domingo, 29 de noviembre de 2009

Insurrección popular contra retorno del gran garrote

Por Waldo Mendiluza (*)

Caracas, (PL) A cinco meses del golpe de Estado en Honduras, el pueblo de ese país centroamericano continúa en las calles reclamando el retorno del orden constitucional.

La resistencia popular enfrenta de manera pacífica una sangrienta represión por parte del régimen de facto impuesto luego de la asonada, el cual es responsable de decenas de asesinatos, miles de arrestos ilegales, torturas y 40 casos documentados de violaciones de mujeres.

En medio de esa situación, maniobras internas y externas tratan de legitimar el golpe, acompañadas de una manipulación mediática que hace muy difícil conocer la realidad hondureña.

Para esclarecer cuestiones relacionadas con la resistencia, los crímenes del régimen de facto y los actores visibles y ocultos de la asonada del 28 de junio último, la canciller hondureña, Patricia Rodas, concedió una entrevista exclusiva a Prensa Latina en Caracas, donde participó en un foro de partidos de izquierda.

PL: ¿Cómo define la situación actual de Honduras?

Rodas: Honduras vive una verdadera insurrección popular manifestada de mil maneras; candidatos que renunciaron a participar en la farsa electoral del 29 de noviembre, establecimiento de emisoras de radio artesanales, paso de informaciones de casa en casa, creación de grupos de vigilancia y autodefensa en los barrios para que no les sigan llevando los muchachos para los batallones, entre otras.

Quiero insistir en esto, por primera vez en la historia de Honduras un golpe de Estado es repelido por las fuerzas populares, las cuales están dispuestas a resistir hasta recuperar la democracia.

PL: Hay menos personas en las calles, lo cual es analizado por algunos como una supuesta pérdida de fuerza de la resistencia. ¿Qué considera al respecto?

Rodas: El pueblo hondureño sigue en las calles, posiblemente no se note tanto como al principio cuando aún no había valorado la naturaleza de la represión. En la medida que fueron aumentando los muertos, los presos, los procesados, los torturados, las mujeres violadas y la persecución policial; todo eso con gran impunidad; fue buscando otras formas de resistir.

Si las coberturas mediáticas al principio apuntaban a una enorme movilización en las calles, ya no es posible seguir con una cámara la enorme cantidad de alternativas de resistencia creada por un pueblo humilde pero omnipresente.

Nuestro país es de población dispersa, sobre todo en zonas rurales, por eso no puede conglomerar durante mucho tiempo grandes cantidades de personas sin un altísimo costo. Puede hacerlo sólo en determinados momentos, de ahí la diversidad de métodos de lucha en barrios, aldeas y ciudades.

De manera que la resistencia no ha bajado su potencia, ha bajado su visibilidad que es diferente. Hemos pasado de la pasión a la razón, de la masividad a la selectividad de las acciones. Hemos pasado de la impresión primera y el susto a la dignidad de una resistencia empeñada en recuperar la paz social mediante la reinstalación del orden constitucional.

PL: ¿Los hondureños defienden hoy los mismos criterios y principios que cuando salieron a las calles pocas horas después del golpe?

Rodas: El pueblo de Honduras ha labrado una conciencia en base al dolor de la necesidad de hacer cambios y construir un poder constituyente. Antes mucha gente no lo entendía, pero cuando se lo negaron por la fuerza de las armas comenzó a comprender que por algo la oligarquía no quería al presidente Manuel Zelaya. Ahora la gente espera a diario la palabra de Zelaya para conocer sus instrucciones.

La resistencia hoy es diferente porque tiene esperanza de cambio y propósitos claros. Cuando un pueblo se enfrenta a la represión sin metas definidas es posible que ceda, pero si sabe lo que quiere su conciencia se consolida ante quienes lo reprimen.

Nosotros miramos la experiencia del pueblo cubano y el avance de su conciencia por tantos años de lucha y de revolución.

PL: ¿Qué opinión le merece el pacto Tegucigalpa-San José?

Rodas: Ese pacto fracasó. El presidente Zelaya desautorizó su uso como argumento por parte de cualquier país porque ya no existe. Los golpistas lo incumplieron y al hacerlo mataron la posibilidad de legitimar las elecciones del 29 de noviembre. Esos pudieron ser unos comicios en igualdad de oportunidades y con plena libertad de participación, pero ni lo uno ni lo otro.

PL: A propósito de la cita en las urnas, ¿cuál ha sido la reacción del pueblo?

Rodas: Ya mencioné la renuncia de candidatos. El pueblo por su parte ha negado ese proceso porque el presidente Zelaya lo desautorizó por ilegítimo, lo impugnó y ordenó reprogramarlo. Una de las metas de la resistencia es recuperar el estado de derecho para ir a las urnas sin militares y con verdadera democracia. La gente sabe que los golpistas pretenden blanquear su crimen con comicios, pero eso no impedirá que en algún momento sean juzgados.

PL: ¿Qué características tiene la represión de los golpistas?

Rodas: La represión es violenta y perversa. Vemos en las calles soldados y policías sedientos de sangre y llenos de un odio que le han sembrado. Hoy tenemos un incremento de sicarios y paramilitares.

A los muertos, torturados y mujeres violadas se añade la presión sicológica; la estamos viendo contra varias embajadas, entre ellas la de Brasil que acoge a nuestro presidente. Una de las últimas medidas fue la intervención del canal 36 "Cholusat sur". Los golpistas en lugar de su programación comenzaron a transmitir películas pornográficas. Roberto Micheletti pone ante los ojos de nuestros hijos ese tipo de material en un país donde debemos educar y enaltecer los valores de la ética y la moral.

Pero como decía hace un momento, toda esa violencia y barbaridad incrementa la conciencia de quienes luchan, además de representar un indicador de la fuerza de la resistencia. La potencia de la represión es un claro símbolo de la potencia de los que la enfrentan.

Sin embargo, no podemos desconocer lo desigual de la batalla. Un pueblo pacífico marcha contra represores fuertemente armados, ejecutores de una doctrina de seguridad nacional que no inventamos los hondureños.

PL: Roberto Micheletti encabeza el régimen de facto, ¿cómo llegó allí y por qué?

Rodas: Micheletti es un personaje difícil de clasificar. No es un líder porque nunca lo ha sido, ni tampoco un dictador porque carece de capacidad para ello. En realidad es un incauto de pocas luces utilizado como mampara para proteger intereses oligárquicos internos y externos.

Aparece como presidente de facto pero él y los que lo rodean saben que no lo es. Es como el rey que pasea desnudo delante de todos pensando que va vestido. Si la gente lo conociera como lo conocemos nosotros comprendería que solo sigue un libreto. Nada de lo que hace y dice sale de su intelecto, Micheletti no es capaz de pensar tanto. Sus patrocinadores internos y el imperio (estadounidense) le piden que no exprese opiniones para evitar que eche a peder los planes. ¿Qué piensa el Departamento de Estado, que nacimos ayer y todos en Honduras somos como Micheletti? Algo sí nos parece claro, su deseo de vengarse de un pueblo que tantas veces los ha despreciado.

PL: ¿Encaja el golpe de Estado en Honduras con el aumento de las bases militares estadounidenses en la región, el regreso de la IV Flota y maniobras desestabilizadores en varios países?

Rodas: Encaja claramente. Cuando los pueblos del continente se revelaron para luchar por su libertad nos impusieron dictadores y tiranos. Cuando esos instrumentos no pudieron soportar el peso de sus crímenes y la reacción ante estos, nos permitieron ensayar democracias, recordemos los años 50 y 60 del siglo pasado.

Sin embargo, pronto vieron que esas democracias avanzaban demasiado rápido hacia proyectos de transformaciones estructurales y reconocimiento a reivindicaciones, lo cual hizo que nos volvieran a imponer la bota militar a través de golpes de Estado. Así estuvimos 20 años hasta que surgieron los movimientos de liberación nacional para defendernos de la represión y construir nuestras propias democracias. Eso los asustó mucho y por tanto nuevamente comenzaron a ensayar en las urnas. Los procesos democráticos nos obligaron a bajar el cañón de nuestros fusiles y fuimos a unas elecciones en las cuales ganamos el corazón de los pueblos.

Lo que está sucediendo ahora es la respuesta imperial y oligárquica al triunfo popular en las urnas, para impedir la instauración de democracias con intereses opuestos a los suyos. Le tienen miedo a las transformaciones y acuden nuevamente a los golpes de Estados, aunque esta vez no ponen militares al frente, prefieren muñecotes civiles que obedezcan las órdenes de militares en la sombra.

De manera que ha vuelto el gran garrote (doctrina hegemónica norteamericana de principios del siglo XX) contra nuestros pueblos. Ya las democracias no le sirven ni al imperio ni a las oligarquías locales, y entonces tratan de propiciar el regreso de la fuerza como método de gobierno.

La cruzada ha comenzado por Honduras. Por eso libramos una batalla que es también la del continente y los demócratas del mundo. No podemos permitir que se expanda como un virus.

Tuvimos un 28 de junio en Honduras, pero también tenemos bases militares estadounidenses en Colombia y Panamá, vientos golpistas en Paraguay y amenazas desestabilizadoras en Bolivia, Ecuador y Venezuela.

En fin tenemos el mismo escenario con los mismos actores de siempre.

PL: Nos gustaría un comentario sobre el camino por recorrer?

Rodas: El camino es de lucha. Nuestro pueblo es experto en resistir, así lo ha hecho históricamente frente a tiranos y dictadores sin que pudieran doblegarlo. Recordemos que luchó por su democracia y la recuperó, aunque se la arrebataron los oligarcas con muerte, tortura y desapariciones de jóvenes. Más reciente, supo librarse de esas cadenas para de la mano de Zelaya avanzar hacia un proyecto social ahora truncado por los golpistas.

El camino ante esta situación será la resistencia hasta lograr recuperar el orden constitucional.

(*) El autor es corresponsal de Prensa Latina en Venezuela.

rr/wmr/ml
Fuente: Prensa Latina
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