Tres intereses convergieron para el derrocamiento de Fernando Lugo: los
intereses de las transnacionales del agronegocio y del sector financiero; los de
la oligarquía terrateniente, aliada al capital transnacional, y los de los
partidos políticos de derecha. Todos apadrinados por Estados Unidos.
Los objetivos estratégicos son: reinstalación de una democradura
exclusivamente regenteada por la derecha, con apoyo de Estados Unidos y algunos
países europeos como en los tiempos de la guerra fría; arrinconamiento y
criminalización de la izquierda y los movimientos sociales; avance de la
producción meramente extractivista agroexportadora, con la postergación
indefinida de la industrialización del país; consolidación violenta del proceso
de descampesinización del campo.
En el campo geoestratégico, Paraguay se convierte aceleradamente en un
problema cada vez más grave para Brasil y las posibilidades de la Unión de
Naciones Sudamericanas (Unasur), y tiende a consolidarse como una base
importante de operaciones de Estados Unidos en el proceso de disputa por el
control de América del Sur.
La Unión de Gremios de Producción (UGP), que integra a los productores
mecanizados del país, pero que en la práctica sirve de refugio a los
terratenientes, especuladores y rentistas de la tierra, pivoteó toda esta trama
contra Lugo. Cuando la trasnacional Monsanto tuvo inconvenientes para imponer su
semilla transgénica de algodón y de maíz por incumplimiento de normativas
legales, empezó a ascender la presión de la UGP. Monsanto facturó –sin pagar
impuestos– en concepto de regalías 30 millones de dólares, sólo en 2011, por su
soya transgénica, sin contar la facturación por la venta de semillas. Parte de
ese monto se distribuye anualmente entre los tecnócratas de la UGP.
Este gremio presionó primero por la destitución de Miguel Lovera, un técnico
que dirigía la institución de control y uso de semillas y agroquímicos en el
país. Luego amenazó con una protesta nacional, denominada tractorazo,
consistente en el cierre de rutas con maquinarias agrícolas, y por último
presionó por el juicio político de Lugo.
La UGP está dirigida por Héctor Cristaldo, empresario ligado estrechamente al
grupo empresarial de los Zuccolillo.
Este grupo es socio de Cargill, otra trasnacional del agronegocio. El grupo
Zuccolillo también tiene en su haber el diario ABC Color, dirigido por su
propietario Aldo Zuccolillo. La línea editorial de este periódico está plagada
de incitaciones y provocaciones a las fuerzas armadas y a los partidos políticos
para derrocar a Lugo desde los inicios de su gobierno.
En enero del corriente año, Aldo Zuccolillo se reunió con el político del
Partido Colorado, el también agroempresario Horacio Cartes. El senador colorado
Juan Carlos Galaverna manifestó que Cartes salió
deslumbradode la entrevista con Zuccolillo. Según los cables de Wikileaks, publicados por el propio Zuccolillo el año pasado, Cartes fue involucrado por la DEA, la agencia antidrogas de Estados Unidos, en narcotráfico y lavado de dinero. El Departamento de Estado lo ha blanqueado.
Llamativamente, en el último tramo del gobierno de Lugo, Cartes fue el
principal propulsor dentro de su partido para el juicio político a Lugo, apoyado
por el diario ABC de Zuccolillo. Finalmente, Cartes arrastró a su partido
–que había sido derrotado por Lugo en 2008, luego de 60 años en el poder– para
promover la destitución del presidente.
Esto ocurrió tras los sangrientos sucesos de Curuguaty del 15 de junio
pasado, donde murieron seis policías y 11 campesinos, en un desalojo de un
latifundio propiedad del ex presidente del Partido Colorado, Blas Riquelme.
Estas muertes sirvieron de principal excusa para acelerar el derrocamiento de
Lugo.
En un giro de 180 grados, el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA)
abandonó el cogobierno con Lugo y de la mano de su presidente, Blas Llano,
también se acopló al juicio político impulsado por el Partido Colorado, el
diario ABC Color y la UGP.
Hoy, al PLRA, en el poder luego de 70 años de llanura, con Federico Franco
como presidente del Paraguay, le quedan poco más de 13 meses para gobernar y
deberá hacer el trabajo sucio de reprimir a sus ex aliados en el gobierno: a la
izquierda y a los movimientos sociales, que iniciarán una sistemática
resistencia al gobierno liberal, destruyendo cualquier posibilidad de ganar las
elecciones del otro año. Horacio Cartes, precandidato por el Partido Colorado,
sonríe y ve mejorar sus chances con apoyo de ABC Color, la embajada
estadunidense y la UGP.
Finalmente, en estos días, Lugo y sus asesores deberán reconocer que
cometieron un grave error: Pensaron que podían cogobernar con el imperialismo,
con la oligarquía feudal y con los partidos de derecha, tributarios de los
poderes fácticos y traidores a la patria. Como dice Atilio Borón, es un error
creer que un gobierno tímidamente progresista, como fue el de Lugo, pudiera
prosperar transigiendo con los intereses oligárquicos e imperiales, sin
articular a los movimientos sociales y a los partidos de izquierda.
Idilio Méndez Grimaldi. Periodista, investigador. Autor del libro Los
Herederos de Stroessner. Miembro de la Sociedad de Economía Política de
Paraguay, SEPPY.
Fuente: La Jornada
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