Gustavo Zelaya
Muchos meses antes del golpe de estado del 28 de junio salieron de todos lados muchos personajes y ciertas ONG descalificando el gobierno de Mel Zelaya y el proyecto de la cuarta urna por suponer que se ocultaba una intención continuista de parte del gobernante; se indignaban también al observar que la casa de gobierno se había convertido en centro de reunión de un montón de chusmas malolientes; les era muy molesto escuchar palabras mal expresadas que salían de la boca del gobernante; el asunto se ponía más grave cuando desde el centro del poder político se cantaban corridos mexicanos ofensivos al delicado oído de algunos capitalinos, ni siquiera eran las buenas rancheras de José Alfredo Jiménez; y, para mayor desgracia, las expresiones políticas del presidente mostraban muchas imprecisiones, incoherencias ideológicas que muchos han de creer no superadas. Toda esa incomodidad se quedaba en lo más superficial, tanto así, que antiguos comunistas se asustaron al presenciar que en las fotos estaban liberales y gente que se creía de izquierda, casi de la mano y a coro cantaban contra los grupos de poder que conspiraban contra la cuarta urna. Como toda supuesta herejía era inaceptable lo que se observaba: la bandera roja y negra de la internacional a la par de la bandera roja liberal. Confusión total. Ignorancia a granel por no saber entender las diferencias. Y de los temas fundamentales no se hablaba nada.
El enfrentamiento con los comerciantes de los combustibles, la relación con los países del ALBA, los intentos de poner en marcha la ley de participación ciudadana, la conjura golpista, la campaña de prensa contra todas las medidas que significaran algún progreso, la agresividad de los empresarios del COHEP y de la FENAGH, en fin, la reacción oligárquica contra el gobierno de Mel Zelaya, no eran cuestiones importantes. Se trataba nada de más de atacar la figura del Presidente y de mantener en la oscuridad lo fundamental. Aquellos ataques contra Manuel Zelaya pareció un esfuerzo planificado que desembocó en el más grande y obsceno acto de corrupción de la historia nacional: el golpe de estado del 28 de junio de 2009.
Ahora la impresión inicial es que el proceso es más fino, se escribe mejor, aparenta más espontaneidad y ya no hay personajes tan burdos y primitivos como cabeza de ajo o Romeo Vásquez. A dos años del golpe de estado se pretende hacer algo parecido a lo anteriormente descrito. Hay que ir contra alguien, negar cualquier cosa con tal de mantenerse en escena. Mostrarse opuesto al culto a la personalidad es algo prestigioso, en especial entre personas que desconocen los elementos positivos de la coyuntura y que se encargan de derrumbar mitos desde una computadora. Y los recursos a mano son notables: la burla, la ironía, la construcción de hipotéticos escenarios y, lo más extraño, el estar totalmente desligado de las organizaciones populares y vivir de siglas, de prejuicios y menosprecio hacia todos.
Se ataca y censura la figura de Manuel Zelaya, se descalifica de manera irónica y chistosa, pero no se toca ninguno de los problemas centrales del FNRP ni del país; no se discute la coyuntura de un proceso electoral y la organización de un frente amplio que vaya más allá de los límites del FNRP. No se plantean temas sobre qué significa refundar Honduras y la convocatoria a la constituyente, si esa es la finalidad o si sólo es un momento en el desarrollo hacia una sociedad más justa que supere las prácticas del neoliberalismo. Para la nueva censura el asunto es que Mel Zelaya no es lo suficientemente avanzado, además de su poca urbanidad y de portar muchos signos del típico caudillo, se le identifica todavía con el partido liberal. Y para la ortodoxia esto sí es muy grave. Algunos de esa ortodoxia no logran desprenderse de sus familiares raíces cachurecas y mecate en mano arremeten contra el caudillismo, reclaman acciones prácticas para barrer de un solo con el atraso. Otros, envueltos en la pureza ideológica pero desconociendo el significado de la dialéctica, o conociendo nada más que la “dialéctica” de los manuales, exigen absoluta coherencia y ven en los pretendidos principios de clase una especie de herramientas que se aplican de la misma forma y en cualquier circunstancia a la transformación social. En esto no son tan distantes de los reaccionarios defensores de los artículos pétreos de la constitución nacional. Se parecen un poco. La teoría revolucionaria considerada como un absoluto, definitivo e inamovible. Las leyes burguesas vistas como los productos más elevados de la razón, por tanto, eternas y aplicables a cualquier situación.
No se puede afirmar de manera tajante que todo el actual trabajo de censura contra Manuel Zelaya y su entorno sea una trama para desestabilizar la asamblea extraordinaria del Frente Nacional de Resistencia popular. Al menos no en el caso de las personas que censuran desde adentro de Resistencia, tal vez estén llenos de buenas intenciones, pero se les ha olvidado hacia adonde deben dirigirse las protestas y el reclamo popular, necesitan mejores anteojos para que puedan ver quién es el enemigo, darse cuenta que el adversario no está en el bloque popular ni en los liberales en resistencia, ni en ninguna otra organización o personas que son parte de la Resistencia. Claro que es indudable que de parte de la oligarquía si existe algo bien planeado y que se ejecuta cada día y se manifiesta en más muertes de compañeros que se resisten al golpismo, en la expulsión del Padre Tamayo, en el sicariato judicial contra Enrique Flores Lanza, en la corrupción que quieren sembrar entre los dirigentes; es un trabajo que se expresa también en ese astuto juego de querer atraer al Frente hacia la formalidad burguesa para que participe en la vida política según las reglas del sistema político que representa Lobo Sosa..
Desde los sectores golpistas si hay un completo programa represivo que se cubre de legalidad gracias a las leyes que violan los derechos humanos o que aumentan las cargas impositivas y que se aprueban en el congrezoo. Pero la reacción conservadora no es fundamental para los censores, importante será fustigar al caudillismo y a los sindicalistas que rápidamente se unen al caudillo y pelean puestos en la organización popular. Esto parece ser una tendencia entre algunos que participaron convincentemente en las marchas, que expusieron valientemente sus vidas, que enarbolaron banderas socialistas y que con mucha honra las siguen sosteniendo, que se declararon vanguardia de la lucha popular, pero que se asustan cuando ven al pueblo aclamando a su líder y que suponen que no es muy cierto el estribillo ese que dice que “la conciencia del pueblo ha cambiado”, o que “todos somos más conscientes” y que “nos guiamos por principios”, sin embargo las expresiones a favor del caudillo de parte de grandes grupos de personas van en contra de lo que dicen los panfletos políticos y las convicciones. Y esa es una gran razón para censurar.
Una dificultad cultural que nos agobia a muchos hondureños es que nos cuesta separar la censura de la crítica. No hacemos diferencia y suponemos que son iguales. La crítica sirve para conocer las viejas ideas o las condiciones sociales efectivas, para después cuestionar, dejar en los suelos toda la vieja estructura social o del pensamiento, y con lo que ha quedado edificar algo diferente y superior. La crítica es de los elementos más avanzados del proceso social y cultural, toma en cuenta lo mejor del pasado para construir algo nuevo y superior. Ayuda también a plantear dificultades, mostrar alternativas y las posibles soluciones. De la censura ni hablar, es más un rencoroso reproche que una opción y eso es algo simple de realizar.
Lo más curioso es que la avalancha de censores y censuras ha sido muy notoria en el último mes previo a la asamblea del FNRP. Provocando muchos dudas y preguntas complicadas. Precisamente cuando se trata de preguntarnos ¿cuáles deben ser las características del Frente y cómo hacer para que sea expresión auténtica de la lucha popular? ¿Cómo hacer para que las prácticas reformistas no se conviertan en asunto diario? ¿Qué límites existen entre reforma y revolución?
Hay más cuestiones que deberían ser objeto de la crítica, por ejemplo: ¿cómo darnos cuenta si realmente somos portadores del interés popular? ¿Cómo saber si no hemos confundido nuestros deseos con la realidad? ¿Por qué no hemos sido capaces de organizar la huelga general? ¿Cómo darnos cuenta si en el pueblo existe interés de formar parte de la Resistencia o de un Frente Amplio? ¿Cómo saber si las organizaciones políticas de izquierda sólo sobreviven conformándose con hablar de insurrección y lucha popular permaneciendo aislados del pueblo? Se puede apuntar mucho más en estos tiempos donde la censura es confundida con la crítica y en donde las diversas situaciones que surgen en Honduras y a nivel mundial rompen los esquemas teóricos y exigen estudio constante de una realidad que, a pesar de los intentos de los golpistas y de ciertos censores que parecen opuestos al golpe de estado, no tiene nada de concluyente y nunca está totalmente configurada, sino que está en un constante hacerse por su complejidad y es en donde se realiza nuestro futuro. Es aquí en donde se requiere claridad, madurez, comprensión de los distintos momentos en donde se desarrolla la actividad del Frente Nacional de Resistencia Popular para tratar de transformar nuestra sociedad.
25 de junio de 2011
Muchos meses antes del golpe de estado del 28 de junio salieron de todos lados muchos personajes y ciertas ONG descalificando el gobierno de Mel Zelaya y el proyecto de la cuarta urna por suponer que se ocultaba una intención continuista de parte del gobernante; se indignaban también al observar que la casa de gobierno se había convertido en centro de reunión de un montón de chusmas malolientes; les era muy molesto escuchar palabras mal expresadas que salían de la boca del gobernante; el asunto se ponía más grave cuando desde el centro del poder político se cantaban corridos mexicanos ofensivos al delicado oído de algunos capitalinos, ni siquiera eran las buenas rancheras de José Alfredo Jiménez; y, para mayor desgracia, las expresiones políticas del presidente mostraban muchas imprecisiones, incoherencias ideológicas que muchos han de creer no superadas. Toda esa incomodidad se quedaba en lo más superficial, tanto así, que antiguos comunistas se asustaron al presenciar que en las fotos estaban liberales y gente que se creía de izquierda, casi de la mano y a coro cantaban contra los grupos de poder que conspiraban contra la cuarta urna. Como toda supuesta herejía era inaceptable lo que se observaba: la bandera roja y negra de la internacional a la par de la bandera roja liberal. Confusión total. Ignorancia a granel por no saber entender las diferencias. Y de los temas fundamentales no se hablaba nada.
El enfrentamiento con los comerciantes de los combustibles, la relación con los países del ALBA, los intentos de poner en marcha la ley de participación ciudadana, la conjura golpista, la campaña de prensa contra todas las medidas que significaran algún progreso, la agresividad de los empresarios del COHEP y de la FENAGH, en fin, la reacción oligárquica contra el gobierno de Mel Zelaya, no eran cuestiones importantes. Se trataba nada de más de atacar la figura del Presidente y de mantener en la oscuridad lo fundamental. Aquellos ataques contra Manuel Zelaya pareció un esfuerzo planificado que desembocó en el más grande y obsceno acto de corrupción de la historia nacional: el golpe de estado del 28 de junio de 2009.
Ahora la impresión inicial es que el proceso es más fino, se escribe mejor, aparenta más espontaneidad y ya no hay personajes tan burdos y primitivos como cabeza de ajo o Romeo Vásquez. A dos años del golpe de estado se pretende hacer algo parecido a lo anteriormente descrito. Hay que ir contra alguien, negar cualquier cosa con tal de mantenerse en escena. Mostrarse opuesto al culto a la personalidad es algo prestigioso, en especial entre personas que desconocen los elementos positivos de la coyuntura y que se encargan de derrumbar mitos desde una computadora. Y los recursos a mano son notables: la burla, la ironía, la construcción de hipotéticos escenarios y, lo más extraño, el estar totalmente desligado de las organizaciones populares y vivir de siglas, de prejuicios y menosprecio hacia todos.
Se ataca y censura la figura de Manuel Zelaya, se descalifica de manera irónica y chistosa, pero no se toca ninguno de los problemas centrales del FNRP ni del país; no se discute la coyuntura de un proceso electoral y la organización de un frente amplio que vaya más allá de los límites del FNRP. No se plantean temas sobre qué significa refundar Honduras y la convocatoria a la constituyente, si esa es la finalidad o si sólo es un momento en el desarrollo hacia una sociedad más justa que supere las prácticas del neoliberalismo. Para la nueva censura el asunto es que Mel Zelaya no es lo suficientemente avanzado, además de su poca urbanidad y de portar muchos signos del típico caudillo, se le identifica todavía con el partido liberal. Y para la ortodoxia esto sí es muy grave. Algunos de esa ortodoxia no logran desprenderse de sus familiares raíces cachurecas y mecate en mano arremeten contra el caudillismo, reclaman acciones prácticas para barrer de un solo con el atraso. Otros, envueltos en la pureza ideológica pero desconociendo el significado de la dialéctica, o conociendo nada más que la “dialéctica” de los manuales, exigen absoluta coherencia y ven en los pretendidos principios de clase una especie de herramientas que se aplican de la misma forma y en cualquier circunstancia a la transformación social. En esto no son tan distantes de los reaccionarios defensores de los artículos pétreos de la constitución nacional. Se parecen un poco. La teoría revolucionaria considerada como un absoluto, definitivo e inamovible. Las leyes burguesas vistas como los productos más elevados de la razón, por tanto, eternas y aplicables a cualquier situación.
No se puede afirmar de manera tajante que todo el actual trabajo de censura contra Manuel Zelaya y su entorno sea una trama para desestabilizar la asamblea extraordinaria del Frente Nacional de Resistencia popular. Al menos no en el caso de las personas que censuran desde adentro de Resistencia, tal vez estén llenos de buenas intenciones, pero se les ha olvidado hacia adonde deben dirigirse las protestas y el reclamo popular, necesitan mejores anteojos para que puedan ver quién es el enemigo, darse cuenta que el adversario no está en el bloque popular ni en los liberales en resistencia, ni en ninguna otra organización o personas que son parte de la Resistencia. Claro que es indudable que de parte de la oligarquía si existe algo bien planeado y que se ejecuta cada día y se manifiesta en más muertes de compañeros que se resisten al golpismo, en la expulsión del Padre Tamayo, en el sicariato judicial contra Enrique Flores Lanza, en la corrupción que quieren sembrar entre los dirigentes; es un trabajo que se expresa también en ese astuto juego de querer atraer al Frente hacia la formalidad burguesa para que participe en la vida política según las reglas del sistema político que representa Lobo Sosa..
Desde los sectores golpistas si hay un completo programa represivo que se cubre de legalidad gracias a las leyes que violan los derechos humanos o que aumentan las cargas impositivas y que se aprueban en el congrezoo. Pero la reacción conservadora no es fundamental para los censores, importante será fustigar al caudillismo y a los sindicalistas que rápidamente se unen al caudillo y pelean puestos en la organización popular. Esto parece ser una tendencia entre algunos que participaron convincentemente en las marchas, que expusieron valientemente sus vidas, que enarbolaron banderas socialistas y que con mucha honra las siguen sosteniendo, que se declararon vanguardia de la lucha popular, pero que se asustan cuando ven al pueblo aclamando a su líder y que suponen que no es muy cierto el estribillo ese que dice que “la conciencia del pueblo ha cambiado”, o que “todos somos más conscientes” y que “nos guiamos por principios”, sin embargo las expresiones a favor del caudillo de parte de grandes grupos de personas van en contra de lo que dicen los panfletos políticos y las convicciones. Y esa es una gran razón para censurar.
Una dificultad cultural que nos agobia a muchos hondureños es que nos cuesta separar la censura de la crítica. No hacemos diferencia y suponemos que son iguales. La crítica sirve para conocer las viejas ideas o las condiciones sociales efectivas, para después cuestionar, dejar en los suelos toda la vieja estructura social o del pensamiento, y con lo que ha quedado edificar algo diferente y superior. La crítica es de los elementos más avanzados del proceso social y cultural, toma en cuenta lo mejor del pasado para construir algo nuevo y superior. Ayuda también a plantear dificultades, mostrar alternativas y las posibles soluciones. De la censura ni hablar, es más un rencoroso reproche que una opción y eso es algo simple de realizar.
Lo más curioso es que la avalancha de censores y censuras ha sido muy notoria en el último mes previo a la asamblea del FNRP. Provocando muchos dudas y preguntas complicadas. Precisamente cuando se trata de preguntarnos ¿cuáles deben ser las características del Frente y cómo hacer para que sea expresión auténtica de la lucha popular? ¿Cómo hacer para que las prácticas reformistas no se conviertan en asunto diario? ¿Qué límites existen entre reforma y revolución?
Hay más cuestiones que deberían ser objeto de la crítica, por ejemplo: ¿cómo darnos cuenta si realmente somos portadores del interés popular? ¿Cómo saber si no hemos confundido nuestros deseos con la realidad? ¿Por qué no hemos sido capaces de organizar la huelga general? ¿Cómo darnos cuenta si en el pueblo existe interés de formar parte de la Resistencia o de un Frente Amplio? ¿Cómo saber si las organizaciones políticas de izquierda sólo sobreviven conformándose con hablar de insurrección y lucha popular permaneciendo aislados del pueblo? Se puede apuntar mucho más en estos tiempos donde la censura es confundida con la crítica y en donde las diversas situaciones que surgen en Honduras y a nivel mundial rompen los esquemas teóricos y exigen estudio constante de una realidad que, a pesar de los intentos de los golpistas y de ciertos censores que parecen opuestos al golpe de estado, no tiene nada de concluyente y nunca está totalmente configurada, sino que está en un constante hacerse por su complejidad y es en donde se realiza nuestro futuro. Es aquí en donde se requiere claridad, madurez, comprensión de los distintos momentos en donde se desarrolla la actividad del Frente Nacional de Resistencia Popular para tratar de transformar nuestra sociedad.
25 de junio de 2011
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