viernes, 18 de junio de 2010

Consternación Sampedrana

Por Naín Paz Serrano

San Pedro Sula -Tremenda consternación y sentimientos encontrados, ha causado el cobarde asesinato en contra del ex diputado Luis Roland Valenzuela Ulloa. Una vez más el Partido Liberal de Honduras, se detiene en una llovizna de lagrimas, ante la pérdida irreparable de uno de sus hijos, cómo en su momento lo fue el de John Cook, Mario Fernando Hernández, Oscar Mejía y en esta ocasión, el amigo en mención. En los últimos 19 meses este abanderado político ha sufrido en el departamento de Cortés, la pérdida de piezas claves y de vital importancia, circunstancia que tiene huérfanas las bases del liberalismo; ante la falta de confianza hacia otras personas. Esta acción repudiable, es una clara señal del nivel de violencia en el país, ante el desapego e irrespeto a las leyes, a la solidaridad, a las buenas costumbres, a la vida, a la institucionalidad. Al parecer en Honduras no hay respeto hacia nada. Fue tristísimo y doloroso, ver en el féretro de Roland una carta de sus pequeños hijos, en dónde manifestaban su última expresión de amor y cariño.

Valenzuela era de aquellos pocos políticos qué, en el día de la madre y en la navidad, se acordaba de las progenitoras pobres llevándoles raciones de alimentos. Tenía una especial sensibilidad para ayudar a los desprotegidos sociales, su mano solidaria fue recibida en los cuatro puntos cardinales del país. Pueden haberse dicho muchas cosas sobre él, pero nadie puede cuestionar su liderazgo dentro del partido de la bandera rojo blanco y rojo. Era de esos políticos incansables, no distinguía el tiempo, el día ni la noche, a la hora de hacer proselitismo. Cómo es normal en política, se buscó desprestigiar su nombre, pero el cariño de la gente hacia él, venció esas habladurías. Roland fue un cercano colaborador del presidente depuesto José Manuel Zelaya Rosales y a la vez miembro activo del Frente Nacional de Resistencia Popular. Siempre será recordado por su gran carisma, liderazgo, simpatía, capacidad de persuasión y su gran habilidad política. Se va un nombre, un cuerpo, pero no los recuerdos; esos retratos que viven dentro de nuestro corazón. Ojala su vil asesinato no se quede en una estadística más, lo menos que podemos pedir es justicia, pero justicia rápida, no tardía.

Fuente: Habla Honduras


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