Rodolfo Pastor Fasquelle
Dice un antiguo precepto de doctrina religiosa, y acuérdense que Lobo es humanista cristiano que, para que pueda haber absolución de una culpa, tiene que haber primero arrepentimiento y luego genuina, sincera intención de enmienda…y no solo la confesión plena. Y la tesis que nosotros como Resistencia hemos defendido, ante la Comunidad Internacional, con el ex Presidente Zelaya es sencilla también: un Estado merece tanto reconocimiento por parte de otros como muestra de los derechos de sus gobernados. Tampoco es cuestión de olvidar. Porque ¿podrá desconocer la historia que, cuando la bancada Nacionalista votó el 28 de Junio de 2009 unánimente para aceptar primero la falsificada renuncia del Presidente desterrado y luego para destituirlo ilegalmente y nombrar como sucesor a Roberto Micheletti, Lobo era el Candidato y el Presidente del Partido Nacional de Honduras?
Una de las tareas más duras que enfrento yo cuando me entrevisto con delegaciones internacionales en Honduras o en el extranjero, es la de diferenciar, a solicitud de éstas, entre el régimen golpista de generales conocidas y el sucedáneo régimen oscuro de Porfirio Lobo, electo en dudosas elecciones bajo represión militar y sin opciones de la oposición. Hago hincapié siempre en que, pese a la absurda posición estadounidense que busca desdibujar las continuidades, existe una diferencia, relativa pero aprovechable entre los dos regímenes herederos del golpe. No son los autores directos del golpe quienes nos gobiernan. Al menos del diente al labio este gobierno asegura que quiere resolver la contradicción principal: el exilio del Presidente derrocado ilegalmente y sus colaboradores más cercanos perseguidos absurdamente por la injusticia y el aseguramiento de los derechos de la población para oponerse y para exigir que se escuche su planteamiento. Y esto viene al caso porque mucha de la ayuda y del crédito que Honduras necesita para salir avante de graves problemas de atonía económica, ingobernabilidad y desasosiego dependen fundamentalmente de su readmisión en la comunidad internacional y en los foros regionales y la OEA.
Digo que hay diferencia porque Micheletti aseguraba tener una legitimidad incuestionable según la tesis de sucesión, así como proclamaba la culpabilidad de los derrocados y negaba a pie juntillas los crímenes de lesa humanitas del Estado: los asesinatos de opositores, la persecución, la detención ilegal y la tortura en custodia. Mientras que Lobo solo niega las transgresiones a medias, acepta que hay un problema nombrando a una nueva ministra de los derechos y promete investigar los abusos de poder; el propio Presidente Lobo repite una y otra vez, que no se puede perseguir legalmente al ex Presidente y a sus colaboradores después que se cometieron tantos atropellos, abusos a sus derechos más elementales y errores crasos de procedimiento. Y el problema fundamental radica en que esa posición debe ser sustanciada en los hechos en vez de ser solo una declaración. Tanto el Presidente de la República como el del Congreso para sustanciar su posición han incluso llegado al extremo de asegurar en público que han pedido para resolver el problema “la cooperación” de la Fiscalía y de la Corte, que son las mismas de antes, copartícipes del golpe ahora aceptado como tal, corresponsables de lo ocurrido. Aunque teniendo el poder para remediar esa situación anómala no han estado dispuestos a actuar. Si debes y puedes, hazlo dice el precepto. Es sencillo si hay la voluntad.
Exigir resultados a los órganos encargados de investigar los crímenes que podrían identificar fácilmente los oficiales a cargo de tropas y pelotones policíacos involucrados por los organismos de derechos humanos en los crímenes documentados. En cambio de eso lo que ha habido en meses recientes es más asesinatos de comunicadores e intentos de secuestro de opositores de todo tipo…
Ahora la política es complicada y no sigue una lógica transparente. Pero el nombramiento primero como gerente de Hondutel de Romeo Vásquez V., el hombre que --inspirado por un resentimiento contra su único legitimo superior—ordenó golpear así como el nombramiento, la semana pasada, del general R. Osorio como Jefe del Estado Mayor Conjunto vienen a contradecir la diferencia y al menos aparentemente, sin cortapisas, a desmentir la intención de enmienda. ¿Cómo se puede en este último caso, justificar poner al mando de la institución castrense, cuestionada, a un principal actor, al ejecutor de la orden de golpear, con exceso de fuerza, como es el General Osorio, el oficial que estuvo a cargo del asalto ilegal de policías y soldados a la residencia privada del ex Presidente? Esa fue la primera actuación pública del general Osorio. La segunda vez que se supo de él fue cuando fue nombrado como Jefe de la guardia del dictador. Ahí sigue estando retratado en posición de orar piadosamente a la mano izquierda del también orante Chele Mitch, en el Salón Morazán del Palacio, en plena dictadura. Solo hay que hacer “un google” para encontrar la foto. ¿Quién sabe qué quiere decir el General Osorio cuando declara repetidamente que el golpe fue “una coyuntura”? Pues sí. Y no importa.
Lo que importa es entender ¿Cuál es la intención de ese bizarro nombramiento que pareciera --como tantas otras declaraciones burlescas de Lobo con respecto al ex Presidente y Coordinador Nacional de sus opositores-- tener la intención de justificar su incapacidad de acción o incluso descarrilar la única solución de continuidad que tiene la situación actual? Veo solo dos respuestas posibles. Una es la de como dicen los chavos “pitorrearse” de todos aquellos que hemos tomado en serio las declaraciones del Presidente Lobo de que se propone resolver el dilema heredado y que tiene al país encadenado de pies, cuando tiene que correr. La otra respuesta más inverosímil sería en efecto la de que hay un entendimiento con el chafarote y que éste va a resolver la contradicción con sus compañeros golpistas, para tomar los últimos pasos que hacen falta para resolver el problema…No vale la pena especular, sabremos cuál es la correcta a corto plazo.
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