondureño, su pueblo.
Al respecto Romeo no puede contradecirme porque yo fui chafa y en un tiempo difícil, cuando era inminente una invasión a Nicaragua por órdenes de los Estados Unidos. El propio Alvarez Martínez (Gustavo, no Juan Ramón) visitó el batallón para decirnos que nos preparáramos, que el día de esa invasión se aproximaba. Sé cómo se manejan las cosas dentro de los batallones. La cadena de mando es que un superior somete al subalterno y éste a su subalterno y así sucesivamente hasta llegar al soldado, quien, ya de perdido, busca la forma de desquitarse toda la humillación y sometimiento con la población civil. La amenaza y el chantaje están a la orden del día. Y si uno está en contra de algo no lo expresa, ni siquiera lo insinúa. Por allí están los compañeros soplones que para congraciarse con el superior le llevan el mínimo chisme.
La permanencia de Vásquez Velásquez al frente de las Fuerzas Armadas es nociva para el país, empezando porque fue un error de Zelaya haberlo ratificado, mismo que el periodista David Romero adjudica a un mal asesoramiento de Tito Mejía. De paso con ello se sacrificó el orden institucional dentro de las Fuerzas Armadas y las nuevas promociones que ya deberían estar en otros puestos, están allí, acuarteladas, esperando que San Juan baje el dedo.
Le digo a Vásquez Velásquez algo similar a lo que él dijo cuando fue a despedir al presidente Zelaya al aeropuerto, créame que no tengo nada en su contra, yo sólo cumplo órdenes de mi conciencia: No le tengo mala fe, bueno, ni siquiera lo conozco. No, en plano normal somos compatriotas, pero en política no es nada personal, es solamente que si realmente queremos lo mejor para Honduras, los rostros visibles del golpe de Estado militar le hacen mucho bien al hacerse a un lado y darle paso a la democracia. Empezando porque fuera de Honduras la Corte y la Fiscalía hondureña carecen de credibilidad.
Un día antes del golpe de Estado militar, pasamos todo ese día juntos en Nueva York el Dr. Ramón Villeda Bermúdez y yo. Hablamos mucho, el tema siempre fue Honduras. “Un golpe de Estado llevará a Honduras al caos y el presidente Zelaya se convertirá en héroe nacional e internacional”. Don Ramón se llevaba las manos a la cabeza, estaba preocupado, casi entrando en depresión. “¿Usted cree?”, me preguntó. “No, no creo, estoy seguro”, respondí. Sin duda, fui profético don Ramón, justo así estamos.
Todo esto me recuerda algo que hace algunos años, hablando de política, me dijo el cantautor argentino Leonardo Favio: “Los países que no escuchan a sus artistas, a sus escritores, a sus intelectuales, a su pueblo, están perdidos”.
Roberto Quesada: Premio Periodístico Jacobo Cárcamo 2009 e hijo predilecto de La Ceiba, 2009. Escritor y diplomático hondureño, autor de varios libros, entre los que destacan El desertor (1985), Big Banana (Seix Barral), Nunca entres por Miami (Mondadori), Los barcos (Baktún), La novela del milenio pasado (Tropismos, Salamanca). El humano y la diosa (Premio de Literatura del Instituto Latinoamericano de Escritores, USA). Actualmente su novela Big Banana es traducida al italiano y trabaja en una nueva novela.
Fuente: Tiempo.hn
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